24 de noviembre de 2022
El mundo árabe terminó respondiéndole a las críticas del modo más inesperado: dentro de la cancha. ¿O acaso alguien esperaba que Arabia Saudita le ganara a Argentina y pusiera en jaque el sueño de retiro mundialista de Leo Messi? Al día siguiente, el nuevo golpe fue ya no solo el mundo árabe, sino también del fútbol todo de Asia. Japón superando 2-1 a Alemania. Son dos resultados históricos no solo para el mundial de Qatar, sino para la historia misma de las copas de la FIFA.
La vieja Europa celebra debuts con goleadas (Inglaterra 6 – Irán 2, Francia 4 – Australia 1 y España 7 – Costa Rica 0). Pero su prensa sigue resistiendo y condena a la FIFA por amenazar con sanciones económicas y deportivas a sus seis selecciones que amagaron exhibir símbolos de diversidad sexual en su salida a la cancha. La propia federación danesa anunció que evalúa la posibilidad hasta de retirarse de la FIFA, «una medida extrema, pero que no se descarta», dijo su presidente, Jesper Moller. El Bild de Alemania preguntó a sus lectores si la selección germana debía retirarse del mundial: la mitad respondió que sí.
La indignación es aún mayor en Inglaterra. Pero justamente allí se desnuda el doble rasero que, de algún modo, quita peso a la protesta por la discriminación de Qatar a sus minorías sexuales y la explotación de obreros migrantes. Sucede que la federación inglesa de fútbol tiene un jugoso acuerdo de patrocinio con Emirates, la aerolínea de Emiratos Árabes Unidos, donde esos derechos sufren mayor castigo. ¿Y no es también la misma federación inglesa la que acepta los vínculos Arabia Saudita-Newcastle y Abu Dabi-Manchester City como patrones de esos equipos? ¿Protestarán también contra ellos porque, como todos sabemos, esos derechos sufren en toda la región del Golfo? La federación ya respondió que, en estos casos, será «respetuosa» con las «culturas y tradiciones» de otras personas. Doble vara.
El mundial comenzó sin incidentes de seguridad fuera de la cancha. Pero con bombazos adentro. Qatar, cuya selección sí decepcionó en su debut (0-2 con Ecuador), se sumó a la fiesta de Arabia Saudita e iluminó de verde sus edificios tras la victoria contra Argentina, el punto más alto en la historia de su deporte. La selección de Lionel Scaloni acaso no advirtió que ese partido era algo más que fútbol. El estadio fue una caldera. Miles de saudíes celebrando como nunca antes. En Qatar, hermano menor y vecino bajo histórica tensión, algunos hasta bromearon diciendo que solo el fútbol podía permitir un escenario así. Banderas saudíes en toda Doha. Y sus hinchas vivando a su país, el mismo que apenas cinco años atrás le impuso un duro boicot. Y amagó quedarse con buena parte de su mundial.