13 de diciembre de 2021
Hace poco más de dos años un conjunto de dirigentes progresistas de la región se reunió en la ciudad mexicana de Puebla. Todavía gobernaba Mauricio Macri en la Argentina y el Grupo de Lima presionaba para derrocar a Nicolás Maduro en Venezuela. Ahora, el denominado Grupo de Puebla realizó su VII Encuentro en la Ciudad de México con la participación de los expresidentes Ernesto Samper, José L. Rodríguez Zapatero, Rafael Correa, Fernando Lugo y Dilma Rousseff de Brasil, y los presidentes Luis Arce y Alberto Fernández. Algo ha cambiado en esta América Latina en disputa: el Grupo de Lima no existe más y el encuentro estuvo en la tapa de los diarios mexicanos.
El evento coincidió con el tercer año de gobierno de Andrés Manuel López Obrador, que ha decidido mirar hacia el sur y reforzar la corriente progresista. El peso específico de México como potencia regional quedó claramente demostrado cuando envió un avión para rescatar a Evo Morales en Bolivia, dado que no cualquier país está en condiciones de desafiar a un Gobierno de facto. Es verdad que México no fue parte de la ola progresista de principio de siglo, pero su incorporación explícita permite pensar en un eje muy potente de México, Argentina y Brasil si Lula triunfa en octubre de 2022.
La consolidación del Grupo de Puebla, que tiene dos años, encendió luces rojas en todos los partidos de derecha y extrema derecha. Estos lo han tomado como una de las grandes «amenazas» para Latinoamérica, como surge de la llamada «Carta de Madrid», impulsada por la extrema derecha española de VOX con un lenguaje anticomunista paranoico típico del siglo pasado. La disputa entre fuerzas progresistas y conservadoras está en su apogeo, con fichas del tablero que se van moviendo todo el tiempo.