28 de abril de 2015
En los años posteriores a la dictadura de Onganía, se buscó preservar a las cajas de crédito que habían resistido a un período hostil.
Va quedando atrás todo un período de la vida del cooperativismo de crédito en nuestro país lleno de experiencias y logros, cuyas conquistas al propio tiempo van abriendo el cauce para el futuro de nuestras instituciones», sostenía la Memoria del XI Ejercicio del IMFC en 1969. Transcurría el final de una década que para el Instituto había representado el ascenso del cooperativismo de crédito en la economía nacional y también su defensa ante los ataques de la dictadura de 1966 y los grandes actores financieros, que buscaron deteriorar por diversos medios al movimiento. Marcado por luchas populares como el Cordobazo y el Rosariazo, que dieron fin a la denominada Revolución Argentina, el período abarcado por los años 1969 y 1970 significó para el Instituto Movilizador la recuperación paulatina de la operatoria de las cajas de crédito que habían podido resistir los embates de la etapa previa, la consolidación institucional y la continuación de la lucha por lograr una legislación que contemplara los principios solidarios en la operatoria de crédito.
En el último año de la década del 60, las cajas de crédito que no habían sido eliminadas por el ataque al sector sufrido a partir de 1966 se recuperaban de manera paulatina. Cientos de asociados retomaban sus actividades en las cajas con la ayuda del Instituto, que brindaba servicios a las entidades tendientes a mejorar su funcionamiento. Bajo esa premisa, a mediados de 1969 el IMFC creó la Oficina Centralizadora de Asesoramiento con el fin de lograr una unificación de criterios para agilizar la reconstrucción del sistema. Será durante ese tramo cuando se verificará un aumento en las operaciones de ayuda financiera entre instituciones asociadas bajo la coordinación del IMFC. Asimismo, la Regional Buenos Aires inició la constitución de un fondo especial y permanente dedicado a solucionar las dificultades de rentabilidad en las que estaban inmersas algunas cooperativas.
Mientras tanto, y en medio de un clima social convulsionado, la posición política del Instituto no dejaba de hacerse pública. En una declaración sobre la «situación institucional del país y el cooperativismo», el IMFC consideraba necesaria «la implantación de una política económica orientada a la protección de las capas mayoritarias de la población, el fortalecimiento de las empresas nacionales, la defensa de la producción agropecuaria, industrial y minera y fundamentalmente que el país tenga la facultad de decisión sobre sus asuntos nacionales».
Sin desatender la mirada sobre la tarea que implicaba pensar una nueva etapa del cooperativismo con cajas de crédito operando en menor grado, el IMFC continuó con su labor integradora e institucional. Durante 1969 conmemoró el Día Internacional de la Cooperación en Venado Tuerto (Santa Fe), celebró el aniversario de su fundación con numerosas reuniones y creó hacia 1970 los premios Pinos de Oro de la Cooperación, un reconocimiento anual que destacaba a las cooperativas que sobresalían en su actividad financiera e institucional. Más de 200 entidades se presentaron a la primera convocatoria. La decisión del Consejo de Administración de destacar el buen funcionamiento de las cooperativas se enmarcaba en una preocupación creciente por la actuación de sus asociadas y por el funcionamiento institucional del propio Instituto Movilizador. De hecho, en agosto de 1970, el Consejo del Instituto llevó adelante un exhaustivo análisis de la situación y el impacto institucional de cada una de sus regionales. Ese estudio reveló que la Regional Santa Fe era la filial que mayor estabilidad mostraba en su relación con las cooperativas asociadas: casi 30 de las 100 cooperativas existentes en la provincia eran atendidas por el IMFC, mientras que otras 35 habían establecido algún tipo de vínculo. Por su parte, la Regional Buenos Aires tenía afectada su operatividad producto de la caída de cuatro cooperativas que, si bien no eran asociadas, habían perturbado el escenario del cooperativismo en la zona. Asimismo, las regionales de Córdoba y Tucumán, de acuerdo a lo relevado por el Instituto, manifestaban un moderado optimismo sobre su normalización, mientras que la Regional Entre Ríos era la filial que presentaba la situación más grave, ya que su Consejo de Administración no había funcionado en el último período. La situación económica de la mayoría de las cajas de crédito era problemática. Frente a esa situación, el Consejo Central de Administración apeló a la colaboración solidaria y resolvió que la Regional Santa Fe tomara a su cargo los servicios que ofrecía la Regional Entre Ríos a sus cooperativas asociadas, solicitar a las cooperativas entrerrianas que elevasen su contribución para el mantenimiento del IMFC y recomendar a ambas regionales mantener una estrecha comunicación.
Más allá de las dificultades, el movimiento continuaba gozando de vitalidad: con un marco legal no acorde a las demandas del cooperativismo, el Banco Central desautorizaba el funcionamiento de nuevas cooperativas de crédito. No obstante, surgían en distintas regiones del país entidades solidarias que ofrecían sus servicios financieros a diversos sectores sociales, demostrando la existencia de necesidades financieras no satisfechas por la banca tradicional en las pequeñas localidades. Un ejemplo de esta situación ocurrió en el sur de la provincia de Buenos Aires, que asistió a un importante crecimiento de cooperativas de crédito impulsadas por la exitosa experiencia de la Caja de Crédito Bahiense. Entre 1966 y los primeros años de 1970 se fundaron cajas en Casbas, Pigüé, Hilario Ascasubi, Saavedra y Río Colorado. «Las llamábamos “cajas montoneras”, porque las creamos cuando estaba prohibido hacerlo. Y abrían con toda la operatoria. A la inauguración oficial de la caja de Río Colorado (en 1972) vinieron varios dirigentes y hasta el gobernador de Río Negro», recordaba Danilo Gobbi, dirigente cooperativo de la zona, en una entrevista del año 2000. «No cabe duda de que la próxima etapa no depende tanto de la modificación de las normas que actualmente reglamentan nuestras entidades, sino de la capacidad del conjunto del movimiento para encontrar nuevas vías operativas», resumía en 1971 la Memoria del XII Ejercicio del IMFC que sostenía, por un lado, el principio de una economía solidaria y justa al servicio de los sectores desatendidos por la banca privada y, por otro, perfilaba su horizonte en un contexto que ya no se ajustaba al tiempo dorado de las cajas de crédito.
—Maximiliano Senkiw
3 de julio de 1983
Uno de los cientos de colectivos que llegaron al Luna Park para celebrar el 61º Día Internacional de la Cooperación y el 25º aniversario del Instituto Movilizador. Acción destacó en la crónica alusiva la presencia de «nutridos contingentes femeninos y juveniles» y de «hombres y mujeres de toda edad».