13 de abril de 2015
Fuerzas Armadas de una democracia nacional y popular fue el título de la charla realizada en la filial Mar del Plata del IMFC a cargo del coronel retirado Horacio Ballester, presidente del Centro de Militares para la Democracia Argentina y miembro fundador de la Organización de Militares por la Democracia, la integración y la Liberación de América Latina y el Caribe. Ballester fue presentado por Gustavo Casciotti, vicepresidente de la filial y secretario de Cooperativas y Mutuales del municipio de General Pueyrredón, quien destacó que en sus 55 años de existencia, el IMFC «siempre estuvo comprometido con el debate, la búsqueda del pensamiento crítico, y en ese camino, buscar la profundización de los procesos de democratización de la vida política, económica y cultural de la Argentina ha sido una constante». En la charla estuvieron presentes el presidente del IMFC, Rubén Cédola, autoridades del Banco Credicoop y miembros de Abuelas de Plaza de Mayo de Mar del Plata.
En su intervención, Ballester (expulsado de las Fuerzas Armadas en 1971 luego de oponerse a la dictadura de Agustín Lanusse y testigo en contra de los represores de la última dictadura cívico-militar en diversos procesos judiciales), afirmó que «no existe en todo el mundo una fórmula de cómo deben ser las Fuerzas Armadas que se adapte a cualquier país». «Toda nación –añadió– necesita un proyecto nacional que busque el bienestar de sus habitantes. En el avance de ese proyecto choca con los proyectos nacionales de otros países y en esos choques se van generando lo que se denominan hipótesis de conflicto. Cuando el choque es total y requiere el empleo de recursos militares, la hipótesis de conflicto se transforma en una hipótesis de guerra. Pero generalmente esto se soluciona antes con acuerdos diplomáticos, aunque en algunos casos se termina empleando la fuerza militar». También destacó que la Argentina es una nación que está «satisfecha con su patrimonio territorial y no tiene ambiciones sobre países vecinos. En consecuencia, no hay hipótesis de guerra, y mantener las Fuerzas Armadas como se las conciben en la actualidad no tiene sentido». «Sí tenemos hipótesis de conflicto, pero para enfrentar todas esas hipótesis no necesitamos cañones, misiles, tanques, armamento. La experiencia de lo que sucedió en Kuwait en 1991 sirvió de mucho: Saddam Hussein se había gastado miles de millones de dólares en armamento moderno y en pocos días Estados Unidos terminó con todo. Ahora la guerra cambió, ahora es la lucha de los pueblos contra el invasor. ¿Y nosotros, qué invasor podemos tener?». Por último, remarcó que con el fin de la Guerra Fría «se inventó un nuevo enemigo: el terrorismo y el narcotráfico, pero son algo interno de nuestros países, no una amenaza externa». «No podemos aceptar –concluyó– que tenemos el enemigo en el interior de nuestro país. Las Fuerzas Armadas no pueden actuar contra el propio país, pero siguen haciendo espionaje interno, aunque esté prohibido».