28 de agosto de 2014
La filial Litoral celebró el Día Internacional de las Cooperativas junto con referentes del sector e instituciones locales. Inclusión, paz y trabajo, los ejes de la declaración del Instituto Movilizador.
Cómo definir esa gigantesca utopía contemporánea de construir un mundo mejor? Se trata de asegurar la paz justa y duradera en todos los rincones del planeta, así como el respeto por el derecho a la autodeterminación de los pueblos. Y a la par de estas condiciones indispensables para garantizar la vida, hace falta mucho más para una existencia digna de todos los seres humanos. El trabajo decente sigue siendo una de las reivindicaciones más sentidas por millones de personas, carentes de ese derecho elemental como consecuencia de la aplicación de un modelo perverso que concentra la riqueza y provoca la exclusión social». Las palabras corresponden la declaración del Instituto Movilizador por el 92º Día Internacional de las Cooperativas, que fue celebrado en la Filial Litoral con una charla-debate titulada Otro mundo es necesario. A la par, el documento expresa que sólo un dato basta para ilustrar las consecuencias del sistema dominante: 85 individuos poseen fortunas equivalentes a lo que reciben por año 3.500 millones de personas. «O sea –expresa la declaración– que un pequeño grupo de hipermillonarios tienen a media población mundial en el bolsillo».
Realizada en la sede de gobierno de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), la actividad contó con la participación de Daniel Plotinsky, miembro directivo del Instituto de la Cooperación (IDELCOOP); Cristian Horton, presidente de la Federación de Cooperativas de Trabajo de la República Argentina (FECOOTRA); Pedro Romero, director del Instituto de Cooperación Latinoamericano de la UNR (ICLA); y Claudia Paredes, presidenta de la Comisión Asesora de la Filial Litoral del IMFC. A cargo de la presentación del panel estuvo Iván Pérez, jefe de la Filial Litoral del IMFC, quien sostuvo: «Es muy significativo conmemorar el Día Internacional de las Cooperativas en el ámbito universitario, ya que tanto el sector cooperativo como la universidad pública deben ser actores protagónicos de las transformaciones sociales que se han puesto en marcha en América Latina».
En tal sentido, Romero remarcó que el papel de la Universidad no es repetir las concepciones imperantes ni encerrarse entre sus paredes sin mirar lo que pasa con el conjunto de la sociedad. «La economía –afirmó– debería ser la ciencia de la solidaridad y pensar una economía solidaria es hacer el esfuerzo de vincular términos que la realidad en que vivimos se niega a vincular. ¿Qué tienen que ver los pueblos de nuestros países con los fondos buitre? Aparentemente nada, pero si reflexionamos un poco podemos darnos cuenta de la relación que existe. Otro mundo es posible cuando uno logra pensar y articular este tipo de cuestiones, y la universidad debería estar al servicio de ese pensamiento transformador».
Por su parte, Plotinsky planteó la necesidad de que el cooperativismo, al igual que la Universidad, también se pregunte qué está conmemorando cada vez que celebra el Día Internacional de las Cooperativas. «Estamos viviendo la llamada Década Cooperativa, lo cual le ha dado mucha visibilidad al movimiento. De cualquier manera, no alcanza con enumerar consignas o encapsularnos en nuestra tarea sin prestar atención a las causas y a los actores que promueven la desigualdad social. Está claro que las cooperativas tenemos la obligación de resolver las necesidades de los asociados o hemos servido para mantener o recuperar fuentes de trabajo que el capitalismo, en sus momentos de crisis, expulsa del mercado. Pero la función del cooperativismo no puede reducirse a ser una rueda de auxilio, sino que debe constituir la proyección de una forma autónoma y diferente de entender la vida de los pueblos, construyendo redes sociales, políticas, económicas y culturales que sirvan para promover escenarios cada vez más igualitarios».
Finalmente, Horton destacó la necesidad de acompañar los programas de inclusión social y trabajo impulsados por el Estado nacional, entendiendo que el cooperativismo debe ser un vehículo que permita recuperar la cultura del trabajo y dignifique la tarea de quienes participan en la gestión solidaria. «Falta mucho todavía, pero en estos últimos años hemos podido incluir a centenares de personas dentro del proceso productivo. Nuestro compromiso es honrar con trabajo los principios que decimos defender. Y para eso es necesario repensar y debatir en qué mundo queremos vivir». A modo de cierre hizo mención a la restitución de la identidad del nieto de Estela de Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo: «El mundo puede ser mejor, y será mejor sobre la base de memoria, verdad y justicia. Hay que festejar los pequeños y grandes triunfos de la democracia, ya que eso nos va a permitir construir una sociedad equitativa. La recuperación del nieto 114 es un logro colectivo, fruto de la lucha, y debe alentar nuestra tarea cotidiana».
—Lautaro Cossia