Opinión

Pedro Brieger

Periodista

No se metan con Haití

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Foto: Pierrin/AFP/Dachary

El país más pobre de América nuevamente aparece en el escenario internacional por sus problemas de hambre, desnutrición y violencia. Esto es recurrente, cada tantos años se levantan voces que piden una intervención extranjera para «ayudar» a la población haitiana. Es real que el caos impera, que hace un año asesinaron al presidente Jovenel Moïse, que hay bandas criminales por doquier y que el canciller pidió ayuda para que se despliegue algún tipo de fuerza multinacional porque «el pueblo no vive, solo sobrevive».
No es menos cierto que ya es difícil recordar cuántas intervenciones extranjeras hubo en Haití, con la idea de resolver las recurrentes crisis. Tampoco debe haber registros confiables de cuántos millones fueron destinados al país en diferentes momentos. Según diversas estimaciones, luego del devastador terremoto de 2010 se recaudaron más de 9.000 millones de dólares, pero cerca del 90% de ese dinero fue para agencias de Naciones Unidas y diversas organizaciones no gubernamentales (ONG) que trabajaban en el terreno y no se destinó a reconstruir el país. Paradójicamente, si uno se guiara por datos difundidos por la Casa Blanca sobre la millonaria ayuda de Estados Unidos para la reconstrucción, proyectos de desarrollo, entrenamiento de la policía, alimentación y vacunas, daría la impresión de que en Haití todos los problemas están casi resueltos.
Sin embargo, nuevamente se habla de una intervención internacional a pesar del rechazo de amplios sectores de la población que todavía recuerdan que algunos miembros de la Misión de Naciones Unidas que se instaló en 2004 trajeron el cólera, lo que produjo la muerte de unas 10.000 personas. Pareciera que existe una obsesión por intervenir en Haití una y otra vez a pesar de los magros resultados obtenidos, como si no se hubiera aprendido nada. Tal vez habría que optar por otro camino.

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