Fue creada en 1960, poco después de la fundación del IMFC. Protagonista de la intensa actividad de crédito solidario que se dio en la provincia de Santa Fe, hoy es filial del Banco Credicoop.
27 de mayo de 2016
Boulevard América 973. El primer edificio de la caja trebolense, una entidad que fue esencial para el desarrollo de su zona.
La fundación, en 1958, del Instituto Movilizador constituyó un salto significativo en el crecimiento del cooperativismo de crédito. Por su gestión de promoción y apoyo, el número de cajas cooperativas aumentó considerablemente y en su conjunto llegaron a componer el 10% de los recursos financieros del país. La provincia de Santa Fe se convirtió en la región puntal del crédito solidario, con importantes experiencias que hoy todavía se recuerdan. Una de ellas fue la Caja de Créditos El Trébol.
Amparada en la extensa tradición cooperativa que tiene la ciudad santafesina de El Trébol (Caja Rural de Préstamos y Ahorro El Trébol o Cooperativa Agrícola Ganadera El Trébol), la caja de créditos local nació en 1960 por iniciativa de un grupo de vecinos empeñados en brindar asistencia financiera a las nuevas industrias, negocios, emprendimientos profesionales e incluso a obras públicas. Isidro De Lorenzi y Alberto Etbul, vecinos de la ciudad, se reunieron el 14 de junio con otros habitantes de El Trébol para someter a consideración la puesta en marcha de una entidad de crédito, algo que también era motivado por haber observado el funcionamiento exitoso de las cajas de localidades cercanas como San Genaro y Centeno.
El 5 de octubre de 1960, finalmente, la Caja de Créditos El Trébol comenzó a funcionar en el local de Boulevard América 973. «La caja de créditos era una vía posible, bien comprobada en distintas partes de nuestro mundo, y de imperiosa necesidad en nuestro medio, para contrarrestar la usura generalizada y procurar el acceso al crédito barato a todos aquellos de los que conocíamos su real necesidad», decía De Lorenzi. En una publicación editada en ocasión del 25º aniversario de la caja, Etbul sostenía: «La creación de la caja fue recibida con gran beneplácito por la población, sobre todo por el pequeño comerciante, industrial, artesano, obrero, pues ello significó obtener créditos a bajo interés y poder así desprenderse de los préstamos usureros (…) La gente comenzó a ver en su “banquito” que, a la amabilidad y agilidad del trato, se agregaba el hecho de que por encima de su solvencia primaba el patrimonio de su moral».
A poco de su fundación, la caja experimentó una fuerte concurrencia de asociados que a los dos años ya duplicaban la cantidad inicial. Así, se sumaba al crecimiento de todo un sector del crédito que tendría en las rupturas constitucionales de 1966 y 1976 dos puntos trascendentes de inflexión y resistencia. Una de las primeras medidas tomadas por la dictadura comandada por Onganía a partir de 1966 fue la de aplicar normas restrictivas dictadas por el Banco Central, que procuraban destruir las bases cooperativas. Con la guía del imfc y la acción conjunta de todo el cooperativismo de crédito, se revirtió el embate y la Caja de Créditos El Trébol pudo sobrevivir, como otras, y comenzar una nueva etapa que se abrió en la década del 70. Con el advenimiento del nuevo período constitucional de 1973 se decidió la formación de una subcomisión de asociadas con una destacada tarea social, cultural y educativa, nació una subcomisión juvenil integrada por los hijos de los asociados y hasta se construyeron sucursales de la caja en las ciudades de Las Rosas y Montes de Oca. La obra pública y el desarrollo empresarial encontraron en la cooperativa su canal de financiamiento y realización efectiva.
Sin embargo, 1976 sería el inicio de otra resistencia. El plan económico de la dictadura cívico-militar se proponía la eliminación del cooperativismo como modalidad operativa en la economía. Nuevamente, el movimiento nucleado en el imfc salió a defenderse y la caja de El Trébol se plegó a esa instancia. Ante el riesgo de desaparición de las cajas se logró contrarrestar a la dictadura con la alternativa de convertir a las entidades en bancos cooperativos a través de fusiones de cajas. En el caso de El Trébol, el 29 de diciembre de 1978, junto con las cajas de Centeno, María Juana, San Genaro, San Martín, Piamonte y San Vicente, pasaron a fusionarse en el Banco Horizonte Cooperativo Limitado, que llegó a tener 24 filiales y que durante la década del 80 avanzó notablemente en su tarea. «Costó horas de trabajo, reuniones, estrategias, plasmar la fusión de diversas entidades, con diferentes idiosincrasias, pero con un solo ideal, el de servicio a las respectivas comunidades. Lo importante fue el resultado, hoy ya las vicisitudes son solo recuerdo. Pudo más la solidaridad, el altruismo, el sentido de la necesidad de preservar el bien común, permitiendo la constitución de entidades bancarias cooperativas asentadas sobre bases firmes», analizaba Hugo Osvaldo Heredia, otro dirigente de la caja, en un documento de 1985.
Horizonte se convirtió así en la experiencia resultante de la lucha y el trabajo de los dirigentes santafesinos y hoy la filial de Credicoop que funciona en El Trébol resume aquella larga historia de más de 50 años de un modelo crediticio elaborado para servir y defender los intereses mayoritarios del pueblo. Orgullo de su ciudad, la Caja de Créditos El Trébol representa para el movimiento cooperativo un ejemplo inspirador.