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Pese a la mayor ingesta de carbohidratos por parte de la población en un escenario de crisis económica como el actual, la producción de pastas nacional se encuentra en riesgo debido al incremento del valor del trigo y de la energía.


Pastas frescas. Este mercado cuenta con 1.400 establecimientos de producción de tipo familiar. (Lisandro Carrobe)

 

La mesa de los argentinos comenzó a reflejar la crisis económica. Si bien los alimentos suelen evidenciar, respecto de otros bienes, cierto rezago en la caída de la demanda, la calidad de la canasta muestra los  signos de la pérdida de poder adquisitivo. La canasta familiar vio así retroceder la participación de la carne, la cual fue reemplazada por una mayor cantidad de hidratos de carbono (panes, polenta y fideos secos). En este último caso, pese al cambio en el menú cotidiano, la producción de pasta está en una situación de fragilidad y las perspectivas del sector no son buenas. El veloz incremento en dólares del trigo, el actual escenario post-devaluación, la persistencia de altos niveles de inflación y el fuerte aumento del costo de la energía y otros servicios, hacen que la recuperación del sector requiera la asistencia directa del gobierno nacional, advierten desde la Unión de Industriales Fideeros de la República Argentina (UIFRA).
La producción local de pastas secas y frescas cerró el año pasado con un volumen de 381.908 toneladas, lo que representó una baja de 3% respecto de 2014, mientras que si se concentra la información en el valor de producción de pastas secas, que fue de 324.668 toneladas, la baja fue al menos de 2%. En la actualidad, el consumo de pastas secas por habitante alcanzó los 7,48 kilos por año (contra 7,59 kilos en 2014), por lo que los hogares aumentaron la cantidad adquirida en cada compra (pasó de 1,4 kilos a 1,5 kilos), pero retrasaron la recompra. Esto es posible sólo con un producto no perecedero como la pasta, el cual demanda además poco dinero para la generación de stocks familiares.
Durante los últimos cinco años, la Argentina exportó en promedio 8,5% de su producción, siendo los principales destinos Angola, Chile y Paraguay. En 2010-2011 se registró un salto en las ventas externas que estuvo relacionado con una necesidad coyuntural de Chile tras un siniestro en una de sus principales plantas. Hoy esos números van en declive. El sector se reunió en mayo con Mercedes Nimo, la subsecretaria de Alimentos y Bebidas, a quien le plantearon la pérdida de competitividad de la actividad por problemas derivados con una estructura deficitaria de transporte e infraestructura, elevada presión fiscal y el importante  aumento del costo de la energía.

 

Distintos tamaños
Existe una gran variedad de establecimientos que producen pastas secas, desde pequeñas empresas de tipo familiar con producción semiartesanal, hasta grandes multinacionales con más de una planta y  líneas de alta producción. Según cifras de la Coordinadora de las Industrias de Productos Alimenticios (COPAL), en total suman 62 empresas, la mitad de ellas ubicadas en la denominada Zona Centro (interior de la provincia de Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba y La Pampa); y casi un 40% en la región AMBA (Área Metropolitana de Buenos Aires). Mucho más atomizado y numeroso es el mercado de las pastas frescas que cuenta con aproximadamente 1.400 establecimientos cuya producción, en la mayoría de los casos, es de tipo familiar. El caso del fideo laminado, por ejemplo, es un producto típicamente pyme, que ha logrado sostener un nivel de precio más adecuado en relación con los más populares. Distinto es el caso de aquellas pequeñas y medianas industrias que compiten directamente con los grandes exponentes del sector. Aquí, el líder ostenta no más del 21% del mercado.
De darse las condiciones apropiadas, nuestra industria está en capacidad de exportar por cerca de 100 millones de dólares anuales (unas 70.000 toneladas en volumen) sin modificar en absoluto su oferta en el mercado interno, según UIFRA. Con un consumo per cápita de pastas alimenticias de 9,1 kilos como en 2014 (85% de pastas secas y 15% pastas frescas sueltas y envasadas), la Argentina se ubicaría muy cerca de Suiza, en el sexto lugar del ranking de países por consumo elaborado por la Organización Mundial de la Pasta, ranking que en 2013 fue liderado por Italia, con 25,3 kilos.

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