28 de abril de 2015
Los desafíos de cooperativas y pymes frente a la concentración de las exportaciones con incorporación de tecnología y valor agregado. Argentina es el noveno productor mundial.
La producción de teáceas en el país está en manos de cooperativas y pequeñas y medianas empresas familiares, aunque la actividad presenta una fuerte concentración en el último eslabón de la cadena comercial, la exportación. Los inconvenientes en la actividad tealera son recurrentes debido a que se depende de un mercado internacional, ya que el país no es formador de precios por volumen de exportación, explicaron desde el Ministerio del Agro y la Producción de Misiones. El desafío es mejorar el rendimiento de las cosechas a partir de un mayor uso de tecnología e incorporar valor a las ventas externas. El Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) estima que el 90% de las plantaciones de té son de baja densidad. Se trata de plantaciones de 3.000 a 5.000 unidades por hectárea cuando 10.000 es la cantidad recomendada internacionalmente. Las cooperativas y empresas tealeras son conscientes de que la alternativa es diversificar su planteo productivo con la incorporación de nuevas estrategias de asociativismo, optimizando el uso de sus recursos para integrarse a renovadas cadenas de valor y nuevos mercados, señalan desde el Fondo Tecnológico Argentino (FONTAR), del que participan las cooperativas Agrícola de Oberá, Ruíz de Montoya, Picada Libertad, Tealera San Vicente, Los Colonos, entre otras 18 asociaciones del sector.
La Argentina ocupa el noveno lugar entre los países productores de té, aunque en 2006, con 67.000 toneladas, se ubicó en el séptimo puesto mundial. En la actualidad, Estados Unidos y Chile reciben el 68% de la producción argentina, concentración que debilita la negociación de precios.
Ventas
En Misiones se cultiva el 95% de la producción de té en la Argentina. El 5% restante se produce en Corrientes. Estas dos provincias concentran alrededor de 8.000 productores tealeros. La mayoría de las empresas del sector se encuadra en pequeños y medianos emprendimientos asociados en cooperativas. La cadena contempla la producción primaria, con poda, fertilización, desmalezamiento, cosecha y transporte de brotes. Le sigue la transformación: marchitado, enrulado, fermentado y secado de hojas y brotes. El cultivo del té en el país comienza a mediados de la década del 20, pero recién a partir de los años 50 adquiere relevancia económica. En la actualidad, su destino es principalmente la fabricación de té mezcla y frío. Este último producto participa de un mercado en el que compite con los jugos y las gaseosas.
Las exportaciones de té verde son de escasa magnitud. Representan un 1,5% del total de ventas al exterior, mientras que el negro alcanza un 98,5%. En el mercado interno, el té se comercializa en diversas formas, desde cajas que contienen 100, 50 o 25 saquitos de 2 gramos hasta bolsitas de polietileno u otro material similar con capacidad para 500 a 1.000 gramos. Aproximadamente, el 99% de las exportaciones se concentra en venta a granel. La balanza comercial del té en la Argentina muestra superávit sostenido. Las exportaciones representaron un total de 85.000 toneladas y 55,5 millones de dólares anuales, según estimaciones del Ministerio de Agricultura. Entre los años 2000 y 2007 se vendió té a 39 mercados externos. Sin embargo, Estados Unidos mantiene su liderazgo respecto a la recepción de té argentino. Los volúmenes de exportación hacia ese país superan el 55% del total exportado por la Argentina desde 2003. Chile se encuentra en segundo lugar, con un 13% del total de ventas al exterior.
El sector necesita alcanzar una mayor eficiencia en los cultivos, mejorar paulatinamente la calidad del té y la capacidad para ofrecer un producto con mayor valor agregado, de acuerdo a un informe regional de la Unión Industrial Argentina (UIA). Esa eficiencia se logra a través de inversiones en maquinarias de poda, cosecha y mejoramiento de las semillas utilizadas para la producción.
Pese a que las exportaciones se concentran en la venta de té negro a granel, desde 2007 se abrieron expectativas respecto a la colocación de té envasado, principalmente verde. La potencialidad de agregar valor al elaborar y envasar el té debe ir acompañada de la búsqueda de nuevos mercados y del mejoramiento permanente de la calidad en todos los eslabones del proceso productivo. Existen aproximadamente 35 empresas exportadoras –3 de ellas cooperativas– pero tan solo 3 concentran el 50% de las ventas externas. Los destinos de exportaciones recientemente incorporados más importantes fueron los Países Bajos y el Reino Unido, según el relevamiento realizado por la Dirección Nacional de Alimentos. Entre los principales problemas del sector se encuentran la infraestructura inadecuada con bajos niveles de tecnificación, la administración gerencial con baja capacidad de gestión y el escaso conocimiento del mercado al que abastecen. Por su parte, los puntos fuertes de la actividad son la solidez en relaciones comerciales –ya que se encuentra en un mercado maduro y relativamente estable–, experiencias pioneras de producción y exportación de tés diferenciados (té orgánico, blends y gourmet), y experiencias en la diversificación de producto-mercados, como nuevos productos (té verde y rojo) y nuevos mercados (Rusia y Japón).
—Cristian Carrillo