11 de agosto de 2023
Un homicidio que conmueve, la inseguridad en la agenda pública, los oportunismos y un problema con múltiples causas que parece no hallar solución.
Lanús. Vecinos de la localidad bonaerense se movilizaron para exigir justicia.
Foto: NA
El miércoles 9 de agosto no fue un día más: la noticia era dolorosa por donde se la mirara. Las muertes violentas siempre los son, pero cuando la víctima es una niña de solo 11 años, hay algo que hiela la sangre. Morena Domínguez moría en horas de la mañana en el Hospital Evita de Lanús luego de que unos ladrones en moto intentaran robarle la mochila y la arrastraran provocándole heridas fatales.
Entrevistas a los padres y madres que se agolpaban frente a la escuela Almafuerte Nº 60, en Villa Giardino, Lanús Oeste, donde concurría la niña, que relataban además la tardanza de la ambulancia municipal, luego el testimonio del director del hospital que sostenía que la pequeña había llegado en estado crítico, no hacían más que sumar dolor en cada vértice de la escena, cubierta por medios que ciertamente no se privaron de nada, desde ponerles un micrófono en la boca a los pequeños para que gritaran su congoja o mostrar hasta el hartazgo las imágenes de Morena arrastrada y desfalleciente, hasta convertirse en los voceros perfectos de las fake news que aparecieron casi en paralelo a la muerte de la niña.
La primera de ellas sindicaba a un chico de 14 años apodado «El Polaquito» como el asesino, confeso además, y con antecedentes penales. Incluso hubo periodistas que dieron su nombre y apellido. El precandidato a intendente de Lanús y actual responsable del área de Seguridad del municipio, Diego Kravetz, en diálogo con TN no solo responsabilizó por el hecho al Gobierno provincial sino que abonó (o acaso instaló) la versión de que el o los responsables eran menores de edad: «Son máximo 15 mocosos que los tenemos recontra conocidos, que sabemos las cosas que hacen, que no sabemos cómo explicarle a la Justicia que los tiene que dejar detenidos», aseguraba.
Pero no solo esto, también sostenía que el menor acusado era el mismo que la diputada nacional por el Frente de Todos Natalia Zaracho había defendido meses atrás, en alusión a un episodio en el que la legisladora se interpuso frente a un abuso policial. Horas después, se comprobó que la acusación era falsa y que los autores del crimen eran dos personas mayores de 25 y 28 años.
De aguas y molinos
«Lamento profundamente la muerte de Morena y abrazo fuerte a su familia. Exigimos justicia y que los responsables materiales y políticos se hagan cargo de lo que les toca», escribía Zaracho a través de Twitter y agregaba: «Es de cobardes hacer operaciones para desviar responsabilidades en un momento tan delicado».
La acusación apuntaba claramente a instalar nuevamente el tema de la baja de edad para la imputabilidad, el remanido caballito de batalla de las derechas argentinas.
Pese a que todo el arco político, a tres días de las PASO, decidió suspender los respectivos cierres de campaña, hubo quienes aun con un mensaje de condolencias no se perdieron la oportunidad de llevar agua para su molino.
Tal fue el caso de Patricia Bullrich, quien tuiteó: «Otra vez el dolor. Ahora con el asesinato de Morena, de 11 años. Todo mi acompañamiento y apoyo a la familia y amigos. No podemos seguir viviendo con tanta angustia y miedo. Esto no da para más. Transformaron a la Argentina en un país invivible». Y no fue la única. Javier Milei fue también de la partida y usó la red del otrora pajarito para señalar: «La tragedia de Lanús en la que una nena de 11 años fue asesinada por un motochorro cuando iba a la escuela tiene un responsable muy claro: una clase política que hace décadas defiende un modelo de empobrecimiento y zaffaronismo que genera delincuentes sin ningún respeto por la vida».
Los números bajan, pero el temor aumenta
De acuerdo con los últimos datos del Sistema Nacional de Información Criminal (SNIC) que recolecta información sobre los hechos presuntamente delictuosos registrados por las fuerzas policiales, las fuerzas federales de seguridad y otras entidades oficiales de recepción de denuncias en todo el territorio de la República Argentina, de 2022, la tasa de homicidios dolosos por cada 100.000 habitantes fue de 4,2, un 7,2% menos que en 2021 y, si se la compara con 2020, un 20,4% menos. En 2022, 1.961 personas murieron por homicidios dolosos, lo cual representa el 18,3% del total de muertes violentas. Según el informe, en términos absolutos la provincia de Buenos Aires continúa concentrando la mayor parte de las víctimas, aunque su participación sobre el total disminuyó, principalmente por el descenso de los homicidios en el Gran Buenos Aires. En tanto, la provincia de Santa Fe evidenció la tasa de homicidios dolosos más alta durante el año 2022, y San Juan y La Rioja, las más bajas.
Pese a la disminución en términos cuantitativos, el tema de la inseguridad causa temor y preocupación. En una nota reciente de Le Monde Diplomatique, Brenda Focás, doctora en Sociología de la Escuela Interdisciplinaria de Altos Estudios Sociales, señala que «el temor a ser víctima de un delito representa una inquietud cotidiana y un malestar permanente, y como tal, lidera las encuestas de problemas que aquejan a los argentinos, siempre de la mano de los económicos», un temor que además no se relaciona directamente con la victimización porque «los estudios muestran que aunque las tasas de delito disminuyan y la situación social mejore, el temor persiste».
Para la socióloga, hechos como el atentado a la AMIA o el crimen del periodista José Luis Cabezas en 1997 «catapultaron» la problemática a las grandes esferas de la visibilidad pública. Pero además, se convirtieron rápidamente en ejes de campaña electoral, y la agenda política y mediática colaboraron para que la inseguridad fuera central en la opinión pública.
A su vez, advierte que hubo algo de lo colectivo que empezó a ganar las calles, y en este sentido señala como ejemplo de su máxima expresión al caso de Blumberg, en 2004, cuando Juan Carlos Blumberg, padre de Axel, un joven secuestrado y asesinado, organizó manifestaciones de gran repercusión, mediática primero y luego política, que derivaron en la reforma de artículos tanto del Código Penal como Civil y en un endurecimiento de penas.
Ya en ese momento florecía la construcción de la imagen de un «victimario perfecto»: un varón joven y pobre del Conurbano como portador de un peligro inminente, como el subversivo de los años 70 acaso. Hoy no es la excepción. En los anhelos punitivistas persisten esos prejuicios, lejos de las soluciones, cerca de los oportunismos.
Muy probablemente, también haya un desconocimiento de la realidad a nivel microsocial. Según señaló Esteban Rodríguez Alzueta, profesor de sociología del delito en la Maestría de Criminología de la Universidad Nacional de Quilmes, en la Agencia Paco Urondo, «el telón de fondo del delito callejero y predatorio son los barrios desorganizados, económicamente desfondados, con grupos familiares implosionados y escuelas cada vez más impotentes para proponer vínculos morales y contener o procesar los problemas con los que llegan sus alumnos». «El delito puede ser la oportunidad para comprarse una garrafa y pasar el invierno, pero también la manera de ganar la atención y el respeto del propio grupo de pares con los cuales se identifican, y otras veces una manera de divertirse o desquitarse la bronca que vienen acumulando», agrega Rodríguez Alzueta.
En las últimas horas fueron detenidos dos hombres por el crimen de Morena, los hermanos Miguel Ángel Madariaga (28) y Darío Humberto Madariaga (25) quienes fueron acusados por la fiscal Silvia Bussano, titular de la UFI 7 de Lanús, quien les imputó el delito de «homicidio en ocasión de robo en concurso real con encubrimiento».
Por su parte, el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, señaló que «intervienen cinco ministerios de la provincia» en el acompañamiento a la familia de la niña y a la comunidad educativa y refirió que se comunicó en tres oportunidades con el intendente de Lanús en uso de licencia, y precandidato a gobernador de Juntos por el Cambio, Néstor Grindetti, para ponerse «a disposición».
«No me voy a poner a discutir en una situación así, ni a tratar de hacer señalamientos. Podría dar datos de la asistencia (de la provincia) al municipio, pero no es lo que se espera y no lo voy a hacer», remarcó el gobernador, intentando distanciarse de una utilización política del caso que ni la familia de Morena ni la sociedad en su conjunto necesitan.