9 de mayo de 2025
El rechazo en el Senado del proyecto que dejaba afuera de la carrera electoral a la expresidenta Cristina Fernández exacerbó la interna en la derecha. Macristas y mileístas se acusan entre sí.

Freno. En la cámara alta el proyecto de ficha limpia, con media sanción de Diputados, fue rechazado.
Foto: NA
Una síntesis de la semana que pasó en la frenética Argentina de estos días dejaría estos temas de tapa -vaya antigüedad- en orden de presentación. El lunes se destacan las presiones de algunos sectores sobre el gobierno para que avance la aprobación de la ley de Ficha Limpia, que impediría la postulación para cualquier cargo de la expresidenta Cristina Fernández. Ese mismo día, el ministro Luis Caputo habla de utilizar los «dólares que los argentinos tienen debajo del colchón» para incentivar la economía nacional, un blanqueo sin ley que abre las puertas al lavado de dinero más escandaloso, mientras, por otro carril, negociaba con supermercados para evitar aumentos en los precios. El martes, la Oficina del Presidente (OPRA) informa que en un «exitosos operativo» los cinco opositores venezolanos refugiados en la embajada argentina en Caracas «fueron trasladados a suelo estadounidense». El miércoles, al tiempo que en el Vaticano comenzaba el Cónclave para elegir al sucesor de Francisco, en el senado nacional se rechazaba el pedido de comparencia de la hermana presidencial, Karina Milei, y del titular de Economía para dar explicaciones sobre la criptoestafa $LIBRA. Poco después caía la ley que, según el kirchnerismo, buscaba proscribir a la presidenta del Partido Justicialista. El jueves, el estadounidense Robert Francis Prevost era ungido Papa. Este viernes las acusaciones cruzadas entre el PRO y La Libertad Avanza, los dos espacios derechistas, se potenciaban de un modo tan áspero que cualquiera podría pensar en una ruptura irreversible. Pero en estos «tiempos líquidos», diría el polaco Zygmunt Bauman, nada es definitivo.
El tema Ficha Limpia fue una apuesta del PRO que impulsó la diputada bonaerense Silvia Lospennato y en la que basa su campaña para legisladora porteña en representación del PRO. El video en un programa del canal TN sobre su decepción al enterarse de que la propuesta perdió por un voto -porque a último momento se dieron vuelta los senadores de Misiones- fue pasto para memes de todo calibre. La indignación contra Javier Milei que mostró a las pocas horas ante cada micrófono que le pusieron delante fue de antología. Las encuestas no dan bien para mantener el invicto en el distrito que el partido fundado por Mauricio Macri gobierna desde 2007, donde LLA se juega a destronar a su rival en ese lado del espectro político con el vocero Manuel Adorni a la cabeza de su lista. Pero hasta el propio Macri en el canal A24le echó una palada de tierra a las aspiraciones de Lospennato, que no sabía cómo acomodarse junto a su jefe partidario, que mira cómo salvar los papeles junto a LLA en la provincia de Buenos Aires.
Si bien el discurso público sostenía que la ley que en Brasil impidió que Lula pudiera ser candidato en 2018 era para «limpiar la política de corruptos», no era un secreto para nadie que tenía nombre y apellido. Tanto que la tapa de Clarín en su edición de papel del otro día puntualiza que «con la ayuda de los misioneros, Cristina zafó en el Senado».
Algunos recordaron una frase del expresidente Carlos Menem a Bernardo Neustadt en los años 90. «Si alguien en la mesa se la pasa hablando de honestidad, de moral y de ética, cuando se va hay que contar los cubiertos».
Los analistas dirían que hubo una negociación entre la Casa Rosada y el kirchnerismo para no avanzar contra Karina Milei y $LIBRA a cambio de dejar caer la norma restrictiva. De hecho, este viernes circulaba que el hombre fuerte de la provincia mesopotámica, Carlos Rovira, habría admitido un arreglo con el Gobierno nacional.

Gobernadores. Ziliotto, Kicillof, Pullaro, Frigerio, el secretario general del CFI. Ignacio Lamothe, Torres y Jalil en Paraná.
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Libertad, pero no tanta
Esa portada de Clarín ilustra claramente la otra problemática que mientras tanto ocurría este jueves. Venezuela y Estados Unidos daban versiones contrapuestas sobre la salida de los refugiados. El secretario de Estado, Marco Rubio, se había jactado de una operación «precisa para rescatar» a los opositores, Milei hablo de una «extracción», un término algo más militar. Venezuela, en tanto, señaló un acuerdo para que salieron tranquilamente de la sede diplomática que, por otro lado, estaba bajo custodia de Brasil porque Buenos Aires y Caracas rompieron relaciones en julio del año pasado.
Sería una impostura que una administración anarcocapitalista como la que sostiene Milei busque meterle la mano en los colchones a los argentinos. O que vaya a presionar a las grandes cadenas de comercialización para que no incrementen los precios al costo de pisar las paritarias con sus trabajadores. Sería redundante señalar que el ajuste que iba a ser sobre «la casta» recae en asalariados y jubilados. Que este miércoles volvieron a ser reprimidos en la clásica marcha en reclamo de sus ingresos. Esta vez hubo mas ferocidad y el cura «Paco» Olivera fue uno de los que sufrió el castigo de las fuerzas federales a cargo de Patricia Bullrich.
Otra joya de este tiempo líquido: la ministra de Seguridad había firmado el martes su adhesión a LLA. Un nuevo salto en su carrera política que le recordaron con sorna sus hasta un rato antes correligionarios. Lo único que parece permanente en ella es su vocación de ajustar jubilaciones y pensiones y en reprimir a los descontentos.
Ese mismo día, en Paraná, seis gobernadores de distintos espacios se juntaron para hablar de modelos de desarrollo y economías regionales. Convocados por el Consejo Federal de Inversiones (CFI), se vieron las caras el mandatario local, Rogelio Frigerio, el santafecino Maximiliano Pullaro, el pampeano Sergio Ziliotto, el catamarqueño Raúl Jalil, el rionegrino Ignacio Torres y el bonaerense Axel Kicillof. La «cumbrecita» sirvió para atenuar resquemores en pos de estrategias contra políticas nacionales que asfixian a quienes no se quieren someter mansamente. Sobrevolaba, por cierto, el proyecto de Super-IVA que estudia el Gobierno nacional y que sería una aspiradora de recursos provinciales y municipales en manos de autoridades que ya demostraron un amplio poder extorsivo para abrir la mano.
El jueves, hubo Fumata Blanca en el Vaticano y el mundo recibió el anuncio de que el nuevo papa será Robert Francis Prevost, nacido en Chicago, pero con su carrera eclesiástica echa mayormente en Perú. El nombre que eligió para su nuevo rol, León XIV, despertó al principio la algarabía del presidente, que posteó en su cuenta de X la figura de un pontífice con la cabeza de un león realizada con Inteligencia Artificial, un recurso habitual en el mandatario. «Las fuerzas del cielo han dado su veredicto de modo claro. No más palabras Sr. Juez», dice el texto. Se ve que alguien reparó en el significado del nombre porque desde la OPRA postearon luego un largo documento en el que formalmente celebran al sucesor de Francisco. En el último párrafo le advierte: «anhelamos que la voz del Papa resuene con fuerza en la defensa de los pilares que han sostenido la civilización: la vida, como don principal; la libertad, como don sagrado del Creador; y la propiedad privada, como fundamento de la responsabilidad personal y del desarrollo de los pueblos».
Es que León XIII, el inmediato antecedente de Prevost, y cuyo papado se extendió desde 1878 hasta su muerte, en 1903, fue el autor de la encíclica Rerum Novarum, de 1891, que consagra la Doctrina Social de la Iglesia y aboga por los derechos laborales y la justicia social. Si algo quiere decir un cardenal cuando es ungido Obispo de Roma, se sabe de qué quiso hablar Jorge Bergoglio cuando pasó a ser Francisco. Ahora que uno de sus más cercanos colaboradores ascendió a ese trono también habló claramente. Y ya despertó rechazos.