30 de noviembre de 2021
La aparición de la nueva variante ómicron apura nuevas medidas sanitarias. Terceras dosis y refuerzos en el Plan Estratégico de Vacunación argentino.
Australia. Viajeros internacionales con equipos de protección personal en el aeropuerto de Melbourne.
WEST / AFP / DACHARY
A casi dos años del primer caso de coronavirus se vuelven a encender las luces de alarma con el surgimiento de una nueva variante del Sars-Cov-2 denominada ómicron, con origen en Botswana. Un documento de la Organización Mundial de la Salud (OMS) cataloga a ómicron como de «riesgo muy elevado» y advierte que «dadas las mutaciones que podrían conferirle la capacidad de escapar a una respuesta inmunitaria, y darle una ventaja en términos de transmisibilidad, la probabilidad de que ómicron se extienda a nivel mundial es elevada». En tanto, no descarta que en función de estas características «podría haber futuros picos de COVID-19, que podrían tener consecuencias severas».
El mundo reaccionó rápido y se dispuso a cerrar fronteras e implementar pases sanitarios. Al mismo tiempo, el mapa de la distribución de vacunas contra el COVID-19 revela que la inequidad en el reparto tendría un desenlace inevitable. Un estudio realizado por la empresa de análisis científicos Airfinity puso de manifiesto que los países del G20 recibieron 15 veces más dosis de vacunas contra el COVID-19 per cápita que los países de África Subsahariana.
«La gran desigualdad en el reparto de las vacunas no solo está dejando atrás a los países más pobres, sino también al resto del mundo», había afirmado premonitoriamente Henrietta Fore, directora ejecutiva de UNICEF poco antes de la cumbre del G20, y agregaba que «a medida que los dirigentes mundiales se reúnen con el fin de establecer prioridades para la siguiente fase de la respuesta al COVID-19, es imprescindible que recuerden que, en la carrera por la vacuna, ganamos todos o perdemos todos».
Mientras el Gobierno nacional oficializó la donación de 780.000 vacunas contra el COVID-19 a Angola y Kenia para frenar el avance de la nueva variante, Argentina avanza en su Plan Estratégico de Vacunación y ya se aplican terceras dosis y dosis de refuerzo con el objetivo de llegar al otoño con el máximo de cobertura. En el último encuentro del Consejo Federal de Salud (COFESA), las autoridades de salud de las 24 jurisdicciones, en acuerdo con la Comisión Nacional de Inmunizaciones (CONAIN) y el comité de expertos definieron avanzar con una dosis de refuerzo en el personal de salud, adultos mayores de 70 años y personas mayores residentes en geriátricos, con un intervalo mínimo de 6 meses desde la aplicación de la última dosis del esquema primario completo; continuando de manera escalonada y simultánea hasta alcanzar la totalidad de la población.
Máxima velocidad
En diálogo con Acción, Leda Guzzi, médica infectóloga y miembro de la Sociedad Argentina de Infectología (SADI) explica que en primer lugar hay que diferenciar la tercera dosis de la dosis de refuerzo. «La tercera hace referencia a la necesidad de una dosis adicional para poder alcanzar un nivel de inmunidad suficiente» y está destinada a personas con algún grado de inmunocompromiso o deficiencia inmunológica o incluso con algún problema de salud que baja sus defensas y hace que las dos dosis sean insuficientes. Guzzi señala que «para el caso de los vacunados con Sinopharm, como es una vacuna que tiene una eficacia algo inferior respecto a otras plataformas vacunales que hay en Argentina, los mayores de 50 años tienen que recibir una dosis adicional o tercera dosis para alcanzar los niveles de inmunidad suficiente». La infectóloga aclara que esta tercera dosis se da con un intervalo mínimo entre la segunda y la tercera de entre 21 y 28 días en adelante y subraya que «cuando se ofrece la tercera dosis no hay que esperar a que pasen seis u ocho meses».
Con respecto a la dosis de refuerzo, la profesional resalta que estudios recientes demostraron que con el tiempo el título de anticuerpos neutralizantes, es decir las defensas y la inmunidad, comienzan a disminuir, lo que se asocia con mayor riesgo de infección. Guzzi explica que el refuerzo de anticuerpos neutralizantes «permite actualizar el estímulo inmunológico para que las defensas vuelvan a estar en el máximo nivel».
Sin embargo, es necesario destacar que hoy la población vacunada con esquema completo de dos dosis tiene una inmunidad robusta. Guzzi hace hincapié en que el refuerzo es necesario para disminuir la probabilidad de infecciones «pero quienes tienen por el momento dos dosis no se tienen que asustar, porque el objetivo de la vacuna se sigue cumpliendo: reducir las formas graves y prevenir las hospitalizaciones y las muertes».
«El enemigo es bastante poderoso», confiesa la especialista, algo que salta a la vista: su alta capacidad de circulación hace que desarrolle nuevas variantes que desafían el avance de la ciencia y vuelve a poner en jaque las políticas sanitarias implementadas hasta hoy. Con el virus circulando y con países con porcentajes de la población vacunada inferior al 10% hay mayor tasa de reproducción viral. «Las nuevas variantes pueden redesafiarnos en términos de poner en riesgo la eficacia vacunal», dice Guzzi y sostiene que si bien hasta el momento no ha sucedido, «podría pasar que las vacunas actuales no tengan efecto ante las nuevas variantes y esto implique que haya que reformularlas, algo que ya se está gestando».
Vacunas y cuidados
La pandemia no terminó y si en el país se respira un aire pospandémico es gracias a las vacunas, la principal arma disponible para enfrentarla, que se complementa con medidas de prevención. La médica infectóloga señala que los cuidados tienen que continuar con el uso de barbijo, sobre todo en espacios cerrados, la ventilación y la distancia, «que son los que van a evitar la infección». Y en cuanto a las vacunas, aclara que «producen anticuerpos neutralizantes e inmunidad celular –las que se activan frente al virus y son capaces de destruirlo–, pero la inmunidad a nivel de las mucosas de la nasofaringe no es tan robusta como la sistémica». Esto quiere decir que las mucosas se pueden colonizar con el virus, lo que provoca que una persona se pueda infectar y pueda transmitirlo Y si bien las vacunas son muy efectivas para disminuir las formas graves y la mortalidad, hay personas añosas o inmunes que siguen siendo vulnerables aun vacunadas. Por eso es tan necesario alcanzar un porcentaje muy alto de inmunización, «probablemente que se acerque al 90%», más aun con la aparición de la nueva variante con un índice de reproducción tan amplio. «ómicron nos corrió el arco hacia adelante, necesitamos que haya un porcentaje muy alto de la población vacunada y que incluya a los menores de 18 años» dice Guzzi, alerta que «falta mucho todavía» y concluye que «la estrategia de vacunación es no negociable».