23 de septiembre de 2015
Comenzó como un proyecto agroecológico y se transformó en una asociación solidaria de gestión social y cultural. Comunicación popular, producción familiar y desarrollos de tecnología.
Hace cinco años un grupo de seis personas iniciaron en la localidad cordobesa de San Marcos Sierras un emprendimiento asociativo vinculado con la producción de tomates disecados y la actividad apícola. A pesar de que para su desarrollo contaron con la asistencia del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) y el intercambio con la Asociación de Pequeños Productores del Noroeste Cordobés (Apenoc), el proyecto no prosperó, debido a una gran sequía que afectó a la zona. «Frente a esa situación decidimos continuar con el propósito asociativo, ampliar nuestro objeto social y sumar nuevas propuestas al trabajo de la tierra», rememora Federico Fumiato, uno de los miembros del proyecto. Fue así que en 2011 crean la Cooperativa de Trabajo Viarava e instalan su sede en la ciudad vecina de Capilla del Monte. «Elegimos llamarnos Viarava porque es la manera ancestral con que los comechingones denominaban a las Sierras Chicas, que es la zona en que la estamos situados», explica Fumiato, comunicador popular y secretario de la entidad.
La nueva propuesta se plantea promover el desarrollo local sostenible a través de la producción agrícola orgánica y la agricultura familiar, así como la democratización de la cultura, la gestión de medios de comunicación popular, la realización de producciones artísticas locales y la gestación de procesos de educación e inclusión social.
«Debimos atravesar por innumerables reuniones para acordar en nuestras búsquedas como trabajadores involucrados en el ámbito de la economía social», señala Laura Carizzoni, presidenta y responsable de la gestión general de la cooperativa. «Con la incorporación de nuevos asociados también ampliamos nuestras líneas de acción, las que orientamos hacia la educación ambiental, el desarrollo cultural y el apoyo a la gestión de otras organizaciones populares», dice Carizzoni.
La trama tejida
«Ahora vislumbramos un horizonte posible y sentimos orgullo porque logramos conformar una sólida trama colectiva
–manifiesta Agustín Fontaine, tesorero, productor periodístico y tallerista de software libre–. Los que sueñan con la idea de no tener patrón deben tener en cuenta que para mantener esa opción es preciso el compromiso en el trabajo cotidiano», explica. Bajo esos conceptos los asociados de Viarava lanzaron la primera Escuela Cooperativa de Comunicación del Valle de Punilla y Noroeste Cordobés y, junto con el Programa Universitario de Comunicación Audiovisual para la República Argentina (PUCARA), implementaron diversos talleres con certificados oficiales expedidos por el Instituto de Extensión de la Universidad Nacional de Villa María. «Con el Equipo Uritorco Libre de la cooperativa, asociados al Instituto Superior Dr. Bernardo Houssay, organizamos el Festival Latinoamericano de Instalación de Software Libre (FLISoL) y colocamos gratuitamente ese sistema operativo a diferentes organizaciones civiles y centros vecinales», cuenta Fontaine.
En el área cultura la entidad editó el CD Gualumba. Sonidos de Capilla del Monte, con 15 bandas de música capillenses. «Esta iniciativa tiene dos propósitos: difundir el arte local y sumar recursos para llevar adelante otras actividades», comenta el tesorero. Por otro lado, Viarava emite el programa radial Entre mate y mate, una propuesta informativa diaria con música, entrevistas y noticias del Valle de Punilla. «Articulados, con la secretaría de Agricultura Familiar de Córdoba, realizamos la producción periodística de los informativos Recorre y Tierra Fértil y, mediante un subsidio que nos dio el Fondo Fomento Concursable para Medios de Comunicación Audiovisual (FOMECA), estamos produciendo contenidos para el programa de radio Crece la voz», comenta Fontaine. Para completar el conjunto de propuestas comunicacionales y artísticas que tiene la cooperativa, los asociados de Viavara proyectan instalar una emisora radial propia.
—Texto y fotos: Bibiana Fulcheri