27 de diciembre de 2022
Bloqueo. La oposición de derecha traba el funcionamiento del Congreso como parte de una estrategia política.
Foto: NA
Arribamos al fin de año con una sociedad entusiasmada por la celebración de un gran triunfo deportivo de nuestra selección de fútbol. No cabe duda de que este acontecimiento extraordinario por su masividad y por el enorme afecto y cariño que generaron los jugadores ha movido a infinidad de reflexiones.
Una de las principales es que este grupo humano logró una síntesis sumamente original: la fraternidad, el humanismo y la solidaridad como colectivo y a la vez una notoria eficacia y profesionalidad para competir. El resultado está a la vista. Ambos notables factores confluyeron no solo en el triunfo deportivo, sino en la explicación del particularísimo afecto que generaron en el pueblo argentino. Si bien todos los problemas que vive nuestra sociedad vuelven a hacerse presentes, esta gran celebración popular y de autoafirmación colectiva emocional influirá en los tiempos futuros.
Como contrapartida, el año culmina con una confrontación de carácter político e institucional muy grave que acentúa la polarización entre la derecha opositora y el Gobierno nacional, y que no se compadece con la unidad que expresó la sociedad en esos festejos masivos, con alrededor de cinco millones de personas en las calles porteñas y bonaerenses sin que se registraran incidentes.
Se trata del fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación que favorece a la Ciudad de Buenos Aires en el índice de coparticipación. La medida forma parte de una estrategia político-electoral que acrecienta la polarización, teniendo en cuenta que el Poder Ejecutivo, con la aquiescencia de 18 gobernadores, se opuso a lo dispuesto por la Corte. Complementa esta decisión judicial la obturación del Parlamento, particularmente de la Cámara de Diputados, a pesar de que en la ultima reunión fallida el orden del día incluía dos leyes muy trascendentes para la sociedad, como la creación de ocho universidades y la posibilidad de acceder a la jubilación a 800.000 personas, el 70% de las cuales son mujeres.
Vale recordar que esta iniciativa es la continuidad de una anterior, del gobierno de Cristina Fernández, que incluyó a tres millones y medio de personas, de las cuales el 75% eran mujeres, y que llevó entonces a que la cobertura previsional de la Argentina sea de más del 90% de las personas en edad jubilatoria, una de las más importantes del mundo.
Lo que está en juego es una cuestión de enorme trascendencia, ya que la inversión previsional en el país se ha transformado en un sentido progresista a partir del Gobierno que culminó en 2015. Si se suman aquellos beneficiarios a los 800.000 más propuestos ahora, estamos hablando de algo más de un 9% de la población en edad de jubilarse que de otro modo estaría abandonada a su suerte, sin jubilación, y sin cobertura de PAMI. Y justamente, ese es uno de los fines sociales que debe cumplir el Estado.
Se advierte que no se trata de una controversia circunstancial. Es ideológica, entre la conceptualización de la derecha neoliberal que se opone a la intervención del Estado, y un Gobierno que, por el contrario, interpreta que debe intervenir activamente.
En definitiva, lo que aparece en el centro de la disputa es el funcionamiento del sistema democrático. Desde el punto de vista institucional –ya que el Parlamento está bloqueado– y a su vez otro poder del Estado, el Judicial, que está totalmente impugnado por la gran mayoría de la sociedad por su desprestigio e ilegitimidad. Por lo tanto, el propio sistema democrático como tal, está en una situación muy comprometida por el accionar de los grupos de poder.
Este es el desafío de los tiempos por venir. Es el pueblo el que necesita la democracia y no los factores concentrados, quienes siempre están en condiciones de vivir sin democracia, a partir de que ostentan un poder de facto.
La democracia la necesitan las grandes mayorías nacionales, y son ellas las que tienen que movilizarse activamente para defenderla y preservarla.