21 de octubre de 2014
El valor bruto de producción del sector asciende a 130.000 millones de pesos, con alta incidencia de pequeñas y medianas empresas. Transformación y potencialidades de crecimiento.
La cadena de valor de la construcción consta de eslabones cuya demanda es cubierta casi exclusivamente por pequeñas y medianas empresas. Lejos del negocio concentrado de cementeras, grupos siderúrgicos y constructoras, los servicios y producción de artículos de decoración y accesorios, aberturas, muebles de fabricación artesanal, yesería e instalaciones de electricidad y de gas o cristalería, entre otros, es provisto por empresas de menor porte, mayor diversificación y arraigo local. «El crecimiento económico sostenido de los últimos años ha sido acompañado por importantes cambios en los patrones de demanda de viviendas y otras edificaciones, tales como reducción en los tiempos de ejecución, seguridad y sostenibilidad medioambiental incentivando cambios organizacionales y tecnológicos del sector», asegura un informe del Área de Pensamiento Estratégico de la Cámara Argentina de la Construcción (CAC).
El rol de la industria de la construcción es clave debido a su relevancia en la generación de empleo directo e indirecto por el lado de la demanda, pero satisfaciendo al mismo tiempo la sostenibilidad de la oferta al incrementar la capacidad instalada a través de inversión agregada. Según estimaciones del INDEC-ISAC (Indicador Sintético de la Actividad de la Construcción), el valor bruto de producción del sector construcción es de aproximadamente 130.000 millones de pesos, representando cerca del 63% de la Inversión Bruta Interna Fija nacional. La generación de valor agregado alcanza una cifra cercana a los 60.000 millones de pesos, casi 6% del PIB nacional. El sector genera además cerca de 1,5 millón de puestos de trabajo directos, casi el 8% de la generación de empleo del total de la economía argentina.
La actividad incluye materiales y productos como arena, canto rodado, instalaciones eléctricas, de agua y gasífera, madera y muebles, papel, asfalto, pinturas, caucho, plástico, artículos sanitarios, vidrios, ladrillos, cerámicas, cemento, cal, yeso, mármol, piedra, membranas, arcillas, muebles, metales y carpintería metálica, grifería y equipos de calefacción y aire acondicionado. La importancia de la construcción residencial y las refacciones en términos de valor agregado generado es mayor: dos tercios del valor facturado. En tanto que en términos de puestos de trabajo, alcanza el 75% de la ocupación del sector, de acuerdo con datos de la CAC. Las obras de infraestructura son en términos relativos menos intensivas en empleo y valor agregado que las obras residenciales o las refacciones.
Encadenamiento
Dentro de la oferta provista por el segmento de la pequeña y mediana empresa se halla la carpintería de madera, que emplea a 70.000 personas en 6.500 establecimientos, según el Registro de la Industria Maderera de la República Argentina. Le sigue el rubro de los plásticos, en el cual, según la Cámara nacional del sector (CAIP), sólo 2% de las empresas cuenta con más de 100 empleados, mientras que funcionan 2.750 empresas que emplean a 32.000 trabajadores. Por último, en la fabricación de vidrio, que incluye el material para obra, existen 124 empresas registradas, de las cuales el 46,8% son microempresas, 31,5% pequeñas, 15,3% son medianas y el 6,5% son grandes. Se suma el sector ferretero y producción de metálicos para uso estructural, como tanques, depósitos, lámparas y luminarias donde operan unas 1.300 empresas.
Una de las características típicas del sector construcción es el elevado efecto encadenamiento hacia los sectores proveedores de insumos tanto en magnitud como en diversidad de áreas productivas en las que impacta. La obra residencial emplea el 24,3% de la producción minera, el 48,6% de maderas, 23,1% en pintura, 18,2% en plástico, 48% en vidrio, 34,7% en muebles, 12,9% en siderurgia, 53,3% en ladrillos, entre otros. La grifería, bombas y afines es demandada principalmente por obras de redes de gas y refacciones, seguidas por las construcciones residenciales, según el índice Construya.
Los programas oficiales de estímulo tienen como objetivo reactivar un sector que en los últimos meses se vio resentido por una menor demanda inmobiliaria y la reducción de los niveles de inversión. No obstante, junto con los planes de estímulo impulsados por el Gobierno nacional, como el ProCreAr, se rubricaron en distintas provincias acuerdos de precios para materiales de corralón, los cuales fueron suscriptos no solo por grandes distribuidoras sino también por firmas pequeñas y medianas.
Las obras de infraestructura y los edificios no residenciales son los subsectores que más demandan insumos y servicios: por cada 100 pesos de costos, las obras no residenciales gastan entre 85 pesos (obras viales) y 68 pesos (infraestructura de gas). En el caso del complejo maderero, se destacan las obras residenciales con un 8,5% de incidencia en el total de costos, casi el doble del promedio del sector. La incidencia en los costos de los productos para la instalación sanitaria y vidrio son particularmente importantes en obras residenciales y en las edificaciones no residenciales tales como establecimientos educativos, hotelería, administración y finanzas y refacciones.
Por último, el complejo cerámico y ladrillos presenta coeficientes próximos al 10% del total de costos en el caso de las refacciones. Las viviendas familiares y otros tipos de construcciones residenciales lideran la demanda de este segmento que es abastecido en muchos casos por cooperativas –como la recuperada Zanón–. Por su parte, entre las tipologías de obras más intensivas en generación de valor agregado, según datos oficiales, se destacan las de infraestructura portuaria e hidráulicas, con un 70% del coeficiente de valor de producción. En este segmento es casi nula la participación de pymes. No obstante, le sigue en generación de valor agregado el sector de refacciones y obras de infraestructura de aguas y cloacas, con cerca de 60%, donde la presencia de pymes es importante. El promedio se ubica en 53% e incluye construcción residencial, comercio, gas, salud y gastronomía.
—Cristian Carrillo