13 de diciembre de 2021
Dedicada a la confección de ropa infantil, la fábrica textil porteña es otro ejemplo de lucha y recuperación. Apoyo del Banco Credicoop y del IMFC.
Equipo. Galván (centro) junto a los asociados Gustavo Morganti y Ma. Angélica Pardilli.
Los avatares que llevaron a la creación de la fábrica textil Globito Team son casi idénticos a los que recorrieron otros trabajadores para formar una cooperativa. Desde el 3 de marzo de 2017, cuando comprobaron faltantes de maquinarias y materia prima que eran sustraídas durante los fines de semana, las trabajadoras y trabajadores resistieron en la fábrica, entonces ubicada en el barrio porteño de Villa Mitre. Querían sostener su fuente de trabajo y evitar el vaciamiento. «No teníamos idea de lo que era una cooperativa y fuimos entendiendo que podíamos conformarnos en una gracias al asesoramiento legal del Grupo TES (Trabajando por la Economía Social), el apoyo técnico y organizativo de la UBA, la UTN, el Ministerio de Trabajo, el Banco Credicoop, el Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos y la ayuda de las cooperativas gastronómicas Los Chanchitos, La Cacerola y La Casona, que nos llevaban comida en el tiempo que duró el acampe», cuenta Ricardo «Ricky» Galván, presidente de la cooperativa. A eso se sumaron la solidaridad de Radio Asamblea, la cooperativa Vulcano, Gráfica Campichuelo y Gráfica Suárez, entre otros.
En julio de 2017 obtuvieron la matrícula del INAES y ese momento significó un quiebre en las vidas de los 19, ahora, asociados. «Entendimos que no es lo mismo trabajar para un patrón que formar parte de un grupo humano que rema a la par», dice Gladys Simone, tesorera, con 33 años de trabajo en la fábrica.
En esa conquista, Galván destaca a uno de los compañeros más antiguos de Globito, fallecido recientemente. «Mario Torrillas, cortador, era la persona que llevaba más tiempo en la empresa, pasó 44 años de su vida acá y fue muy importante para todo el grupo».
Mirar hacia adelante
Cuando la cooperativa quedó conformada y volvieron a trabajar «apenas teníamos para cargar la SUBE», dice Galván de la textil que produce ropa para bebés y niños de hasta 6 años con variedad de conjuntos de enteritos con pantaloncito, ranitas, gorritos, escarpines y camperitas.
En marcha. Con sede en La Paternal, la empresa recuperada vende a todo el país.
«Cambiamos los diseños haciendo juego con los colores y los estampados. Todo está hecho en algodón, plush, también hay enteritos ositos, algunos de algodón liviano y otros frisados, chalecos, sonajeros y muñecos». Los diseños también se adaptaron a los tiempos que corren y hay diversidad de diseños unisex. «Antes era todo rosa y celeste y ahora las creaciones son con colores más vivos, con bordado. Los materiales son de primera calidad y testeados dermatológicamente para cuidar la piel de los y las bebés», explica el presidente sobre la renovación llevada adelante desde que se hicieron cargo de la fábrica.
El modo de venta de Globito es directo al cliente con contacto previo a través de sus cuentas en Instagram y Facebook, con corredores que levantan pedidos en distintas provincias de la Argentina y con un local en Núñez –que no les pertenece– que vende exclusivamente sus diseños. «Nuestro objetivo es crecer y no perder la fuente de trabajo. Teníamos que ganarnos la confianza de proveedores y sumar nuevos clientes. Estamos en ese camino, cumpliendo con los pagos a término y las entregas a todo el país en la que acordamos pagar a medias el transporte con los clientes», cuenta el presidente, de apenas 34 años.
En tiempos de pandemia, Globito trabajó de lunes a viernes con turnos rotativos y una de las tareas fue la confección de barbijos. «Como somos monotributistas, algunos accedimos al Ingreso Federal de Emergencia –dice Galván– y ese dinero fue a la cooperativa para repartir entre todos. Además hicimos compras de alimentos a cooperativas para los socios y socias que más lo necesitan y el resto lo donamos a comedores y merenderos de la zona».
La fábrica funciona actualmente en un inmueble que alquilan en el barrio de Paternal (Belaustegui 1890) y son asociados de la filial Villa Urquiza del Banco Credicoop. «En 2019 el Banco nos donó dinero para la compra de impresoras láser que necesitábamos para imprimir diseños y nos han ayudado en diversos trámites, al igual que el IMFC, que nos brindó cursos de administración para llevar adelante una economía social», detalla Ricky Galván. Un entramado de acciones que hacen posible la continuidad de un emprendimiento industrial con sello nacional.