13 de mayo de 2015
Hace 50 años nacía una de las cajas de crédito que luego daría origen a la filial homónima del Banco Credicoop.
En la cooperativa es donde los ahorros reciben una aplicación que concuerda con las necesidades del pueblo, porque son prestados sin distinción y al que más necesita». La consigna, publicada en 1967 en la revista de difusión que editaba la Caja de Crédito Villa Parque Caseros, quizás resuma buena parte de la historia de una entidad que durante más de una década desarrolló una labor financiera, social y cultural destacada en la comunidad del partido bonaerense de Tres de Febrero.
Fundada en 1964 por un grupo de vecinos con la intención de responder a las necesidades de crédito de emprendedores y trabajadores de una zona que se encontraba en pleno desarrollo, la institución solidaria cimentó su accionar a través del impulso y el trabajo que obreros, comerciantes, industriales y dirigentes sociales y políticos destinaron a la fundación de la Caja. «En esa época era muy restringido el crédito para la pequeña y mediana empresa y para los profesionales. El banco era una cosa muy lejana», explicaba en 1998 al Archivo Histórico del Cooperativismo de Crédito Luis Borello, uno de los dirigentes más recordados de la Caja de Crédito Villa Parque Caseros, sobre las motivaciones de los fundadores. Conscientes de esa necesidad en la comunidad y con el acompañamiento y promoción del Instituto Movilizador, luego de distintas reuniones que se comenzaron a realizar a fines de 1963, en abril de 1964 quedó conformado el primer Consejo de Administración de la caja, que en un principio funcionó en un pequeño local alquilado sobre la avenida Mitre.
Sentido de pertenencia
Para junio de 1964, la caja bonaerense ya funcionaba oficialmente. Según explica a Acción Rubén Cassano, uno de los presidentes que tuvo la entidad, «durante el primer año se creció un 130%». Esa expansión daba cuenta de la importancia que las cajas de crédito tenían al momento de promover las economías zonales. «Los socios, los vecinos del barrio, tenían un sentido muy grande de pertenencia a la caja. Era la entidad que colaboraba con ellos para el crecimiento de sus actividades», explica Nicolás Maksymiv, dirigente que integró la comisión de promoción de la caja de Villa Parque Caseros a principios de la década del 60 y que colabora actualmente en temas de educación en la filial de Credicoop que lleva el mismo nombre en honor a la entidad que la precedió.
Pero la institución no solo puso sus esfuerzos en la ayuda crediticia: como sucedió con el resto de las cajas que se desplegaron por todo el país, la actividad social y cultural afianzó el trabajo de las entidades cooperativas. Conciertos, campeonatos de ajedrez, peñas de tango y folklore, iniciativas educativas con escuelas, conferencias y cine eran parte de la oferta cultural que la Caja de Crédito Villa Parque Caseros dirigía a la comunidad. «El barrio nuestro no tenía un teatro y desde la caja formamos una compañía teatral que funcionaba», recuerda Maksymiv. Por su parte, Borello sostiene: «Teníamos una masa societaria fiel, fuerte y realmente militante. Cada vez que los llamábamos por alguna actividad, concurrían y participaban».
Tanto el IMFC como los asociados, dirigentes y los distintos actores sociales de Villa Parque Caseros fueron los que, en tiempos especialmente difíciles para el cooperativismo de crédito como fueron los años 1966 y 1976, nutrieron y acompañaron a una de las cientos de cajas solidarias que veían amenazada su operatoria. Sobre esa situación, Jorge Pancaro, dirigente de la caja y actual consejero zonal de Credicoop, expresa acerca de las restricciones del Onganiato: «La fortaleza que nos permitió sostener la caja era el contacto tan directo que teníamos con los asociados y con las entidades de bien público. Las cajas de crédito cumplían una misión tan importante que tenían un adhesión, a veces, impensada». El inicio de la dictadura cívico militar en 1976 también reactivó la defensa del movimiento cooperativo frente al ataque de la política económica diseñada por Alfredo Martínez de Hoz. Tras un proceso de intenso debate público e interno y de confrontación con la dictadura, las cajas de crédito se convertieron en bancos cooperativos y Villa Parque Caseros también protagonizó ese capítulo. «Nos costó mucho entender esa antinomia, porque “banco” era la antinomia de cooperativa», recordaba Luis Borello sobre la transformación de la entidad. «No había espejos para mirarnos. No había antecedentes», indica Pancaro. Sin embargo, 44 cooperativas acordaron fusionarse y en 1979 se puso en marcha el Banco Credicoop, integrando a Villa Parque Caseros como una de las filiales de ese proyecto que comenzaba a dar sus primeros pasos. «El reconocimiento que el Banco ha obtenido se debe, en parte, a la historia y la transparencia de los dirigentes que forjaron al movimiento desde las cajas de crédito», reconoce Maksymiv.
Orgullo local
A pesar de los cambios que tuvieron a lo largo del tiempo, los valores de la solidaridad y el compromiso social afianzados por las cajas de crédito en su época de esplendor perduraron en el funcionamiento de las actuales filiales del banco cooperativo, que sigue dando espacio para la participación de los asociados, la esencia de las antiguas cajas. «La comisión de asociados permanece fiel a la historia que nos nutre», valora su presidente, Carlos Benvenuto, a la par que agrega que «no muchas filiales tienen la suerte de contar con la trayectoria como la de Villa Parque Caseros».
En 2014 se cumplió medio siglo desde la fundación de la entidad crediticia. El aniversario fue celebrado con un acto en las instalaciones de la actual filial bancaria, del que participaron algunos de los socios fundadores, asociados, funcionarios, integrantes y autoridades de las entidades vinculadas a la filial. «En estos 50 años de la caja de crédito me he formado como ser humano por el contacto social promovido por dicha institución. Fue también un aprendizaje al momento de entender lo económico y lo político del país», sostiene Cassano, uno de los dirigentes con más trayectoria dentro de la caja bonaerense. Asimismo, Maksymiv y Pancaro concuerdan en un objetivo con vistas al futuro. «Lo importante también es transmitir alguna experiencia y ceder los espacios a la gente joven», resume Maksymiv, al tiempo que Pancaro sintetiza: «El compromiso que nos queda es regenerar nuevos dirigentes con más capacidad. Fortalecer la base dirigencial es fundamental para sostener al movimiento».
—Maximiliano Senkiw
Rosario, 1 de octubre de 1986
A días de iniciarse en el Congreso uno de los debates en torno a la Ley de Entidades Financieras, 2.000 personas, entre dirigentes cooperativos, legisladores y representantes de partidos políticos diversos, colmaron el Teatro El Círculo para manifestarse en favor de una normativa «al servicio de la reactivación económica».