12 de agosto de 2015
En coincidencia con la celebración de la Semana Mundial de la Lactancia Materna, los diarios publicaron una encuesta preocupante. Entre otros datos, la investigación revela que más de la mitad de la población cree que la leche de fórmula posee las mismas propiedades que la leche materna, mientras que el 40% se siente incómodo al ver a una mujer dando el pecho a su bebé y considera que debería hacerlo en privado, algo que llama la atención en una época en que los pechos de las mujeres son exhibidos permanentemente en los medios de comunicación.
El estudio demuestra cuánta información errónea circula sobre la forma más natural, económica y práctica de alimentar a las crías humanas. Seguramente algo tendrán que ver las campañas de las grandes empresas de alimentación y los laboratorios que, a partir de la década del 60, se dedicaron a difundir numerosos mitos sobre la lactancia y a convencer a las familias de que la leche de vaca, «creada» por la naturaleza para alimentar a los terneros, podía ser un mejor alimento para sus hijos que la leche humana. Entre esos mitos está la idea de que es común que las madres se «queden sin leche» o no tengan suficiente leche o que, aunque se lo propongan, no todas la mujeres pueden amamantar. Numerosos estudios científicos, y la historia y la práctica de miles de generaciones de mujeres en todo el mundo, demuestran lo contrario.
La Organización Mundial de la Salud recomienda la alimentación exclusiva con leche materna hasta los 6 meses de edad. Sería bueno que el Estado, a través de políticas de promoción de la lactancia y de leyes que ayuden a las madres trabajadoras extendiendo, por ejemplo, las licencias por maternidad, apoye a las mujeres que deciden dar a sus bebés alimento y amor a través del amamantamiento.
—Paula Rodríguez
Ciudad de Buenos Aires