El cierre de la única productora nacional de jeringas dejó en evidencia una realidad cotidiana frente a la caída de la demanda doméstica y la inundación de importados. La producción del sector frente a una política comercial aperturista.
25 de julio de 2018
(Foto: Juan C. Quiles/3Estudio)La última fábrica nacional de jeringas, la pyme Productos Médicos Descartables SA, con 34 años en el mercado y que abastecía a un tercio del país, quebró y el gobierno no les permitió a sus trabajadores hacerse cargo de la planta y formar una cooperativa. Priorizó así las compras al exterior. Sus trabajadores se hicieron cargo inmediatamente, pero en marzo último, a través de un operativo policial, la planta fue desalojada. Este caso, como muchos otros, es consecuencia de una política de desprotección de la industria local y de apertura indiscriminada de las importaciones. La producción de insumos médicos no es ajena al efecto tenaza de la política oficial. «El propio gobierno no compra jeringas argentinas. No nos quieren comprar, no nos llaman ni para licitar. Si el propio gobierno no compra lo que se fabrica en su país, ¿qué podemos esperar?», se pregunta Fernando Jakubowicz, propietario de la fábrica de jeringas, tubuladuras, sondas y frascos. A los problemas de falta de demanda local y competencia desleal de importados, se suma el incremento del costo de los servicios. La firma quebrada cerró sus persianas acumulando una deuda de un millón de pesos por el servicio eléctrico. Para rematar, la Secretaría de Comercio simplificó la normativa de certificaciones para favorecer la importación de instrumental médico. De esta manera, liberalizó un paso más la importación de productos e insumos.
Sin regulación
En varios países, a la industria de insumos y equipamiento médico se la considera estratégica, dado que manufactura productos asociados al cuidado de la salud de la población. Es por eso que es una actividad fuertemente regulada a nivel internacional. El descuido de este sector durante los noventa, como el de otras industrias estratégicas, derivó en que durante la crisis de 2001/2002 se suscitaran numerosas dificultades en el abastecimiento de bolsas de sangre, guantes para cirugía, jeringas y agujas hipodérmicas, porque no había oferta doméstica. Hasta el año pasado, las empresas argentinas productoras de bienes del sector llegaban a cerca de 400 firmas. A ellas hay que sumar filiales locales de empresas multinacionales –cuyo objetivo es abastecer el mercado regional– y un conjunto de empresas que se dedican a la importación y comercialización de productos en el mercado interno. El conjunto del sector es mayormente pyme, de intensidad tecnológica variada, pero el cóctel explosivo de políticas neoliberales las está poniendo en peligro.
Las empresas nacionales adaptan e incorporan con rapidez las innovaciones de productos, de tecnologías y de diseño, desarrollados por las firmas multinacionales, lo que les permite insertarse en nichos dinámicos del mercado mundial, donde la competencia se determina vía diferenciación de producto y calidad, según un informe de la Secretaría de Planeamiento y Políticas del Ministerio de Ciencia. La localización geográfica del sector está guiada por la demanda y se concentra en las grandes ciudades, donde se sitúan los principales hospitales y centros de salud. La actividad emplea a cerca de 6.000 trabajadores.