19 de agosto de 2022
Construcción. Uno de los sectores con marcada recuperación e impacto en el empleo.
Foto: NA
La baja del desempleo se compadece con otros datos macroeconómicos recientes, que suelen tener poca prensa. Por ejemplo, en estos días se conoció el uso de la capacidad instalada en la industria, que llegó al 69,1%, un nivel histórico altísimo. Un año atrás había sido del 64,9%.
Esa mayor utilización de las instalaciones fabriles quiere decir que hay una actividad económica creciente. Si lo vemos desde la evolución del índice de producción industrial, el último valor que se conoce, correspondiente a mayo, según los datos del INDEC, es el mayor en los últimos 57 meses. Y si se toma el avance de ese sector en el semestre, es el más alto desde que se creó el indicador, en 2016.
Lo mismo ocurre con la actividad de la construcción, que hoy se ubica en niveles que no se veían desde principios de 2018. Si trabajan más la industria y la construcción, si crece también el consumo, es lógico que crezca la cantidad de gente empleada.
Está claro que el desempleo mide la cantidad de gente que busca trabajo y no lo consigue. Pero es relevante también el incremento en la cantidad de empleados en relación con la población económicamente activa. En este caso ambos índices son positivos: baja el desempleo y aumenta la cantidad de trabajadores.
Es mucho más importante que se reduzca la desocupación en un momento de crecimiento de la actividad económica, en el que se supone que hay más gente buscando empleo. Para ser claros, podría darse una baja del desempleo en un momento de depresión, cuando el desánimo hace que mucha gente deje de buscar empleo. Ese no es el caso actual: hoy crece la actividad, el empleo y el consumo, todos indicadores de una recuperación.
Este proceso va acompañado, además, de lo que el ministro de Economía Sergio Massa definió como «orden fiscal». Debo recordar que muchas veces utilicé una frase con el mismo sentido: «Nosotros no somos hinchas del déficit fiscal, lo que somos es enemigos del ajuste».
Nadie puede defender el desequilibrio como concepto. El orden fiscal es un objetivo deseable. Pero, ¿vamos a llegar al equilibrio por vía de mejorar la recaudación impositiva? ¿Porque la economía va a crecer? ¿Vamos a ir detrás de los evasores, de los que subfacturan? ¿O vamos a recortar el gasto estatal, que mayormente se concentra en áreas sociales, como proponen algunos?
El orden fiscal en sí mismo nunca puede ser malo. Lo que pasa es que tiene mala fama porque en general lo han usado los ajustadores. Gran parte de los cuales insisten con esas recetas desde la oposición.