8 de enero de 2016
Satélites y transportes más allá de la atmósfera terrestre son las dos orientaciones de la nueva carrera que dicta la Universidad Nacional de San Martín. Una propuesta única en América Latina.
Esta carrera es para crear riqueza», define su director, Roberto Yasielski. Y no habla de una licenciatura en Economía ni en Agronomía, y ni siquiera en programación de redes sociales. Habla de Ingeniería espacial, que se incorporó a la oferta académica de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM) con el apoyo de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE), de la que él mismo forma parte. «Para crear riqueza, para generar valor agregado, se necesita primero un capital humano, y esta es una estrategia para crear profesionales de gran nivel para un medio tan exigente como el espacial», explica. Ingeniería espacial durará 5 años y medio y tendrá 2 orientaciones: una de satélites y otra de transporte más allá de la atmósfera terrestre. En el medio, laboratorios de investigación, desarrollo e innovación. «Es una decisión política que tiene que ver con una decisión económica», considera Yasielski. La carrera será la única de su tipo en América Latina. En Estados Unidos, explica, hay apenas 3 o 4 de estas características. «Otras universidades, unas 50, tienen carreras relacionadas, pero específicas, apenas 4 y solo una es civil». Yasielski está entre los pioneros del sector en la Argentina. Ríe incluso definiéndose como «socio fundador del club», al hablar de la CONAE. «Hice la carrera de Ingeniería electromecánica en la UBA y después un posgrado en Tecnología aeroespacial que dictaba la Fuerza Aérea con la UTN», recuerda. En ese posgrado, siguió dando clases 10 años y participó en un grupo entrenado en la NASA, gracias a las gestiones del colega argentino Mario Acuña, que trabajaba allí. «Él, que había generado los magnetrómetos de todos los vehículos que van a los confines del universo, apostó por nosotros, así que ahora esta carrera, poder transmitir lo que aprendimos, es algo trascendente para todos los que salimos de esa camada», reflexiona y celebra el buen momento de la disciplina en el país, que tuvo su momento más destacado en el último tiempo con el lanzamiento del satélite Arsat-1, pero que también se manifiesta en diversos acuerdos de cooperación con otras agencias espaciales. Más allá de la docencia, Yasielski trabajó en los subsistemas de altitud, propulsión, carga útil, giróscopos y gps de distintos satélites, como el SAC-B, SAC-C y SAC-D, y en la navegación, guiado y control del Tronador II.
De esta experiencia se desprende uno de los lineamientos de la carrera, que fomentará el aprendizaje colaborativo, el desarrollo de proyectos y la ingeniería de sistemas complejos. «Que no solo tiene que ver con el software, sino también con el hardware, con procedimientos, operaciones, una ingeniería mucho más abarcativa y multidisciplinaria», detalla y compara el sistema de estudio de los futuros estudiantes con un ágora, en el que expertos en el área los orientarán para «generar y gerenciar conocimiento». El objetivo de esto es bajar tiempos de diseño, costos y sumar calidad. «La idea es que los chicos se entrenen en el saber hacer y que desarrollen un entrenamiento para los próximos 10 años, no para los años anteriores», comenta y cuenta que un eje del programa de estudios serán los proyectos integradores.
Quizás por esto, y aunque son disciplinas importantes, en ningún momento Yasielski menciona materias como la matemática entre las indispensables del perfil de estudiante que pretenden en la carrera. «Buscamos gente que tenga ganas de meterse en un proyecto, proactivo y con iniciativa, que pueda dialogar con los demás: eso es básico», advierte. Relacionarse, formar parte de un equipo, «ya eso es un montón», reconoce. Además, se ilusiona con la posibilidad de repatriar, al menos por un rato, a colegas connacionales que están trabajando afuera, que se acerquen, año sabático mediante, para desarrollar la carrera. Además, Yasielski aspira a colaborar con la editorial de la Unsam para generar nuevos libros técnicos en castellano. «De estos temas a veces no hay libros ni en inglés», advierte.
Mercado laboral
Hoy la UNSAM cuenta con un laboratorio creado en conjunto con la CONAE, un MicroLab con la «Sala Limpia», que mantiene constantes los valores de temperatura, presión, humedad y tamaño de partículas en el aire, y permite manipular delicadas piezas electrónicas que, sacadas al ambiente, se dañarían. Allí estudiarán los alumnos de la flamante carrera. «Creo que esto que vamos a generar, este espacio de laboratorios, va a servir para madurar tecnologías y madurar el plan espacial. Y luego va a haber un montón de tecnología que se va a propagar en la industria nacional. Es una idea inteligente esto de diversificar la matriz industrial, armar un espacio para generar capital humano y generar tecnología. También va a depender de la coherencia en el tiempo y del apoyo de los sucesivos gobernantes, que se convierta en una política de Estado». Los proyectos nacionales en curso relacionados con el espacio serán un buen mercado laboral para la inserción de los futuros ingenieros aeroespaciales. ¿Nuevos satélites? ¿Proyectos de colaboración con Rusia, China y otras potencias del rubro? Yasielski es puro optimismo: «A los chicos nos los van a sacar de las manos», promete.
—Andrés Valenzuela