Vocación de servicio

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A 50 años de la fundación de una de las entidades que dio origen al Banco Credicoop, se realizó una cena de camaradería. Presencia de Carlos Heller, quien fue su primer gerente.

 

Recuerdos. Dirigentes, asociados y personal de la filial compartieron una velada donde no faltaron anécdotas e historias de vida. (Juan C. Quiles/3 Estudio)

Entre anécdotas de militancia e historias de vida que se mezclan con la fecunda trayectoria del movimiento cooperativo nucleado en el Instituto Movilizador, la filial Villa Maipú de Credicoop conmemoró los 50 años de la apertura de la primera caja de crédito en esa localidad bonaerense del partido de San Martín, que dio origen a la actual sede del banco cooperativo. En el acto, realizado en el salón Alberto Laiz de la filial, estuvieron presentes integrantes del primer consejo de administración de la cooperativa, consejeros zonales y asociados, así como representantes de instituciones locales. Carlos Heller, presidente del Banco Credicoop y primer gerente de la Cooperativa de Crédito Villa Maipú, fue una de las presencias destacadas de la celebración, a la que también asistieron los integrantes de la comisión de asociados, Juan Francisco Oreja (presidente), Aldo Vezzaro (secretario de Gestión de la Empresa Cooperativa) y Néstor Callegari (quien es además pro-tesorero primero del Banco Credicoop). Asimismo, se hicieron presentes la gerenta de la filial Villa Maipú de Credicoop, María Claudia Ieraci; Raúl Guelman (síndico titular del Banco Credicoop) y Nello Tarquini y Arístides Radrizzani (integrantes históricos de la caja de crédito).

 

Promover el desarrollo
Con el objetivo de fomentar el crédito y promover el desarrollo económico y social de las empresas y comercios de la zona, a mediados de 1963 un grupo de vecinos de Villa Maipú decidió formar una cooperativa de crédito. El 15 de diciembre de ese año se llevó a cabo la asamblea inicial, donde se eligió el primer consejo de administración. Para reunir experiencia en materia cooperativa, el grupo de vecinos se asesoró con el IMFC, institución que impulsó finalmente su apertura, el 3 de febrero de 1964. «En aquel primer consejo de administración –recordó Heller durante el discurso brindado durante la celebración– estaban los referentes más importantes de la Villa: el médico, el farmacéutico, el ferretero, los directivos de la sociedad de fomento del barrio, de la cooperadora de la escuela, de la cooperativa de servicios públicos. Era toda la gente con vocación de servicio y con vocación de integrarse, y ante la falta de asistencia crediticia de los bancos tradicionales, se desarrollaban las cajas de crédito que crecían, yo diría, de manera exponencial». El dirigente cooperativo recordó también su historia personal dentro de la entidad: «Cuando vine acá en enero de 1964 me presenté en el local que es lindero a lo que es hoy nuestra filial (que sigue siendo Casa Visentín), donde tenía su negocio y vivía quien fue el primer tesorero de la caja de crédito, Livio Visentín. Llegué con una tarjetita de Floreal Gorini, por entonces gerente del Instituto, que decía “El portador, Carlos Heller, es la persona que nosotros creemos que puede cumplir el rol de gerente de la caja”. Pero Gorini fue mucho más que eso, fue nuestro líder, nuestro emblema, nuestro maestro».
A su turno, el presidente de la comisión de asociados hizo referencia al momento en que los integrantes de la caja decidieron depositar sus ahorros en el flamante emprendimiento. «Lo solidario y lo comunitario han sido la base de la caja de crédito. Es lo fundamental para crear una Nación. Pero una cosa es verlo ahora, 50 años después, y otra cosa era verlo en esos momentos, donde se reunían vecinos, familias para decidir lo comunitario, como poner los ahorros y poder prestarlos a otros con confianza». Por su parte, la gerenta destacó la importancia de pasar la posta a las nuevas generaciones de cooperativistas «para que conozcan la historia del movimiento cooperativo y para que puedan seguir escribiéndola». «La historia cooperativa –indicó Ieraci– se escribió y se escribe con trabajo, y el trabajo siempre está junto a la militancia. No se pueden disociar, no hay forma de que trabajo y militancia vayan por caminos separados. La prueba fehaciente de que esto es así es la permanencia de nuestra cooperativa: no había forma de afrontar las batallas iniciadas en el 65 sin la conciencia cooperativa. Ni resistir el golpe cívico-militar de 1976 y todas sus consecuencias nefastas, ni soportar tanta mala gambeteada de la historia sin esta hermandad de trabajo y militancia».
Pertenecer al Banco Credicoop, remarcó a su turno Vezzaro, «es sentirse una persona y no un número». «Sentirse partícipe de las actividades propuestas por la comisión –añadió– hace que no tenga más que agradecer a todos aquellos que hace 50 años hicieron que esto hoy sea posible». En tanto, Callegari manifestó que desde los orígenes, y fiel al espíritu solidario que lo caracteriza, el IMFC estuvo junto a la caja de crédito Villa Maipú para asesorarla en materia bancaria. «Nadie conocía la actividad y nos fuimos haciendo gracias al apoyo que tuvimos, técnico e ideológico, que nos convenció a todos de que este modelo cooperativo podía ser exitoso».

Pablo de Micheli

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