Ante el ingreso de artículos importados, el aumento de costos y un mercado interno paralizado, las pymes del sector se encuentran acorraladas y en camino a desaparecer. Solicitan que se activen licencias no automáticas para frenar importaciones.
27 de octubre de 2016
Mueblepartes. Esta producción vincula al sector maderero, metalúrgico y plástico. (Horacio Paone)
La producción de muebles en el país es una de las actividades más afectadas por el efecto tenazas que implica un mercado interno congelado y el aluvión de artículos importados. La tendencia de esta industria es hacia la multimaterialidad: sus productos ya no se confeccionan solo en madera, sino que contienen plástico y metales entre sus principales componentes. En consecuencia, el arribo de productos desde el exterior afecta a más de un segmento. Las importaciones de muebles prearmados de madera y de plástico se incrementaron un 210% solo en el primer cuatrimestre de este año en relación con igual período de 2015 y la cadena reclama que se implementen licencias no automáticas para frenar importaciones y combinarlas con una más dura administración del comercio exterior.
Durante la década pasada, en un contexto de protección a las industrias más sensibles de la economía, se crearon decenas de empresas que vincularon al sector maderero, metalúrgicas y al segmento del plástico para comenzar a trabajar en mueblepartes. En la provincia de Córdoba, principal sede de este tipo de producción, se registraron 30 empresas bajo el amparo de las Cámaras de la Madera, de Industriales Metalúrgicos y Componentes del Plástico. El objetivo fue repetir la experiencia exitosa de la provincia en autopartes y agropartes. En el país existen 2.500 fabricantes de muebles, todos ellos pequeños y medianos. El 60% está radicado en la Región Centro.
De acuerdo con los últimos datos del Observatorio de Importaciones de la Federación Industrial santafesina, las compras externas de muebles dan cuenta de un incremento promedio, entre enero y setiembre, del 38% en relación con el año pasado, unas 239.281 unidades. El grueso de las importaciones proviene de Brasil, Vietnam, China, Tailandia e Indonesia. Jorge Göttert, titular de la Cámara Argentina de la Máquina Herramienta y Tecnologías para la Producción (Carmahe) y propietario de una firma de pinturas industriales y máquinas para la industria maderera, afirmó que el sector «está con una caída de ventas del 30%, que ya se traduce en menor producción». Por su parte, Jorge Marinelli, dueño de la firma Botiquines Marinelli SRL de Venado Tuerto expresó su preocupación por la importación de productos provenientes de China. «Las tapas de inodoro vienen a mitad de precio del costo nacional para producirlas con lo cual se hace imposible competir», remarcó el empresario.
Aluvión
Las estimaciones del sector coinciden en que el aluvión de importados llevó a que se venda ya un 40% menos de productos nacionales y, si se abre el canal comercial desde Brasil, podrían cerrar 400 pymes, de acuerdo con Miguel Caon, secretario de la Cámara de la Industria Maderera y Afines (CIMA) de Cañada de Gómez, provincia de Santa Fe. A esta situación se suman las dificultades para trasladar el incremento de los costos a los precios al público, dada la contracción de la demanda interna. «No tenemos posibilidad de aumentar el precio de lo que fabricamos porque la gente se quedó sin poder adquisitivo y no se vende. Pero si no se aumenta no se tiene rentabilidad», detalla el referente de CIMA.
La devaluación de la moneda impactó en los costos de las empresas, encareció los insumos importados y elevó la concentración de la oferta en pocas manos –las cuales además son extranjeras–. En este sector, existe un dúopolio en la fabricación de tablas de melamina: dos empresas de origen chileno, Maciza y Faplac; mientras que los herrajes (bisagras y correderas, principalmente) provienen de China, ya que en el país no se fabrican. Tampoco se produce el filo melamínico –cinta para los bordes de un mueble–, que se usa para las terminaciones y que también viene de Brasil. Se suma a este panorama la presión tributaria y los problemas crediticios con altas tasas de interés.