A un año de la muerte de Santiago en medio de un operativo represivo de Gendarmería Nacional, la investigación avanza a paso lento, mientras que persisten las dudas acerca de los hechos ocurridos a la vera de la ruta 40. Vigencia del reclamo de justicia.
8 de agosto de 2018
Multitudinaria marcha. Convocada a Plaza de Mayo por familiares del joven, la movilización se replicó en distintas ciudades del país.
Santiago Maldonado tenía 28 años apenas cumplidos cuando una cámara fotográfica de Gendarmería Nacional captó por última vez su imagen con vida, a las 11:32 del 1º de agosto de 2017. En aquella gélida mañana, Santiago corría junto con otros jóvenes para resguardarse de las balas que sonaban a sus espaldas. Transcurrió ya poco más de un año de aquel violento episodio generado a partir de la decisión del juez Federal Guido Otranto, quien para desalojar a un grupo de ocho personas que cortaba la Ruta Nacional 40, en el kilómetro 1.848 en Chubut, convocó a dos escuadrones de Gendarmería. Su orden se cumplió en la noche del 31 de julio. Sin embargo, al día siguiente, más de 120 gendarmes armados y pertrechados, al grito de «¡fuego libre!», ingresaron violenta e ilegalmente al lof mapuche que desde hacía un año y medio reclamaba el territorio ocupado por la multinacional Benetton. La evidente desproporción de ese operativo solo pudo responder a la decisión planificada del Ministerio de Seguridad de la Nación conducido por Patricia Bullrich, quien el mismo día del operativo envió a la zona a su entonces jefe de Gabinete, Pablo Noceti, con dos objetivos: coordinar con las fuerzas nacionales y provinciales de Río Negro y Chubut las acciones de intervención violenta sobre el accionar de la RAM (Resistencia Ancestral Mapuche) bajo la figura de flagrancia, y advertir a los jueces con jurisdicción en la zona que no les iban a pedir permiso para actuar.
Es por estas intervenciones que ordena Noceti, sumadas a las incongruencias testimoniales de los efectivos de Gendarmería y las desviaciones «provocadas» que tuvo la investigación, que nadie hoy puede desligar al Estado nacional de la responsabilidad que le cabe en la desaparición y muerte de Santiago Maldonado. Esto incluye la orden de espiar a la familia de la víctima y el armado de causas a testigos surgidas al amparo de dicho espionaje ilegal, sin olvidar el cúmulo de declaraciones estigmatizadoras y criminalizantes que vertieron empresarios, terratenientes y funcionarios provinciales y municipales desde el momento mismo del inicio de aquel proceso de recuperación territorial, en mayo de 2015.
Una trama de ocultamiento, mentiras y desinformación se orquestó y llevó adelante con estricto celo, preparación y control, de la mano de los medios hegemónicos. Mientras nada se sabía del destino de Maldonado, y después del hallazgo de su cuerpo, esos medios se ocuparon afanosamente de dar sustento a pistas falsas, a la sospecha de culpabilidad de los mapuches, o a la amplificación al infinito de un dato cuidadosamente aislado del informe de autopsia: Santiago murió ahogado, coadyuvado por hipotermia. A pesar de la exitosa instalación de dicha idea en la opinión pública, ninguno de los peritos de la morgue judicial pudo asegurarle a la familia que Santiago haya fallecido el 1º de agosto, que se haya ahogado solo y tampoco que el cuerpo haya permanecido casi tres meses en esa zona específica del río Chubut, 80 metros río arriba de donde los testigos lo ubican con vida por última vez. Sí concluyeron que estuvo sumergido, según diferentes formas de calcular, más de 53, 60 o 73 días. Los peritos tampoco pudieron explicar por qué causas el cuerpo de Santiago estuvo sumergido esos 78 días para luego emerger aproximadamente 48 horas antes de que el juez disponga un nuevo rastrillaje en el lugar que ya había sido peinado en ocasiones anteriores por los buzos. Otra opinión surgida a la luz del informe de autopsia y rechazada por el juez Lleral, es la del especialista en criminalística Enrique Prueger. El investigador forense señala, entre otras, dos omisiones determinantes en las conclusiones de la autopsia: primero cita el trabajo de la palinóloga Leticia Povilauskas, quien señala en su informe que las ropas de Santiago tenían polen adherido y que el mismo solo podría haberse mantenido allí un máximo de entre 20 y 30 días; y segundo, Prueger considera errónea la utilización de temperaturas mínimas y no de temperaturas promedio en el cálculo de tiempo de permanencia del cuerpo en el agua.
Incógnitas
Hay otra importante cantidad de elementos que impiden que la verdadera investigación finalmente comience, como por ejemplo, una reconstrucción seria y objetiva de los hechos históricos con sus evidencias y omisiones perceptibles, tomando como puntos centrales de análisis la decisión del juez Otranto del 31 de julio; la actuación de la fuerza de seguridad (comandada por el civil Noceti junto con los jefes gendarmes Diego Balari, Pablo Badié, Fabián Méndez y Juan Pablo Escola) durante las dos jornadas, como así también la pertinencia, imparcialidad y eficacia de las medidas iniciales instruidas por Otranto y la fiscal federal Silvina Ávila.
Más allá de las muchas dudas que surgen, la principal incógnita es saber por qué el propio Ministerio de Seguridad se abocó a entorpecer y dilatar la resolución de la causa, razón que debería interpelar a la Corte Suprema de Justicia de la Nación para que haga primar su apego a la búsqueda de la verdad y rápidamente conceda a la familia lo que pidió desde un primer momento: la constitución de un grupo de expertos independientes, que pueda brindar al juez más elementos que los surgidos a partir de las pericias e investigaciones realizadas por miembros de las otras tres fuerzas de seguridad que dependen de Bullrich. Sin eso, difícilmente podamos saber la verdad de lo que sucedió con Santiago Maldonado, mientras era reprimido por pedir la liberación del lonko mapuche Facundo Jones Huala.
Santiago era un joven humanista con ideales anarquistas que recorría el territorio en búsqueda y apoyo de causas que intentan mejorar el mundo. Cada actor social que conoció a Santiago antes o que abrazó su lucha después, eligió y elegirá qué valores y acciones de Santiago reivindicar. Ahora sabemos que Santiago Maldonado no pertenece ya a ninguna causa en particular. Él será bandera de muchas causas. Y nosotros seguiremos exigiendo justicia.