12 de julio de 2023
«El gasoducto generó empleo joven, formal y capacitado», explica el antropólogo, que investigó el impacto regional de la obra. Mujeres, economías locales y know-how.
Mientras el foco está centrado en el ahorro de divisas que implica para el país la puesta en marcha del Gasoducto Presidente Néstor Kirchner (GPNK), Hernán Palermo, doctor en Antropología, junto a un equipo de cientistas sociales de distintas especialidades, investigó durante seis meses el impacto social, económico y productivo que la mayor obra pública de las últimas décadas tiene para los habitantes de las localidades atravesadas por la traza, en particular en lo referido a la generación de empleo.
«La obra generó 40.000 empleos directos e indirectos. De los directos, los que estuvieron trabajando en la línea, más de 5.500, el 52%, fueron de las provincias vinculadas, que surca la traza: Neuquén, La Pampa, Río Negro, Buenos Aires. Mientras que el resto es de todo el país, de las 23 provincia más CABA. Eso es muy importante, porque demandó empleo en toda la república.
‒En la investigación hacen referencia a los trabajadores salteños.
‒Todo el gran norte argentino tiene una experiencia muy fuerte vinculada a YPF estatal y también a los gasoductos ya existentes. En el norte hay varios gasoductos que se han construido en distintos momentos históricos. Por ejemplo, el GPNK se conecta al NeuBa II (Neuquén-Buenos Aires), que lo hizo Raúl Alfonsín en 1989. Por eso, en el GPNK los trabajadores del norte argentino, los salteños en particular, han tenido lugares de supervisión, o primeros oficiales, los más capacitados. Mientras que los trabajadores locales de la traza, sobre todo los pampeanos, fueron de ayudantes, aunque escalando a oficiales amoladores, que son los primeros puestos. Con el equipo de investigación decimos que los pampeanos son los salteños del futuro, en términos de expertise laboral. Porque lo que queda después de la obra es know-how tecnológico, tecnología instalada. Se utilizó por primera vez en el país una tecnología innovadora, que es la soldadura automática, que reduce el tiempo exponencialmente, ya que se pueden hacer 2 kilómetros diarios. Pero la obra va generando al mismo tiempo en todos los trabajadores una transferencia de conocimientos en el hacer, ese también es un know-how que queda en términos de saberes laborales. Y es una posibilidad de continuidad que tendrán a partir de la segunda etapa, en la cual estos trabajadores podrán ser empleados.
‒Mencionaste la tecnología de soldadura automática, ¿esa fue la tarea de los trabajadores turcos?
‒Hay un 2% de trabajadores que denominamos expatriados, extranjeros. Turcos, mexicanos, colombianos, españoles, ecuatorianos, bolivianos, peruanos, chilenos, brasileños. El contingente más importante es el de los turcos, una cuadrilla de 50 trabajadores. Estos son lo que se llama «bichos de obra globales», que se mueven en el mundo llevando esta expertise. Tienen un caché muy importante, se mueven por todo el mundo trabajando. Los ecuatorianos y bolivianos también son muy experimentados, ya que en ambos países se han construido muchos gasoductos.
‒Cuando hablás de transferencia de conocimientos, ¿te referís a las posibilidades de que estos trabajadores sean contratados para obras futuras?
‒Si, así es. El primer mecanismo de contratación se centra en que la empresa trae un supervisor, por ejemplo, de soldadura. Ese supervisor arma su cuadrilla, que se basa en conocimientos previos de experiencias laborales anteriores. Entonces, lo que nos pareció importante es que todos aquellos trabajadores que iniciaron esta parte de la obra quedan en esta red de relaciones laborales donde, seguramente, supervisores que continuarán en la etapa II del gasoducto tendrán en cuenta la experiencia en la etapa I. Pero hay otro punto muy importante. El gasoducto generó empleo joven. De los trabajadores locales de las provincias vinculadas a la traza, entre el 50% y 60% es empleo joven, personas que nunca han tenido un empleo formal. La obra pública dinamizó el empleo joven, los introdujo en empleos formales y bien pagos y entraron en esa red de conocimiento y vínculos laborales, donde aprendieron distintos oficios. Además, la demanda de trabajo tuvo un impacto directo en la política de ayuda social que tienen distintas intendencias cercanas a la traza. Cayó entre un 30% y un 40% el volumen de ayuda social a sectores desocupados o estructuralmente desocupados. Eso quiere decir que la demanda de trabajo del gasoducto perforó ese piso de desocupación estructural. Entonces, no solo generó empleo joven, formal y capacitado, sino que también perforó ese piso de desocupación estructural en las distintas ciudades, una de las problemáticas más acuciantes.
Directos e indirectos. La demanda de trabajo de la obra perforó el piso de desocupación estructural en varias ciudades.
Foto: Lautaro Clemenceau
‒¿Las trabajadoras cumplieron también un rol importante en la obra?
‒Hay casi un 7% de mujeres que han trabajado en estos empleos directos. A priori parece poco, pero si se lo compara con el rubro obra, que no llega a nivel mundial al 1%, es bastante. Es un rubro muy masculinizado. En consecuencia, si se compara, es un índice muy alto. Y eso tiene que ver con que Enarsa y las empresas contratistas tuvieron una política muy fuerte en la contratación de mujeres.
‒¿En qué áreas se desempeñaban?
‒Administración, enfermería, medio ambiente, y en limpieza también. Puestos tradicionales, culturalmente muy feminizados. Pero había también banderilleras, que son quienes guían las grandes máquinas. O apuntadoras, que están en la línea de la obra, y que son quienes van registrando todo el procedimiento de trabajo, anotaciones que permiten tomar decisiones. Trabajos menos calificados que los de los hombres, pero que si uno compara en el rubro construcción hay un mayor porcentaje de mujeres trabajando en esta obra.
‒En su investigación también hicieron foco en las cadenas de valor locales.
‒Lo que observamos en el trabajo de campo, ya que estuvimos en varias localidades, es que en lo micro, por ejemplo, un restaurant contrató más empleados para satisfacer la demanda. Incluso negocios locales gastronómicos firmaban convenios con las empresas contratistas. 50 trabajadores todas las noches iban a comer allí. Algunos locales agrandaron sus negocios, compraron máquinas nuevas. Y eso mueve todo el circuito. Estas localidades leyeron a la traza de la obra como una oportunidad, como un boom, una explosión del movimiento económico. Es muy fuerte lo que provoca la obra pública en las economías locales. Esta obra, un desafío logístico impresionante en 10 meses, movilizó más de 14.000 camiones desde el AMBA hasta las distintas zonas de acopio de la traza. Que movilizaron caños de 36 pulgadas, muy grandes, que por primera vez se utilizan en el país. Camiones, choferes, consumo de combustible, puede verse todo el encadenamiento productivo que genera una obra logística de estas características.