Sociedad | CONSERVADURISMO Y CALENTAMIENTO GLOBAL

Manual del negacionismo climático

Tiempo de lectura: ...
Jorgelina Hiba

Siguiendo los pasos de Trump y Bolsonaro, figuras de la derecha local como Javier Milei practican una activa militancia contra la agenda ambiental. Ensaladas conceptuales y riesgos reales.

Glasgow. Militantes ambientalistas protestan durante la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático realizada en 2021 en el Reino Unido.

Foto: Getty Images

Un invento socialista o de los chinos. Una exageración porque «calor hizo siempre» y además «también hace frío». Un plan pergeñado por científicos para obturar no se sabe bien qué. El negacionismo al cambio climático existe, se expresa en las redes sociales y ha tenido y sigue teniendo exponentes de la más alta política global y ahora también nacional, como el expresidente estadounidense Donald Trump, el también expresidente brasileño Jair Bolsonaro y el actual candidato a primer mandatario en Argentina Javier Milei. 
El ABC negacionista que comparten los tres políticos de derecha está construido sobre varias máximas indiscutibles (para ellos), que se defienden con la pasión y la ceguera de los dogmas: 1) el cambio climático es un proceso natural que siempre ha formado parte de la historia de la Tierra 2) ¿Por qué hace frío si el planeta está caliente? 3) el cambio climático existe, pero los humanos no tienen nada que ver con eso y 4) un grado más o un grado menos no hace una gran diferencia. 

Consenso científico
Existe un sólido y creciente consenso científico sobre el calentamiento global, así como sobre las causas que lo generan. Tanto desde la Organización Meteorológica Mundial (OMM) como desde el IPCC (el panel de expertos internacionales que reúne Naciones Unidas) se ha establecido que el planeta ya está 1,2 grados en promedio por encima de los valores de la era preindustrial, y que esa tendencia se ha acelerado durante el siglo XXI. De hecho, 14 de los 15 años más calurosos registrados a nivel mundial ocurrieron después del 2000 y 2016 fue –hasta ahora– el año más cálido a nivel planetario desde que empezaron los registros modernos.
Se sabe, también, que el calentamiento global se traduce en eventos extremos más frecuentes e intensos. Estos pueden ser olas de calor, incendios forestales, sequías o inundaciones, entre otros. Argentina ofrece un repertorio de estos eventos durante los últimos años: una sequía extraordinaria que ya dejó pérdidas por más de 20.000 millones de dólares, la bajante del Río Paraná más prolongada desde que hay registros, un verano (el último) con el doble de olas de calor de los valores considerados normales y, finalmente, un invierno (el actual) atípicamente cálido para toda la región.
Está también establecido que existen causas antrópicas (generadas por el ser humano) para estos cambios y que el principal motor del cambio climático es el efecto invernadero provocado por la acumulación de gases en la atmósfera, en particular por la acumulación de dióxido de carbono (CO2) que provine de la quema de combustibles fósiles como el petróleo, el gas y el carbón. Ha sido la forma humana de producir y consumir la que generó cambios en la propia configuración natural del planeta, como nunca antes se vio.

Conservadores globales
La abrumadora evidencia científica no alcanza para convencer a los negacionistas de la crisis climática, y sobran ejemplos en ese sentido. En el invierno boreal de 2017, bajo la presidencia de Trump, algunas regiones de Estados Unidos padecieron una ola de frío extremo. Esto escribía el entonces presidente en su cuenta de Twitter: «En el este, podría ser la víspera de Año Nuevo más fría de la que se tenga registro. Tal vez nos vendría bien un poco de ese viejo calentamiento global por el que nuestro país, pero no los demás, iba a pagar billones de dólares. ¡Abríguense!».
Para ese entonces, ya había hecho pública su decisión de que el país, el mayor contaminante de la atmósfera en términos históricos, abandonara el Acuerdo de Paris, que en 2015 reunió a la enorme mayoría de los países del planeta bajo un objetivo común: reducir emisiones contaminantes para evitar que la Tierra se recalentara más de 1,5 grados en promedio respecto a niveles preindustriales. Trump logró cumplir ese objetivo en 2019, ya sobre el final de su mandato, convirtiendo a Estados Unidos en la primera nación en retirarse del Acuerdo. Con el cambio de poder y la llegada de los demócratas a la presidencia, ese país regresó al Acuerdo, según lo había prometido en su campaña el actual presidente Joe Biden. 
Otro ilustre negacionista es Jair Bolsonaro, bajo cuyo gobierno en Brasil (otro país con elevada responsabilidad en el calentamiento global) se dispararon las tasas de deforestación de la Amazonía a niveles pocas veces vistos. El ultraderechista se dedicó, además, a desmantelar y desfinanciar a las instituciones estatales que velaban por el cuidado de la naturaleza y a opacar los datos oficiales sobre deforestación, de la mano de una alianza estrecha con los sectores más reaccionarios del modelo agropecuario brasileño. «Si visitan la Amazonía traerán una imagen que se ajusta a la realidad, Brasil sufre ataques cuando se habla de la Amazonía, eso no es justo, más del 90 % está preservada», dijo en 2021 ante inversores árabes, mientras esa región sufría incendios feroces.

La amenaza Milei
«El cambio climático es un invento cultural del socialismo». El autor de la frase es Javier Milei, el precandidato presidencial de la derecha conservadora argentina que resultó el más votado en las elecciones primarias de hace pocos días. ¿Qué quiere decir esto? ¿Qué consecuencias podría tener en una eventual presidencia de La Libertad Avanza en la agenda pública ambiental? Según opinó el biólogo y actual viceministro de Ambiente de la Nación Sergio Federovisky en declaraciones a la agencia estatal Télam, «la negación que propone Milei no será inocua». «De no atender este drama ambiental, tanto mediante una transición energética como –principalmente en países como Argentina– promoviendo políticas que atenúen la vulnerabilidad de la sociedad, habrá consecuencias. Negativas».
Para Federovisky, el negacionismo de Milei «oculta y convalida» un dato central: un centenar de empresas han sido las responsables de la emisión del 71% de los gases de efecto invernadero (GEI) entre 1988 y 2015. «El negacionismo de Milei no es fruto de su brillantez intelectual. Más bien lo contrario. Es pariente de su tergiversación del concepto de libertad. Está demandando libertad para que unos pocos externalicen sus costos, sigan contaminando y arruinen la vida de millones, que con su vulnerabilidad creciente son cada vez más víctimas de esta crisis climática».
La ensalada conceptual de Milei mezcla varias cuestiones y va más allá del desconocimiento de la crisis climática, ya que engloba también al ecologismo en general. En declaraciones públicas asoció eso a la educación sexual integral al decir que «es un ataque directo contra la familia vinculado con otras cosas, como toda la discusión del ecologismo. Ahí también aparecen otros problemas, ya que quieren exterminar la población en función de que cuidemos al planeta, a punto tal de eliminar a los seres humanos».
Negar la realidad, en tiempos de clima extremo, aparece como un peligro más dentro del repertorio de la nueva derecha, que se niega a repensar la crisis civilizatoria formateada por las formas de producir y consumir del capitalismo financiero. Mientras busca garantizar su propia supervivencia, desoye los datos científicos que hablan de un nuevo tiempo signado por la ebullición global, con consecuencias sobre la vida bajo todas sus formas aún impredecibles.

Estás leyendo:

Sociedad CONSERVADURISMO Y CALENTAMIENTO GLOBAL

Manual del negacionismo climático

2 comentarios

Dejar un comentario

Tenés que estar identificado para dejar un comentario.