Política | JUJUY, LA RIOJA Y MISIONES

Elecciones sin sorpresas

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Alberto López Girondo

Ganaron los oficialismos, no hubo un voto contra el sistema y los pobres resultados de los candidatos de ultraderecha revelaron los límites del fenómeno libertario.

La Rioja. Junto a la vicegobernadora, Teresita Madera, Quintela habló tras conocerse los resultados que confirmaron su reelección.

Foto: Télam

No hubo batacazo de la ultraderecha ni se movió demasiado el amperímetro con respecto a lo que presumían analistas y encuestólogos. La elecciones provinciales del 7 de mayo, en todo caso, demostraron el acierto de los gobernadores que decidieron adelantar el llamado a la urnas para no quedar inmersos en la vorágine que serán las presidenciales de este año. Y podría decirse que en Jujuy, La Rioja y Misiones, las dos coaliciones de base nacional tuvieron para el festejo, aunque con algunos bemoles.
La que los medios de comunicación porteños miraban con mayor interés era la de Jujuy, donde Gerardo Morales se jugaba una carta fuerte con la mirada puesta en su futuro dentro del espacio de Juntos por el Cambio (JxC) como líder de la UCR. Y su apuesta rindió frutos: su exministro de Hacienda, Carlos Sadir, logró el 49,1% de los sufragios, casi seis puntos más que el propio Morales en 2019. Detrás quedó Rubén Rivarola, con el sello del Frente Justicialista y un 21,3% de apoyos.
El peronismo provincial no logra hacer pie desde 2015 y entre las disputas internas y el avance del «moralismo» fue dejando jirones en el camino. Si hace cuatro años los sectores en que se había dispersado el justicialismo jujeño hubieran derrotado a Morales (representaban casi el 47% de votos contra 43,7% del radical, que iba por la reelección) esta vez sumados no llegan al 32%. La que emergió como una fuerza importante fue el Frente de Izquierda, de la mano de Alejandro Vilca, con 13,72% de votos, el mejor cómputo para ese sector a nivel gobernadores en su historia.
Desde antes de saberse el resultado, el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, y el candidato radical a sucederlo, Martín Lousteau, viajaron para mostrarse triunfantes ante sus contendientes en la interna de JxC. Morales se juega a compartir fórmula presidencial con Rodríguez Larreta y el resultado de este domingo lo posiciona de la mejor forma. Tiene condimentos como para disputar un lugar en ese espacio: logra un tercer tiempo en una provincia que siempre votó al peronismo, y tiene el perfil de mano dura que dentro del PRO representa Patricia Bullrich.
Lo demostró al detener a la dirigente social Milagro Sala a poco de su llegada a la casa de Gobierno, en enero de 2016, luego de haber modificado entre gallos y medianoche la composición de la Corte Suprema de Justicia provincial. Para agregarle más espesor a ese gesto, este domingo Morales encabezó la lista de convencionales constituyentes que debatirán un proyecto de reforma de la Carta Magna jujeña que busca penalizar las protestas sociales y prohibir el indulto a condenados por delitos de corrupción.

Impacto local
El otro comicio al que apuntaban los focos porteños era el de La Rioja, pero no porque hubiera dudas sobre la reelección de Ricardo Quintela, que se puso la camiseta del Frente de Todos (FdT) y apoya sin fisuras una candidatura de Cristina Fernández a las presidenciales o, en su defecto, del ministro del Interior, Eduardo de Pedro. Toda una osadía cuando en otros distritos perciben al sello FdT como un emblema «piantavotos», habida cuenta de la demonización de la vicepresidenta, que ella misma destacó en diciembre pasado, cuando se conoció el fallo sobre la causa Vialidad, y afirmó que no se postulará a ningún cargo para no «someter a la fuerza política que me dio el honor de ser dos veces presidenta y una vicepresidenta a que la maltraten en período electoral y le digan que tiene una candidata condenada».
En La Rioja el ultraderechista Javier Milei estaba convencido de que con la postulación de Martín Menem –hijo del exsenador Eduardo Menem y por tanto sobrino del expresidente Carlos Menem– le daría para entrar en segundo lugar. Finalmente, Quintela sacó el 50,6% de los votos, Felipe Álvarez, por JxC, llegó a 31,8% y Menem quedó tercero, con 15,6%. El apellido, quedó comprobado, pesa pero no tanto, y además el gobernador recibió bastantes mas votos que hace cuatro años, cuando había ganado con 44,9%. Ahora incluso, el oficialismo riojano se dio el lujo, con Armando Molina, de recuperar la intendencia capitalina, hoy en manos de la radical Inés Brizuela.
En Misiones también se dio el resultado que se preveía. Un nuevo espaldarazo para el verdadero líder provincial, el exgobernador Carlos Rovira, fundador en 2003 del Partido de la Concordia Social, una amalgama de peronistas y radicales que esa vez apoyaron su reelección y desde 2007 dirige los destinos de los misioneros con hombres de su espacio. A la manera de un titiritero, Rovira aparece como el gran elector y la ciudadanía no le da la espalda. Esta vez Hugo Passalacqua volverá al Gobierno –estuvo a cargo entre 2015 y 2019– con casi 66% de los votos. El radical Martín Arjol quedó relegado al segundo lugar, con el 25,4% de los sufragios.
En resumen: ganaron los oficialismos, no hubo un voto contra el sistema y el cuco de Milei se agotó detrás de un candidato riojano que representa como pocos la «casta» que el diputado porteño se ufana de querer combatir. Fue la única apuesta fuerte que hizo Milei, que en las otras dos provincias no avaló a ninguno y hasta hubo un pase de comedia en Misiones, donde Ninfa Alvarenga, ante la falta de apoyo, se quiso bajar de la candidatura. Como el tribunal electoral le rechazó el pedido por extemporáneo, ella misma llamó a no votarla. Aún así, 3.308 desobedientes pusieron su boleta en la urna, y quedó tres escalones arriba de los dos últimos, Jorge Pelisnki y Débora Mangone.

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