Política

Una vuelta más

Tiempo de lectura: ...

En un mano a mano inédito Daniel Scioli y Mauricio Macri dirimen quién conducirá el país los próximos cuatro años. El impacto decisivo de Buenos Aires y el nuevo escenario en el Congreso Nacional.

 

Cara a cara. El gobernador bonaerense y el jefe de Gobierno porteño pelean por llegar a la Casa Rosada tras el sorpresivo resultado de los comicios de octubre. (Télam)

Pase lo que pase el 22 de noviembre, el tablero político no será el mismo que antes del 25 de octubre. El sorpresivo resultado de las elecciones presidencial y bonaerense establecen fuertes cambios que, una vez más, los sondeos previos no detectaron. La campaña muestra a los candidatos en el nuevo contexto. La puja entre dos visiones del país que se anticipaba en la primera vuelta quedó expuesta en el mano a mano que está en juego de cara a las próximas semanas. Esa es, al menos, la premisa planteada por Daniel Scioli en el inicio de su campaña: «Los argentinos deberán definir si quieren un gobierno que tenga claro lo que tiene que defender, proteger, priorizar o si quieren el círculo rojo, la concentración, dejar librado todo al mercado y las políticas de endeudamiento», manifestó el candidato del Frente para la Victoria (FPV).
El país elegirá, por primera vez en su historia, un presidente en un balotaje. Eso sí, partiendo desde una paridad inesperada. La expectativa del macrismo en la previa del 25 era forzar la segunda vuelta, pero nunca soñaron sus mentores llegar a la puja con una diferencia tan exigua. De ahí que hayan iniciado el sprint final con una tónica ganadora y confiada. Del otro lado, sin dudas, Daniel Scioli salió golpeado a buscar votos que hasta el momento le fueron esquivos. El  entusiasmo macrista se puso de manifiesto tanto en una nueva jornada electoral con música, globos y baile incluidos, como en las declaraciones del candidato: «Es un cambio trascendente y absoluto en la política argentina. Es el comienzo de una nueva etapa que significa una gran responsabilidad para todos nosotros», aseguró en conferencia de prensa.
Sin embargo, nada está dicho. La segunda vuelta es una elección diferente, con singulares condiciones que se expresan en la campaña. Por caso, ya no hay candidatos a intendente ni a gobernador que jueguen lo suyo, eso puede traducirse tanto en un menor acompañamiento del poderoso aparato del PJ a su candidato, como en una mayor margen de maniobra de este para diseñar su campaña. Claro que, por lo ocurrido en la primera vuelta, el gobernador bonaerense no agregó una cantidad significativa de votos propios al sólido piso del kirchnerismo que, por otro lado, resultó insuficiente para obtener una victoria decisiva. Y donde más sufrió fue en la provincia que gobierna el candidato desde 2007. Allí estuvo la clave.
El triunfo de Cambiemos en la disputa por el Ejecutivo provincial es un duro golpe para el kirchnerismo. Desde 1983, cuando el radical Alejandro Armendáriz –subido a la ola alfonsinista que se impuso a nivel nacional– llegó al sillón principal de La Plata, el peronismo había triunfado en todas las elecciones provinciales ejecutivas. La candidatura de María Eugenia Vidal fue creciendo en forma permanente y terminó de consolidarse cuando se resolvió la interna justicialista en las PASO. El enfrentamiento con el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, fuertemente afectado por las acusaciones lanzadas desde un programa de televisión –que están bajo investigación judicial–, favoreció un encolumnamiento masivo con la vicejefa de Gobierno porteño, que tuvo a su favor también un contundente apoyo mediático y el efecto nocivo para su adversario de las esquirlas de la interna justicialista cuyas heridas no cerraron, ni mucho menos, aquel 9 de agosto.

 

El origen de los votos
Cambiemos ganó intendencias en importantes distritos del interior provincial (Mar del Plata, Bahía Blanca, La Plata, Olavarría, Luján), pero también rompió la supremacía peronista del Conurbano. Habrá intendentes macristas en Lanús, Tres de febrero, Quilmes y San Vicente, históricos bastiones justicialistas. Y también doblegó al sabbatellismo en Morón. En cambio, en otros municipios, como La Matanza, Florencio Varela, Berazategui, Lomas de Zamora y Almirante Brown, el FPV ratificó su liderazgo.
El resultado nacional no fue contemplado en ninguno de los sondeos de opinión previos al comicio. Ni siquiera en las denominadas «bocas de urna» difundidas durante el mismo día de la elección. Persistieron en la presentación de un escenario similar al de las PASO, resumido en la ecuación 40-30-20, con la incógnita abierta de balotaje o triunfo en primera vuelta del FPV. Lo cierto es que Scioli va al balotaje debiendo sobrellevar la reducción de una ventaja importante que había conquistado en las PASO. El 9 de agosto obtuvo 2 millones de votos más que Cambiemos, y esa diferencia se achicó a poco más de 600.000 el 25 de octubre. La clave de la elección fue el aumento del caudal de votantes y en buena medida esos electores fueron para Cambiemos. Scioli creció levemente en cantidad de sufragios, aunque bajó en el porcentaje, pero la alianza entre macristas, radicales y Coalición Cívica incrementó en cerca de 1.400.000 votos su cosecha de las primarias. De ellos, más de 500.000 los obtuvo en la provincia de Buenos Aires. Por otra parte, el massismo no solo no cedió sufragios sino que también sumó más de 500.000 adhesiones por encima de las recibidas en agosto. En conjunto, Massa, Margarita Stolbizer, Nicolás del Caño y Adolfo Rodríguez Saá recolectaron poco más de 7 millones de votos. Esos electores son los que pueden inclinar la balanza el 22 de noviembre. El establishment, por su parte, jugó fuerte para incidir en los candidatos. El coloquio de Idea, llevado a cabo pocos días antes del comicio, fue la caja de resonancia de los reclamos empresariales que procuraron imponer su agenda al próximo gobierno. El rol del Estado es una de las cuestiones que más preocupa a los hombres de negocios, nostálgicos de los 90, cuando el Estado, lejos de estar ausente, era el mejor aliado. Allí fueron los postulantes a decir lo suyo. En el caso de Macri fue explícito: dijo que si resultaba electo iría el año próximo junto con sus ministros para diseñar las políticas en conjunto con el empresariado allí reunido. Explícita señal de pertenencia de quien fue el más aplaudido en el coloquio. El clima triunfalista que envolvió al macrismo por el resultado obtenido en primera vuelta fue compartido por el poder económico, al menos esa fue la señal de los denominados «mercados» que el lunes posterior a la elección registraron fuertes subas en el precio de las acciones de empresas y bonos locales tanto en la Bolsa de Buenos Aires como en Wall Street.

 

Peso parlamentario
Mientras se dirime quién será el próximo presidente, quedan consolidadas algunas certezas. Por un lado, las gobernaciones provinciales (ver recuadro) que siguen exhibiendo un predominio justicialista, y por otro la correlación de fuerzas en el Congreso, dato clave para la gobernabilidad del futuro período. Por caso, ni Macri ni Scioli, en caso de ser elegidos, contarán con mayorías parlamentarias. El Frente para la Victoria seguirá siendo la fuerza con mayor presencia en la Cámara de Diputados, pero resigna bancas, ya que renovó los puestos obtenidos en 2011, elección en la que Cristina Fernández se impuso con el 54% de los votos. El bloque quedará a partir del 10 de diciembre compuesto por un centenar de bancas que sumadas a habituales aliados pueden llegar a 115, lejos de las 129 necesarias para asegurar el quórum. Por su parte, Cambiemos, contando a todas las fuerzas que componen la alianza como si fueran un interbloque –algo que no es seguro que ocurra–, sería la segunda fuerza en la Cámara con unos 90 diputados. Y también crece en cantidad de diputados el massismo y el peronismo disidente, que superarían los 30, mientras que el GEN y sus aliados del socialismo y Libres del Sur reducen su participación y la izquierda solo sumaría a Néstor Pitrola, electo en la provincia de Buenos Aires.
En el Senado, por el contrario, el FPV fortaleció su mayoría. Al cierre de esta edición, el escrutinio determinaba que el oficialismo –junto con sus aliados– consolidaba una bancada de 42 miembros, 5 más que los necesarios para obtener quórum. De este modo el FPV ganaba dos senadores, mientras que la Unión Cívica Radical sostenía 6 de las 9 bancas puestas en juego y reducía su bloque a 11 escaños. Una catástrofe electoral sufrió en este ámbito el Frente Amplio Progresista, que perdió las 3 bancas que debía renovar. Lo ocurrido en Santa Fe es paradigmático del retroceso del socialismo. Luego de retener la gobernación por escaso margen, cayó al cuarto puesto en la elección de senador nacional, donde jugó a su principal figura, Hermes Binner, quien fue segundo como candidato presidencial hace 4 años. La errática estrategia del oficialismo santafesino sucumbió ante el diputado Omar Perotti, quien ganó la elección y llega a la Cámara Alta junto con María Sacnun, y dejó en segundo lugar a Carlos Reutemann, quien de todos modos renovó su banca, ahora con la escudería del Pro. El expiloto aclaró que no integraría el bloque macrista y que por lo tanto sería un senador independiente.
En tanto, la Argentina eligió por primera vez sus representantes ante el Parlasur, el Parlamento del Mercosur con sede en Montevideo. Los 43 representantes nacionales fueron elegidos según lo establecido por la ley Nº 27.120 sancionada para dar cumplimiento al Protocolo Constitutivo del Parlamento del MERCOSUR firmado en 2005. De ese total, 19 fueron elegidos en distrito único que comprendió a todo el país y los 24 restantes, uno por provincia más el representante de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Según el escrutinio provisorio de la elección, el Frente para la Victoria tendría 26 bancas;  Cambiemos, 12; y Unidos por una Nueva Alternativa, 4.

Jorge Vilas

Estás leyendo:

Política

Una vuelta más