27 de abril de 2016
Desde 2010, el Estado repartió más de cinco millones de netbooks entre estudiantes de escuelas públicas. Aunque el gobierno de Maurico Macri sostuvo que continuará con el programa, los despidos en el área lo ponen en duda. Pedagogía, redes e inclusión.
El Plan Conectar Igualdad (pci) es el mayor en su tipo en el mundo por sus dimensiones: desde su creación en 2010, el Estado argentino repartió más de cinco millones de netbooks entre estudiantes secundarios de las escuelas públicas de todo el país. Lo hizo a través de anses como encargado de la compra de las netbooks, y el Ministerio de Educación, responsable de los aspectos pedagógicos de su implementación a través del Plan Nacional de Inclusión Digital en Escuelas (pnide). Entre sus objetivos estaba nada menos que atraer a los estudiantes a las aulas, que la escuela acompañara pedagógicamente el ingreso al mundo digital y dar a los docentes nuevas herramientas para trabajar.
El pci y sus dimensiones permitieron una serie de «efectos colaterales» como fortalecer la industria de producción informática nacional ya que, por ejemplo, se pedía que entre el 50% y el 100% de ciertas partes fueran de producción local. Por otro lado el pci quedó fuertemente asociado con el kirchnerismo, y fue una de sus marcas en la lucha por mejorar las oportunidades de los jóvenes: si bien esto favoreció un debate a veces polarizado, el nuevo gobierno, tanto durante la campaña como posteriormente, sostuvo que lo continuaría. Eso no fue obstáculo para una serie de despidos en la pata pedagógica del proyecto que reabrieron el debate sobre el pci y sus múltiples facetas: que se bloquean, que los chicos se entusiasman, que no anda Internet, que es un paso adelante para meter la programación en las escuelas. «El pci tuvo dos grandes objetivos: por un lado la inclusión digital, es decir, que jóvenes y sus familias accedan a herramientas informáticas, en muchos casos por primera vez. Ese objetivo tuvo resultados favorables. El otro gran objetivo fue ayudar a la escuela a volver a seducir a los estudiantes. Los logros en ese sentido son más discutibles», explica Mariano Zukerfeld, doctor en Ciencias Sociales e investigador del conicet. Zukerfeld es también el director de una investigación de la Universidad de la Plata y la Maimónides sobre el pci, que incluyó encuestas a 3183 estudiantes y 342 docentes.
Una de las primeras cuestiones que apareció en la investigación es que el 40% de los alumnos mantiene un vínculo con docentes, preceptores o directivos a través de Whatsapp o Facebook: es decir que la tecnología ya estaba entrando en las escuelas de la mano de grandes corporaciones, pero sin estar sistemática y pedagógicamente comprendida por el sistema educativo. De alguna manera el pci salió al cruce para guiar un proceso que, de otra manera, dependía de iniciativas individuales o el mercado. ¿Cuál fue el impacto? «Es interesante ver que en los sectores más desfavorecidos, aun cuando no tenían disponible Internet, valoraron positivamente la llegada de las netbooks a la escuela», explica Zukerfeld. «En ese estrato los que asociaban la netbook con ir a la escuela con más ganas casi duplican a los que se sentían indiferentes, al revés de lo que ocurre con estudiantes más acomodados».
Más allá de los aspectos pedagógicos y simbólicos, están los «fierros», por así llamarlos. En ese sentido, la investigación también aportó algunos datos: «Algo más de la mitad de los estudiantes señaló que Internet no anda nunca o casi nunca en la escuela», explica el investigador. Otro de los temas fuertemente cuestionados son las roturas: el 50% de los estudiantes sufrió alguna y solo uno de cada diez pudo repararla en tiempo y forma.
Relaciones y contenidos
Es en estos últimos aspectos donde el ministro de Educación, Esteban Bullrich, coló sus argumentos sobre la «puesta en valor» del plan al asegurar, por ejemplo, que darían conexión a todas las escuelas. «La mayoría de los discursos que consideran que el pci fracasó, generalmente parten de una concepción que reduce al plan a “hardware más Internet”, negando las otras dimensiones», sintetiza Zukerfeld. «Uno de los méritos del pci es que no fue un programa de reparto de compus solamente. Había netbooks, claro, pero hubo unos desarrollos espectaculares en términos de software y también de los contenidos que están en educ.ar. Hay secuencias pedagógicas muy interesantes; también redes para que los docentes compartan recursos. Es importante atacar esa idea reduccionista que supone que el aprendizaje y la mejora educativa tienen que ver con el artefacto. Si algo se sabe en la literatura que analiza estos planes es que la diferencia la hacen, además de las relaciones entre los seres humanos, el software y los contenidos».
Si bien ni anses ni el Ministerio de Educación respondieron las preguntas de Acción, es posible concluir que la actualidad del pci refleja miradas distintas sobre la tecnología. Por un lado, los trabajadores despedidos del pnide aseguran que el ministro Bullrich miente al decir que el plan sigue: ellos eran quienes hacían las capacitaciones, los desarrollos y se conectaban con los equipos territoriales de cerca de 1.000 personas que recorrían las escuelas. Su esfuerzo estaba centrado en que docentes y estudiantes utilizaran las netbooks para producir y no para consumir formatos prefabricados por la lógica del mercado.
Del otro lado, está la visión más centrada en el «objeto netbook» que ve al plan como un distribuidor de máquinas y garante de conectividad. De hecho, anses ya llamó a una nueva licitación para comprar las netbooks a distribuir en 2016. Esa mirada le permitió al Ministerio de Educación desarticular el pnide despidiendo trabajadores y ofreciendo a las provincias quedarse con los equipos de capacitadores del Interior. El Ministerio solo se reservó la posibilidad de intervenir pedagógicamente en el plan a través del portal educ.ar, que también sufrió numerosos despidos.
«El proceso que se estaba llevando a cabo quedó trunco –concluye Zukerfeld–. Si vos ves las políticas sobre el conocimiento del kirchnerismo, en el sentido de educación, tecnologías digitales y ciencia y tecnología, ves algunos vectores muy claros: acumulación de capacidades endógenas, de soberanía, de inclusión; el macrismo está en contra de las tres». Durante uno de los actos por los despidos en el pnide Eduardo López, secretario general de ute y cta, sintetizaba las posiciones: «Conectar Igualdad no es repartir electrodomésticos. Es educación y soberanía».
—Esteban Magnani