13 de febrero de 2023
Del «Tapate vos» de Moria al «Abuela, la, la, la», los estereotipos y prejuicios debido a la edad son una costumbre cotidiana. Longevidad y violencias.
Mayores. Aparecen formas sutiles de violencia, como no creer en la capacidad de autonomía o que pueden tomar riesgos.
Foto: Shutterstock
Escena 1. «Tápese señora, ubíquese como lo que es, una mujer mayor». Cruel y desfasada de los tiempos que corren, una usuaria de Twitter, foto robada y subida a esa red social mediante, exponía su opinión, por nadie pedida, sobre el cuerpo de una de las divas de la Argentina, Moria Casán, quien se encontraba disfrutando de la playa Bristol, en Mar del Plata, en bikini. Claro que Moria no iba a dejar pasar la ofensa y le contestó: «Me amo, tapate vos imbécil que gastás una picture (foto) en mí».
Escena 2. En épocas del mundial, una mujer salió a festejar a las calles el triunfo de la selección, de inmediato se vio rodeada de personas jóvenes al grito de «abuela, abuela, la, la, la». Horas después, la señora llamada Cristina, salió a aclarar que no era abuela, ni siquiera madre, y que tal vez su pelo canoso y su edad le habían valido la denominación.
Escena 3. Parece haber quedado en el olvido, pero durante la parte más dura de la pandemia, el Gobierno de la Ciudad obligaba a las personas mayores de 70 años a pedir un permiso especial para salir de sus hogares. Figuras como Nacha Guevara, Graciela Borges y también la One, respondieron tajantes: «Gracias, no lo necesito. Soy una ciudadana responsable».
Las situaciones podrían seguir enumerándose. No son pocos los hijos de personas mayores que alguna vez etiquetaron a sus padres o madres de «quejosos» o «caprichosos», tal vez por no querer mudarse a un lugar más cercano a sus nietos o porque quizás no entendían los laberínticos caminos para hacer un trámite en línea. Por otra parte, el ámbito sanitario también está teñido de estos sutiles pero dañinos comportamientos, por ejemplo cuando se le habla al acompañante del adulto mayor en la consulta y no al propio paciente o cuando se adopta un modelo paternalista de atención donde el enfermo no decide sino que acata.
Todo esto no es nuevo. Ya en 1969 el gerontólogo estadounidense Robert Butler le puso nombre a todas estas violencias encubiertas: edadismo o viejismo, como se suele conocer también, acuñando el término usado para designar cualquier discriminación, prejuicio o estereotipo basado en la edad.
Claro que esta violencia no es tan visible como la que suele evidenciarse cuantitativamente en algún informe estadístico. De hecho, recientemente, el Ministerio de Salud porteño dio a conocer las cifras de un relevamiento realizado entre enero y octubre de 2022, que detalla que cinco de cada diez adultos mayores afirmaron haber sufrido maltrato por parte de sus hijos o hijas y que el 75% de los adultos mayores que sufren o sufrieron situaciones de violencia fueron mujeres, especialmente de entre 70 y 74 años. Pero el maltrato va más allá de los números.
«Hay una diferencia entre las violencias clásicas, como la violencia física, que aparecen con la vejez y se asocia con situaciones de orden psiquiátrico o adicciones, no obstante hay un hilo conductor con violencias que pueden ser mucho más sutiles, como la de no dar crédito a la opinión de las personas mayores, no creer en la capacidad de autonomía o que pueden tomar riesgos. Todo esto es cultural y se basa en suponer que la vejez es una especie de enfermedad que transcurre con el tiempo y que quita la capacidad de poder manejarse», explica en charla con Acción Ricardo Iacub, doctor en Psicología y profesor titular de Psicología en la Tercera Edad y Vejez, de la Facultad de Psicología de la UBA.
«Lo que pasó estos días con Moria Casan expresa este prejuicio de creer que a determinada edad hay cuerpos que no son mostrables, porque además todo hecho que altere esta cuestión provoca la burla –dice el profesional–. Lo mismo pasa con la sexualidad de los viejos y viejas, no se cree en esta posibilidad, y esto muchas veces no es consciente, hay gente progresista en su pensar, pero cuando ven una imagen de un viejo o vieja mirando a una persona con deseo, aparece la imagen del viejo verde o de la vieja loca. Esto es viejismo, explícito a veces o implícito muchas otras», señala Iacub.
«Tapate vos». La dura respuesta de la diva a una tuitera que cuestionó su cuerpo con la excusa de la edad.
Verdad y consecuencia
De acuerdo con el Informe Mundial sobre el Edadismo, publicado en 2021 por la Organización Mundial de la Salud (OMS), el viejismo repercute en muchos ámbitos de la vida de una persona: en la salud mental y física, en el bienestar y también en la economía. Según refiere el trabajo, el viejismo se produce a lo largo de todo el ciclo laboral, desde el reclutamiento y la contratación hasta la capacitación, las oportunidades de progreso y conservación del empleo, y en todo el camino seguido hasta la jubilación.
«Hablar de viejismo implica la violencia cultural, pero a su vez esta se traslada a una violencia estructural: decidir pagar o no los medicamentos, aumentar o no la jubilación, hacer o no edificios con barreras arquitectónicas o comunicativas –dice Iacub–. Hay organismos dedicados a esta población que tienen mecanismos para hacer trámites solo por internet, cuando se sabe que muchas personas solas no van a poder hacerlo, la limitación es tan grave que esa persona se siente una discapacitada cuando no lo es. Por otro lado, además, está la cuestión económica, ligada a cómo se reparte el poder dentro de una sociedad», afirma el psicólogo.
En este punto, se podría pensar que vivimos en sociedades donde la juvenilización está muy relacionada con lo estético, donde no hay modelos estéticos de distintas edades, pero es mucho más que esto. Según explica Iacub, hoy estamos en un mundo de adultos jóvenes, 30 o 40 años, donde hay una confianza excesiva en un saber que se renueva y donde esa generación pareciera ser la única poseedora de esta actualización.
El dato que se olvida es que, según la OMS, para 2025, 1 de cada 5 personas a nivel global tendrá más de 60 años. «Esto se ve en el plano profesional, pensemos en la edad de los presidentes, en Occidente bajó casi 30 años, más allá de la renovación necesaria. La gran mayoría de personas de poder en las empresas es muy joven, y esto deja afuera a muchos, hay un envejecimiento laboral que no coincide con la edad de envejecimiento de las personas, se habla de 45-50 años, y lo cierto es que no hay investigaciones serias que digan que un gerente es más eficaz solo por ser joven; hoy se echan a capas gerenciales de las principales empresas una vez que cumplen 50 años, esto tiene efectos muy negativos sobre la vida cotidiana de la gente», subraya el psicólogo.
Quizás las claves para enfrentar el viejismo estén en la educación desde temprana edad, pero también en la necesidad de asumir que hay modos disímiles de afrontar la vejez, con más o menos empoderamiento, pero que todas deben convivir en una sociedad donde la edad sea menos preponderante para definir lo bueno y lo malo, pensar en la edad inclusiva y que se pueden seguir desarrollando los talentos y capacidades a lo largo de toda la vida.