Economía

Diferencias extendidas

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La delegación argentina se retiró de las negociaciones de acuerdos con distintos países tras cuestionar su modalidad, pero aclaró que no abandonó el bloque regional. Brasil y nuevos tiempos ultraliberales. Continuidad de tratados vigentes con Europa.

Todo cambia. Desde su creación, la regla decisoria siempre fue el consenso. (Mercosur)

Con problemáticas que no son nuevas, el MERCOSUR atraviesa una coyuntura crítica, que parece haber pasado a otro nivel tras la decisión de nuestro país de poner en cuestión las negociaciones del bloque regional con distintos países. A fines de abril, la delegación argentina se retiró de la ronda de acuerdos celebrada con Corea del Sur, Canadá, India, Singapur y el Líbano para la firma de Tratados de Libre Comercio (TLC). La decisión estuvo motivada en el apuro por cerrar un acuerdo con Corea del Sur. El equipo de negociadores argentinos, encabezado por el secretario de Relaciones Económicas, Jorge Neme, señaló que dicho compromiso sería muy perjudicial para la industria local ya que el país asiático es una de las principales potencias manufactureras del mundo.  
Sin embargo, estos cuestionamientos de la actual cancillería argentina tienen como eje la posición del presidente brasileño, Jair Bolsonaro, secundado por su ministro de Economía, Paulo Guedes, que desde su asunción impulsa una redefinición del bloque. En octubre de 2018, Guedes ya había adelantado que el MERCOSUR no era prioridad porque «es muy restrictivo, Brasil quedó prisionero de alianzas ideológicas y eso es malo para la economía». Si bien días después relativizó sus dichos para aplacar las reacciones negativas generadas en el resto de los países, el principal objetivo del Gobierno brasileño es concretar un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos. Además, en líneas generales, Bolsonaro impulsa la firma de tratados de libre comercio con otros países y reducir el Arancel Externo Común (AEC), una postura librecambista que se fortaleció con el triunfo electoral de Luis Lacalle Pou en Uruguay y que ya apoyaba el mandatario paraguayo.  

Arancel y ¿ruptura?
El AEC es esencial, ya que establece una alícuota única (alrededor del 12% promedio, aunque existen excepciones) para los productos importados desde países extrazona. Una fuerte reducción del arancel implicaría un «tratado de libre comercio unilateral y un desastre para intentar alguna recuperación de la industria local», advierte el profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad de Buenos Aires Emanuel Porcelli. La lectura de las entidades gremiales industriales de los principales socios comerciales coincide con esa mirada. En una declaración conjunta, la Unión Industrial Argentina (UIA) y la Confederación Nacional de la Industria de Brasil (CNIB) manifestaron su «preocupación por el impacto en los sectores industriales y falta de transparencia de las tratativas».
El retiro de la mesa de negociaciones de Argentina fue interpretado, desde algunos sectores políticos y mediáticos, como una «ruptura del MERCOSUR», sin embargo, el Gobierno desmintió esa versión reafirmando su pertenencia al bloque. Por su parte, las autoridades paraguayas (a cargo de la presidencia pro tempore) aclararon que la decisión argentina «no es un obstáculo para que los demás Estados partes prosigan con los diversos procesos negociadores». No obstante, esta decisión abre un inédito camino de dos velocidades: un país miembro observando cómo avanzan las tratativas de los otros tres.
Sin embargo, la Cancillería argentina dejó abierta una puerta para reingresar a las negociaciones. El comunicado del Palacio San Martín informó que «los socios acordaron que el martes 5 de mayo se iniciará un intercambio de documentos para encontrar el mejor mecanismo que tenga en cuenta los intereses de cada país en las negociaciones externas, a sabiendas de que la mejor solución siempre será el resultado del acuerdo de todos los miembros». Es la primera vez que ocurre un acontecimiento tan disruptivo en el bloque regional porque la regla decisoria fue siempre el consenso. Los Estados miembros tienen poder de veto según lo dispuesto en el año 2000 por el órgano de conducción política del MERCOSUR (Consejo del Mercado Común). En consecuencia, la ruptura de la regla de la negociación conjunta genera interrogantes. «Al final de las negociaciones con Corea, ¿el Gobierno argentino haría uso del derecho de veto que le da la decisión 32/00? ¿O, acaso, eso sería demasiado revulsivo y abriría la puerta a una ruptura del MERCOSUR? ¿Permitirá a Brasil, Uruguay y Paraguay concretar esas negociaciones en curso y no otras nuevas? ¿O la debilidad relativa del país lo llevaría a abrir el MERCOSUR para que Brasil se case con Estados Unidos, Uruguay con China y Paraguay con quien lo enamore?», se pregunta el periodista Marcelo Falak en una nota para el portal Letra P. Sin lugar a dudas, la disolución de la unión aduanera pondría en riesgo las exportaciones industriales argentinas al mercado brasileño, ya que la competencia extrazona podría desplazar a la producción local. Aunque es aún muy pronto para predecir las posibilidades concretas de dicha amenaza, debido a que la dinámica político-económica regional y mundial es muy cambiante, una cosa sí es clara: el fortalecimiento del ala librecambista puede significar el certificado de defunción del MERCOSUR.

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