11 de marzo de 2015
Conmemoramos en esta fecha a las obreras textiles que, a comienzos del siglo XX, fueron incineradas por el empresariado capitalista, símbolo de la propiedad privada, la explotación y la degradación de la condición de mujer. Una vez más, el origen histórico y político nos lleva a interpelarnos sobre qué se reivindica en esta fecha y porqué se tergiversa homenajeando a la mujer como un arquetipo tradicional, funcional al sistema, vaciando su sentido como lucha de las trabajadoras y llenándola de banalidad», expresa la Declaración emitida por la Secretaría de Género del IMFC para conmemorar el 8 de Marzo.
«Las mujeres en el espacio público tuvimos que dar muchas batallas –prosigue el documento–, algunas de ellas se cobraron vidas en las múltiples formas de las violencias por las que estuvimos y estamos asediadas cotidianamente con modalidades sutiles, y otras más explícitas del patriarcado imperante, que acompasado con el capitalismo nos posiciona desde la incapacidad y nos nombra desde la vulnerabilidad». También se destaca que, según datos de la OIT, «el mayor obstáculo cultural que impide a la mujer llegar a los cargos jerárquicos en las empresas comienza a ceder terreno, pero todavía persisten las desigualdades». «Nuestra posición –subraya la Declaración– está basada en principios y valores, en una forma de la organización del trabajo cooperativista, que sostiene como fundamentos la igualdad y no discriminación. El modelo cooperativista se compromete con la inclusión de mujeres y hombres en una organización laboral que es por definición solidaria y apunta al desarrollo de una sociedad más justa. No es una meta mínima, es un fundamento organizacional». «Como mujeres y hombres del movimiento –concluye el documento–, hoy especialmente no somos indiferentes ni neutrales ante los hechos públicos que suceden en nuestro país, y ante los intentos desestabilizadores en la región y el mundo, los y las cooperativistas alzamos nuestras voces ante las luchas pendientes».