27 de febrero de 2023
Menos lluvias, más temperatura, estrés hídrico, incendios forestales. El investigador en Ciencias Meteorológicas ayuda a desentrañar las causas y consecuencias de la sequía.
Argentina, Chile y Uruguay viven desde hace casi dos años sequías extremas y altas temperaturas, con graves consecuencias para la producción agropecuaria y ganadera. Investigaciones recientes a nivel mundial, como la denominada Atribución Meteorológica Mundial concluyen que el cambio climático no es el principal impulsor de las bajas precipitaciones pero sí del aumento de las temperaturas. «Acá en Argentina el clima tiene su variabilidad, ahora esa variabilidad se combinó con algo que sí está relacionado con el cambio climático que es el aumento de temperatura», advierte en la misma línea Vicente Barros, doctor en Ciencias Meteorológicas e investigador superior del CONICET, quien lejos de visiones apocalípticas, asegura que el cambio climático no es una cuestión de fe sino una realidad a la cual habrá que adaptarse.
–¿Qué diferencia la actual sequía que vive Argentina de otras crisis climáticas o sequías por las cuales atravesamos en el pasado?
–Las sequías tienen que ver con el cambio climático en ciertas regiones, esto es así por ejemplo en la cuenca mediterránea, en América Central, en el oeste de América del Norte, es decir en la región mexicana y California. No así en Argentina, acá el clima tiene su variabilidad, ahora esa variabilidad se combinó con algo que sí está relacionado con el cambio climático que es el aumento de temperatura. Lo mismo pasa en el resto del mundo, el cambio climático está induciendo menos precipitaciones, y además está aumentando la temperatura, entonces con menos lluvias y más temperatura hay más estrés hídrico, con consecuencias como los incendios forestales y los problemas en la producción agropecuaria.
«El calentamiento es más pronunciado en el hemisferio norte. Ha sido así históricamente, es más rápido también allí y eso va a abrir muchas complicaciones.»
–¿Cuáles fueron las sequías más importantes por las cuales pasó Argentina?
–Una sequía muy importante fue a principio de la década del 50, que causó el fracaso de la cosecha de trigo. Recuerdo que se comía pan negro, no había harina en las panaderías. Luego hubieron otras, pero muy esporádicas. Lo que pasó ahora es que esta sequía está durando más de un año, casi dos. Mucha gente lo atribuye al fenómeno de La Niña, pero el tema atmosférico es complejo y cuando sucede algo no se puede rápidamente atribuir a determinada cosa; hasta el momento no conozco ningún trabajo científico que hable de esta relación. La Niña normalmente tiene un efecto de sequía en la zona del litoral, en las provincias de Corrientes, Chaco, Misiones, norte de Santa Fe, con poco efecto en el resto, que esta vez sí fueron afectadas.
–¿Qué ocurrió entonces?
–En estos últimos meses se combinó la sequía con temperaturas muy altas, la sequía a su vez puede ayudar a que la temperatura aumente porque el suelo húmedo es más difícil de calentar que el seco y esto a su vez calienta más el aire. Lo que podemos decir es que las temperaturas que se dieron con tanta frecuencia y continuidad en la Pampa húmeda son posiblemente originadas por el cambio climático. Los modelos lo que pronostican a futuro es, o bien un leve aumento de las precipitaciones o un mantenimiento de las mismas condiciones de precipitaciones, esto en los valores medios, en los extremos los modelos no son muy hábiles aún.
–El secretario general de la ONU, Antonio Gutérrez, advirtió recientemente sobre la posibilidad de que la Ciudad de Buenos Aires desaparezca por la subida del nivel del mar, ¿así de grave es el cambio climático?
–Es bastante irresponsable decir esto, no puede en su función estar alarmando y diciendo cosas sin fundamento científico. Lo que la comunidad científica desarrolló con los modelos es un escenario donde se prevé un aumento aproximado de 40 centímetros más o menos del nivel del mar para fin de este siglo. Está subiendo a razón de 2 milímetros y medio por año, en el escenario más difícil y en las circunstancias más complicadas podría llegar a un metro o metro y medio, pero no inundar la Ciudad de Buenos Aires.
«Cada una de las últimas cinco décadas ha sido más caliente que la anterior debido a los gases de efecto invernadero. Está demostrado con teoría y modelos.»
–El calentamiento global ¿se da en todo el mundo por igual?
–El calentamiento es más pronunciado en el hemisferio norte, esto ha sido así históricamente, es más rápido también allí y eso va a abrir muchas complicaciones, pero también van a haber algunas alternativas favorables, como por ejemplo el paso de la navegación del Atlántico al Pacífico, que va a poder hacerse a través del Ártico y otra cosa positiva es que va a haber más producción de cereales. No obstante, se va a producir la pérdida de los bosques boreales.
–¿Y en la Argentina? ¿Qué ocurrió con el aumento de la temperatura?
–Se fue incrementando, pero menos que en el resto del mundo. Tanto Chile, Uruguay y nuestro país están en medio de dos grandes océanos, cuando el planeta se calienta lo hace primero en los continentes y luego en los océanos, estos últimos tienen mucha capacidad calorífica, se calientan más despacio. Por eso en el hemisferio sur se han calentado menos que en el hemisferio norte y la Argentina se ha calentado menos y se va a seguir calentando menos que el promedio del planeta, son buenas noticias.
–El cambio climático ya es inevitable…
–Sí, ya pasó, esto que está ocurriendo es el cambio climático. En las últimas cinco décadas, cada una ha sido más caliente que la anterior. El calentamiento se debe a los gases de efecto invernadero, GEI, esto está demostrado con teoría y modelos. Es inevitable porque para evitar que se caliente más la Tierra deberíamos dejar de emitir dióxido de carbono o metano, y esto significa parar la economía y la vida a la que estamos acostumbrados; el 80% de la energía que la humanidad consume proviene de los hidrocarburos y el carbón.
–¿Cuán responsable es Argentina de la emisión de GEI?
–Ni mucho ni poco. En términos absolutos estamos en menos del 1% de las emisiones globales. China emite el 25% y Estados Unidos 15%, aproximadamente. En términos absolutos nadie es responsable, el otro 60% es emitido por el resto del mundo, que dice a su vez que emite poco. Lo que es claro es que los menos responsables son los países más pobres, África, y algunos países de Latinoamérica, porque cuanto más pobre es tu economía tenés pocas emisiones. La injusticia está en que los que probablemente tengan el mayor impacto del cambio climático, por no tener recursos para defenderse, sean los menos responsables del mismo.
«La injusticia está en que los que tengan el mayor impacto del cambio climático, por no tener recursos, sean los menos responsables del mismo.»
–¿Qué otros factores inciden en el cambio climático? ¿La forma de producir alimentos?
–Para producir cualquier cosa se usan maquinarias, entonces hay emisiones de dióxido de carbono, pero por otro lado el ganado tiene emisiones de metano y óxido nitroso, pero el problema central no es el metano, que dura en la atmósfera 15 años, el problema es el dióxido de carbono que dura más de 100 años; todo el metano que se emitió en el siglo pasado ya no está más en la atmósfera, en lo inmediato sí tiene relevancia la reducción de la emisión de metano, pero no es el problema central.
–¿Y cuál sería la solución?
–Como no se puede hacer un cambio de golpe se trata de reducir las emisiones, pero a pesar de los acuerdos como el de París, todos los años las emisiones crecen, y esto se va acumulando, el dióxido de carbono tarda más de 100 años en desaparecer de la atmósfera, se trata de que no supere un grado y medio, pero está claro que va a ser superado y esto es peligroso, porque se entraría en un sistema de feedback.
–¿Qué podría ocurrir en la Argentina en las próximas décadas? ¿Habría que pensar en políticas para la adaptación al cambio climático?
–El Gobierno lanzó un programa de adaptación, lo han hecho con mucha participación. Ahora, cualquier planificación a largo plazo es difícil, el país debería tener un orden más claro en términos económicos tal vez. Lo que sabemos es que vamos a tener más tormentas severas, más frecuentes e intensas y más olas de calor y estos son los dos puntos sobre los cuales tiene que plantearse la adaptación, hay mucho para hacer, con las redes de distribución eléctrica por ejemplo, que sufren por las altas temperaturas y por el mayor consumo que viene asociado. Ahora las tormentas extremas vienen con granizo y vientos destructivos, con lo cual habrá que poner el énfasis en la infraestructura también.