Sociedad | Estafas piramidales

Las nuevas formas del engaño

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Osvaldo Aguirre

Una epidemia de fraudes revela una trama compleja en la que se asocian el uso de las redes sociales, la explotación de vínculos comunitarios y los procesos de cambio en la economía.

Metodología. Las estafas suelen tener la misma matriz: plataformas cerradas donde se «invierte» dinero con la creencia de adquirir criptomonedas.

Foto: Shutterstock

Para vencer la desconfianza de la víctima y crear la ilusión de una ganancia extraordinaria en un tiempo inmediato, la oferta debe ser tentadora y al mismo tiempo verosímil. Las estafas piramidales que se investigan en distintas ciudades del país reeditan ese recurso tradicional de los fraudes en una trama más compleja, en la que se asocian el uso de las redes sociales, la explotación de vínculos comunitarios y los procesos de cambio en la economía, según advierten los especialistas.

«Lo que llama la atención es el modo en que se organizan los esquemas piramidales y no las estafas en sí, que son constantes en el capitalismo. Son ofertas de inversión vinculadas con algún tipo de salvación que no es únicamente monetaria, sino en términos de dar sentido a la vida. Las redes multiplican ese mensaje», analiza Ariel Wilkis, doctor en Sociología e investigador del Conicet.

Para Juan Valerdi, economista y docente en la Universidad Nacional de La Plata, lo novedoso consiste, además, «en el movimiento de dinero a través de criptomonedas y billeteras virtuales, para borrar los rastros de los beneficiarios». La investigación de la fiscalía de Casilda, en la provincia de Santa Fe, no logró identificar al responsable de la estafa piramidal que perjudicó a 36 personas: esa persona utilizaba un alias, se comunicaba por WhatsApp a través de un número de Los Angeles, Estados Unidos, y su dispositivo fue detectado en Hong Kong, aunque tampoco hay certeza de que haya operado desde esa ciudad.

El modelo de Leonardo Cositorto, el exlíder de Generación Zoe detenido en Córdoba por múltiples estafas, parece desplazado en las modalidades recientes. No se trata de figuras con presencia mediática o «influencers», sino de personas inexistentes: «La China» que guiaba a los inversores de la plataforma Rainbow Exchange en la ciudad de San Pedro resultó una actriz indonesia, los directivos presentados en una gala realizada en el Hotel Emperador de Buenos Aires en septiembre eran actores polacos y el mismo perfil ficticio se proyecta para los casos de «Cindy» en Esquel y «Tiffany» en San Juan.

«En el caso de San Pedro –agrega Wilkis– aparece menos un fenómeno de redes sociales y más de relaciones interpersonales, un boca a boca y muchas recomendaciones entre personas conocidas que tenían un grado de ahorro y entraron en una propuesta de inversión con ganancia rápida». La causa en esa ciudad bonaerense tiene siete detenidos y la fiscal María del Valle Viviani pidió la captura de dos ciudadanos de Malasia, aunque se ignora quién organizó la estafa.


A río revuelto
Las estafas Ponzi descubiertas en San Pedro, Alta Gracia, Esquel, Casilda y San Juan tenían la misma matriz: plataformas cerradas donde las víctimas invertían dinero con la creencia de adquirir criptomonedas, pero las operaciones eran un simulacro ya que los precios y movimientos no tenían conexión con el mercado real. El economista Valerdi observa que «la gente desconfía cuando se dice que va a haber una ganancia, pero no queda claro de dónde saldrá»; las criptomonedas funcionaron en ese punto como un factor de credibilidad, «al alimentar la fantasía de enriquecerse rápidamente sin trabajar y con formas artificiales de trading».

Los actores locales que impulsaron las supuestas inversiones sumaron otro factor de confianza, al tratarse de personas conocidas dentro de la comunidad, como Gustavo Gelabert, el secretario general del Sindicato de Papeleros de Papel Prensa en San Pedro, o Pablo Díaz Mussi, empleado provincial de la Energía en Alta Gracia. El marketing fue también común y consistió en reuniones donde se sorteaban electrodomésticos y se anunciaban acciones de beneficencia.

Caso testigo. «La China» que guiaba a los inversores de la plataforma Rainbow Exchange en la ciudad de San Pedro resultó ser una actriz indonesia.

Foto: NA

«La lectura inmediata es que la gente está desesperada y se sube a estas ofertas –dice Wilkis–, pero en el caso de San Pedro hubo trabajadores por encima del salario promedio y con capacidad de ahorro. En un marco de innovaciones no necesariamente legales en el sistema financiero, hay una parte de la población que está atenta a cómo invertir su dinero y ahí juegan estas propuestas de ganancias extraordinarias».

Decano de la Escuela de Altos Estudios Sociales de la Universidad Nacional de San Martín y autor de Una historia de cómo nos endeudamos, entre otros libros, Wilkis señala como referencia la proliferación de estafas piramidales registradas en Albania durante la transición del socialismo al capitalismo. «Hay cimientos del orden social y económico que se están moviendo, y a río revuelto los imaginarios se amplían y parece posible pensar y hacer muchas cosas –afirma el investigador–. Estas oportunidades de inversión aparecen sumadas a la inestabilidad monetaria, el aprendizaje de repertorios financieros por parte de la gente común, no experta, e innovaciones en términos de inversiones y de monedas. Estamos en una transición en la cual hay un derrumbe y también la idea de que se va hacia otro orden; en ese contexto los imaginarios de inversión tienen mucho espacio para expandirse».

El intendente de San Pedro, Cecilio Salazar, calculó que entre 15.000 y 20.000 personas fueron estafadas en esa ciudad, pero las denuncias recibidas por la Justicia no superan el centenar de casos. «Todos los incentivos son para no colaborar con las investigaciones –destaca Valerdi–. El engaño de Generación Zoe duró mucho tiempo. Los que están dentro del esquema confían en que se puede sostener y muchos tratan de que no se hable, porque invirtieron dinero en negro o creen que la denuncia va a destruir un sistema que todavía les puede hacer ganar o devolver la plata». El economista recuerda que en San Pedro y Alta Gracia los estafadores pidieron 88 dólares para resolver las supuestas dificultades: «Es increíble que muchas personas hayan puesto esa plata cuando era de público conocimiento que había un fraude piramidal».

En Casilda, Esquel y San Juan la estafa se desarrolló a través de grupos de WhatsApp que simularon operaciones en la plataforma Peak Capital Team. El fraude creció a partir de que los primeros inversores testimoniaron sobre sus ganancias, según la mecánica tradicional del esquema piramidal, y el círculo se amplió con amigos y familiares. «Por la velocidad con que se expanden, muchas personas se dan cuenta de que esos esquemas donde hacen ingresar a familiares y amigos no pueden durar en el tiempo. Ahí hay un dilema moral: denunciar o salvarse a costa de los demás», analiza Valerdi.

La coyuntura política también puede contribuir: «El Gobierno actual promueve ideas que hacen funcionar mejor estas estafas –agrega el economista–. Una es la salida individual a través de la especulación financiera en vez del trabajo y del respeto por las redes comunitarias. El sálvese quien pueda da una señal de que ese es un camino para el futuro». Para Wilkis, «los procesos de transformación financiera y de innovación monetaria son de largo plazo y no están ligados a un ciclo político específico, sino a cambios en los modos en los cuales se usa y se piensa el dinero».

Según la investigación realizada en San Juan, el dinero que los damnificados creyeron convertir en criptomonedas fue desviado a una cuenta de Indonesia. El dato no permite identificar al estafador, pero en otro plano es revelador: «Las estafas originadas en países de difícil rastreo no están por fuera de mecanismos regulares de la economía contemporánea: son parte central en la arquitectura del capitalismo offshore» apunta el decano de la Unsam. 

Las estafas Ponzi deben su nombre a Carlo Ponzi (1882-1949), un italiano que desplegó esas maniobras en Estados Unidos, pero no son una excepción; según Wilkis, «la dinámica de estafas es algo regular y constante. Algunas salen a la luz y nos permiten hacernos preguntas. Tenemos que mirarlas en el largo plazo, en una transición hacia modos de generar ganancias que no están garantizadas por lo laboral sino por otros sistemas de gestión del dinero y donde las innovaciones monetarias y financieras abren intersticios y habilitan el juego de los estafadores».

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