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El regreso del Aedes

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María José Ralli

Un aumento del 700% de los casos sospechosos puso en alerta a las autoridades sanitarias. Los síntomas, los riesgos y las claves de prevención.

Foto: NA

En las últimas cuatro semanas fueron confirmados en el país más de 9.000 casos de dengue, un valor superior al de los últimos dos años. Si bien representan un 30% menos respecto del 2020, cuando se transitó la epidemia de mayor magnitud desde la reemergencia de la enfermedad en 1998, el incremento sostenido tiene en alerta a las autoridades sanitarias de todas las jurisdicciones. 
Con un promedio de 2.000 casos semanales, son trece las provincias –más la Ciudad de Buenos Aires– que registran transmisión local y, de acuerdo con datos de la cartera de salud nacional, se registra un crecimiento del 700% de los casos sospechosos de dengue en lo que va de la temporada 2022-2023. El país atravesó tres epidemias en 2009, 2016 y 2020 y en cada una de ellas se incrementó el número de casos. Hoy se registran 71 localidades con brotes de dengue en el territorio nacional.
Considerada por la Organización Panamericana de la Salud como un problema «doméstico y comunitario», el dengue es la enfermedad viral transmitida por mosquitos que más rápidamente se propaga por todo el planeta, en parte por efecto del calentamiento global, que propicia una proliferación más rápida y una mayor supervivencia del Aedes aegypti, su agente transmisor.
«El aumento de casos de dengue en el país es un problema de salud pública y por eso es de notificación obligatoria en todos los establecimientos de salud», declara a Acción Teresa Varela, directora de Vigilancia Epidemiológica y Control de Brotes del Ministerio de Salud de la provincia de Buenos Aires. Con la particularidad de producir epidemias, este año, explica la funcionaria, «los brotes de dengue están adquiriendo una velocidad y magnitud que están por encima de los registros de otros años y circulan los serotipos 1 y 2 simultáneamente, y a la vez hay circulación de virus chikungunya, otra enfermedad transmitida por mosquitos». 
Pablo Scapellato, médico infectólogo y miembro de la Sociedad Argentina de Infectología coincide en que el aumento de casos de dengue «representa un desafío sanitario en función de que deben llevarse a cabo políticas de prevención, además de mitigar o tratar el actual brote».

Hogareño
El mosquito que transmite el dengue vive en las casas y sus alrededores y tiene distintas etapas de desarrollo: los huevos, las larvas, las pupas –en la etapa que están en el agua– y los mosquitos adultos. Al criarse en lugares húmedos y con sombra, cualquier recipiente capaz de acumular agua puede convertirse en un criadero, y algunos ser propicios para producir gran cantidad de mosquitos
Como la principal forma de transmisión de la enfermedad es por picaduras de mosquitos infectados, la medida de prevención más eficaz es la eliminación de todos los criaderos.
«Para disminuir la proliferación del mosquito la clave es la descacharrización», advierte Scapellato, y agrega que «es una medida higiénica sanitaria, que suena básica pero es fundamental; hay que trabajar para que todos colaboremos en esta tarea». 
La ecuación es simple: si no hay cacharros no hay lugar donde se junte el agua, y si no hay agua no hay lugar para que el mosquito deposite sus huevos. «Es la forma más efectiva», insiste el especialista.
«Las cubiertas de automóviles son excelentes lugares para el desarrollo de estos insectos», ejemplifican desde el Ministerio de Salud: su forma impide volcar el agua y el material aislante y el color oscuro mantienen la temperatura adecuada para su proliferación. Pero también hay que estar atentos a floreros, portamacetas y bebederos de mascotas, porque este mosquito no se cría en charcos, zanjas, lagos, lagunas o ríos. 
«Es un mosquito que se caracteriza por vivir cerca de las personas, y por eso es necesario controlar los recipientes de los domicilios y los alrededores», subraya Varela y aconseja que, en caso de no poder descartarlos, «taparlos para que no acumulen agua o reemplazar el agua frecuentemente y lavar las paredes para que no queden pegados los huevos». 
En cuanto a la fumigación, la funcionaria explica que «cuando hay muchos casos, como en este momento, hay que complementar esta tarea de eliminación de criaderos con aplicación de diferentes productos con insecticidas, que tienen un efecto limitado porque actúan sobre los mosquitos adultos que están en vuelo». En el caso de la provincia de Buenos Aires, la tarea de descacharreo se complementa con herbicidas biológicos en tanques y canaletas para eliminar las larvas. 

Síntomas
El dengue es una enfermedad viral transmitida por la picadura del mosquito del género Aedes aegypti que se alimenta con sangre de una persona infectada por el virus dengue; cuando el mosquito lo adquiere, luego de 8 a 12 días es capaz de transmitirlo a una persona sana a través de la picadura.
«El mosquito pica e inyecta el virus, que produce lo que se llama viremia», explica Scapellato y señala que «durante los días que el virus está en la sangre se manifiestan síntomas como dolor de cabeza, fiebre, dolor detrás de los ojos, muscular y de las articulaciones, como si nos hubiesen apaleado». También pueden aparecer sarpullidos o petequias (pequeñas manchitas en la piel). «Luego de unos días, la enfermedad casi siempre llega a su remisión absoluta, a su curación, pero en algunos casos puede evolucionar en formas graves que pueden requerir internación y el motivo es porque se produce una intensa deshidratación», describe Scapellato y concluye que «con diagnóstico de dengue hay que estar alertas a mareos o baja de presión, vómitos y dolor de panza intenso». 

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