16 de marzo de 2023
Justo cuando las autoridades monetarias de los países centrales estaban comenzando a desarmar los colosales estímulos que dieron a sus bancos a partir de la crisis financiera de 2017/2018, el Silicon Valley Bank (SVB) quiebra, y otros tantos bancos enfrentan problemas de variado tipo. Y las autoridades monetarias se enfrentan nuevamente a la apremiante tarea de volver a ayudar a las entidades.
Los sistemas financieros siempre fueron importantes para la economía, pero a partir de los 90, con la globalización, se convirtieron en el sistema nervioso del capitalismo actual.
Existen dos requisitos esenciales para que el sistema financiero funcione: mantener la confianza en los bancos y en los instrumentos, y diseñar un régimen de regulaciones que impida la especulación, principalmente para intentar evitar las crisis recurrentes en que cae el sistema gracias a estas conductas riesgosas. La debilidad para encarar estos problemas ha sido el hilo conductor de anteriores crisis y de las tensiones actuales.
El problema del SVB y otros bancos no escapa a estas consideraciones, pero me interesa especialmente relacionarlo con dos cuestiones principales: la suba de las tasas de interés más la desregulación financiera en general (y la de Trump en particular).
La política monetaria ortodoxa utilizada para reducir la inflación se basa en un elemento esencial: el aumento de las tasas de interés por parte de las autoridades monetarias. La idea es que mayores rendimientos (que encarecen el crédito) enfríen la economía. Pero este enfoque desestima los fuertes efectos secundarios que ocasiona, además de la reducción del bienestar social que genera una menor actividad económica.
Tasas de interés más elevadas actúan negativamente sobre los bancos estadounidenses por dos vías. Por un lado, aumentan significativamente los costos mensuales de los créditos hipotecarios (tener en cuenta que las tasas más que se triplicaron y en la misma proporción aumentaron las cuotas, mientras los ingresos de los deudores se modificaron muy poco).
Por otro lado, cuando las tasas eran cercanas a cero, muchos bancos invirtieron su liquidez en títulos del Tesoro estadounidense, considerados los títulos más seguros del mundo. Pero tienen un problema, son títulos que se compran a descuento: al vencimiento (en 2, 10 o 30 años) se pagará, digamos, 100 dólares, y por ello hoy pago menos, de tal forma que la diferencia marca el interés que recibiré. Por eso, al aumentar las tasas, el precio baja.
Cuando SVB comenzó a presentar problemas de liquidez, tuvo que vender los bonos a precios más bajos que los de compra, y ello le ocasionó fuertes pérdidas, operación que además afectó la confianza.
El otro tema son las regulaciones. Desde los noventa, se han ido contabilizando los valores de los activos financieros a precios de mercado, con lo cual los balances de empresas y bancos reciben de pleno el impacto de las volatilidades de los mercados. Un buen ejemplo es que el aumento de tasas de la Reserva Federal de EE.UU., al producir la baja de los precios de los bonos emitidos por el Tesoro estadounidense, está generando pérdidas a todos aquellos que invirtieron en estos activos.
A partir de la crisis de 2017/2018, en una actitud que pareciera contrariar el sentido común, se flexibilizaron las regulaciones. Adicionalmente, el expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, relajó aún más las regulaciones para los bancos durante su mandato. Liberó de realizar cálculos de riesgo, entre otras normas, a las entidades con activos menores a 250.000 millones de dólares. ¿Qué significa esta magnitud? Que las regulaciones más importantes solo alcanzan a los 12 primeros bancos de EE.UU. El resto se maneja con regulaciones más laxas (el SVB ocupaba el puesto 16 en el ranking).
No cabe duda que la debilidad en la gestión de los bancos afectados, en gran parte generada por la búsqueda de ganancias excepcionales, también ha ayudado a que estén en problemas.
La falta de mejora en las regulaciones y los efectos de las subas de tasas son catalizadores para que la crisis de confianza se extienda a varias regiones, en especial a Europa, que también adolece de los problemas mencionados. Hasta dónde llegará el «contagio» no es predecible en este momento, y dependerá de las actitudes que tomen los bancos centrales de los distintos países.
Para finalizar, no deja de ser una paradoja que, ante los problemas de confianza generados, muchos inversores hayan decidido refugiarse en las criptomonedas, una especie de activos con una elevadísima volatilidad, que muchas veces se devora el capital de gran cantidad de inversores.
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