4 de octubre de 2023
El fortalecimiento de las capacidades estatales constituye un eje clave para la gestión publica, entendiendo que el Estado es el motor del desarrollo y el vehículo para plasmar mejoras sustantivas en la calidad de vida y el acceso a las políticas públicas por parte de la ciudadanía.
Ante el embate de la crítica mediática concentrada y las fuerzas opositoras de derecha en relación a la evolución del empleo público, corresponde aclarar que, para el actual Gobierno, tuvo centralidad la atención de la emergencia ante la pandemia, desplegando acciones y programas en este sentido, lo que debió imponerse de modo urgente, frente a los efectos producidos en la estructura estatal por la gestión macrista (2015-2019), que aplicó ajustes y recortes y debilitó su rol y capacidad de acción, apoyada en una perspectiva ideológica que, en sentido contrario a la presente gestión, priorizó los intereses de actores políticos y económicos del mercado por sobre los intereses públicos.
La orientación del actual Gobierno pone énfasis en la calidad del empleo publico, ya que este resulta clave para la gestión, en el sentido de que es el garante de la aplicación de las políticas públicas diseñadas y la verdadera cara del Estado ante la ciudadanía.
Esto se evidencia en una política dirigida a fortalecer el rol y las capacidades estatales, mejorando los procedimientos y controles como así también impulsando la formación y mejora de las condiciones laborales de quienes son la cara visible del Estado, sus trabajadores y trabajadoras.
Respuestas con datos
Para contrarrestar una serie de falsedades que se esgrimen desde voceros del establishment y de las usinas del neoliberalismo sobre el crecimiento desmesurado del empleo publico en el Estado, focalizándolo desde el inicio del periodo democrático y esencialmente en los años de gestión kirchnerista, debemos consignar datos certeros emanados tanto por el INDEC, como del Ministerio de Economía y la Secretaria de Gestión y Empleo.
Por ejemplo, si tomamos un comparativo censal entre 2010 y 2020, la población creció un 15%, mientras que el empleo general lo hizo en un 12% y el empleo público en un 9%.
En los últimos 15 años el empleo publico se mantuvo estable, con reducción del personal administrativo, pero con crecimiento focalizado en personal de seguridad, de asistencia social y ciencia y técnica. Por caso, en los últimos 4 años se duplicó el personal especializado en empresas públicas (fundamentalmente en YPF, Aerolíneas Argentinas, ferrocarriles, ciencia y técnica) es decir por incorporaciones al Estado de perfiles profesionales e idóneos.
Poniendo el foco en el periodo de recuperación democrática, desde 1980 hasta 2022 la población aumento casi un 70%, mientras que la participación del empleo público se mantuvo relativamente estable, con expansión en la poscrisis de la Convertibilidad en las áreas de servicios sociales, salud, educación y seguridad.
Según el Índice de Efectividad Gubernamental del Banco Mundial para 2021, Argentina se ubica en un sitial promedio de 39 sobre 100 y esto indica que existe mucho camino por recorrer, aunque operando en la senda correcta, con una perspectiva de mejora creciente en la prestación de servicios para el bienestar de la población. Debe considerarse, también, que en este necesario debate sobre la calidad del empleo publico, en el marco de la clara confrontación de dos modelos en pugna, no solo debe repudiarse a quienes irradian falsedades o noticias distorsionantes sobre la materia, sino que resulta necesario esclarecer sobre la noción política del rol del Estado y a partir de ello, sobre la necesaria calidad del empleo, sus aspectos cualitativos (formación, cuestiones de género, perfiles profesionales y desarrollo de carrera en el Estado) como aquellos cuantitativos, referidos a las dotaciones óptimas para la gestión pública eficiente.
Empresas estratégicas. Trabajadores de AySA, una de las compañías en manos del Estado.
Foto: NA