Opinión | POR ATILIO BORON

La paranoia estadounidense

Tiempo de lectura: ...
Atilio Boron

En la mira de Washington. Xi Jinping y Vladímir Putin, presidentes de China y Rusia, respectivamente, en el encuentro que mantuvieron en Moscú, el 20 de marzo.

Foto: NA

En los últimos días han aparecido dos documentos de suma importancia sobre el tema de la seguridad nacional en Estados Unidos. Uno involucra directamente a los países latinoamericanos y caribeños y es el «Informe» que la jefa del Comando Sur, Generala Laura Richardson, elevó al Comité de Fuerzas Armadas de la Cámara de Representantes el pasado 8 de marzo1. El otro es un Informe Anual de la Comunidad de Inteligencia de Estados Unidos sobre la «Evaluación de Amenazas» (ATA, por su sigla en inglés) que se ciernen sobre ese país y que fuera dado a conocer el 6 de febrero del corriente año2. Vamos a comenzar analizando el ATA y reservar para una segunda entrega el análisis de la jefa del Comando Sur .
A excepción de la guerra en Ucrania, la ATA/2023 contiene pocos elementos novedosos. La única ruptura significativa entre la edición actual y la del año anterior radica precisamente en lo que ocurre en el teatro de operaciones ucraniano. El informe ratifica que China es el rival a vencer, en línea con numerosos documentos oficiales publicados en tiempos recientes. No se subestima el desafío que puede plantear Moscú, ni el peligro de que los acontecimientos que tienen lugar en Ucrania terminen en una incontrolable escalada de ataques nucleares que produciría efectos devastadores a nivel planetario. Pero fuera de esta circunstancia, la confrontación es con China. Hay, por supuesto, amenazas globales que afectan, si bien desigualmente, a todos los países: el cambio climático, el peligro de nuevas pandemias y la inseguridad alimentaria y energética causada por los aumentos en los precios de esos bienes a causa de la guerra en Ucrania. En uno de los pasajes más significativos del informe se dice textualmente que «la invasión a gran escala no provocada de Rusia a Ucrania ha puesto de relieve que la era de la competencia y el conflicto entre los estados nacionales no ha quedado relegada al pasado, sino que ha surgido como una característica definitoria de la era actual. Mientras Rusia desafía a Estados Unidos y algunas normas del orden internacional en su guerra de agresión territorial, China tiene la capacidad de intentar alterar directamente el orden global basado en reglas en todos los ámbitos y en múltiples regiones, como un competidor que está presionando cada vez más para cambiar las normas». O sea, Rusia quisiera cambiar las reglas pero no tiene fuerza para ello; China, en cambio, quiere y podría hacerlo. Nótese, al pasar, que se habla de una invasión «no provocada» haciendo caso omiso a numerosos documentos oficiales del Gobierno de Estados Unidos en los que se planteaba explícitamente, ya desde el año 1992, la necesidad de que Rusia se desangrara en una o varias guerras, para lo cual la traicionera expansión de la OTAN hacia las fronteras de Rusia constituía una clarísima provocación. El documento titulado «Sobreextendiendo y desequilibrando a Rusia», emitido por la Corporación Rand (una rama informal del Pentágono) en febrero de 2019 proponía nada menos que instalar «armas letales en la frontera ruso-ucraniana» como modo de inducir la tan anhelada respuesta militar rusa que, tres años más tarde, finalmente se produciría. Y hablando de la OTAN hay que subrayar lo de «traicionera» porque los líderes occidentales le habían garantizado primero a Mijail Gorbachov y luego a Boris Yeltsin que, con el derrumbe de la URSS, las tropas y el armamento de la OTAN «no se moverían ni siquiera una pulgada en dirección al Este». Todos sabemos lo que ocurrió. 
China constituye un rival más formidable que Rusia, por su extraordinario desarrollo económico y tecnológico, amén de su exitosa política de cooperación internacional que ha hecho del gigante asiático el primer socio comercial o financista –especialmente de grandes inversiones en infraestructura– de 144 países, algo jamás logrado por Estados Unidos, ni siquiera durante el apogeo de su primacía mundial. El informe afirma que el Gobierno chino percibe –digamos que correctamente– en «las medidas diplomáticas, económicas, militares y tecnológicas de Washington contra Beijing como parte de un esfuerzo más amplio (…) para evitar el ascenso de China y socavar el Gobierno del Partido Comunista Chino».
Finalmente, el informe señala que Irán y Corea del Norte son también enemigos declarados de Estados Unidos, socios o laderos de Rusia y China y países que han hecho esfuerzos para establecer relaciones económicas y diplomáticas con diversos países latinoamericanos. Se subraya el caso de Moscú y Beijing que, señala este informe, han logrado cristalizar significativos lazos de cooperación con Argentina, Brasil, Cuba, Nicaragua y Venezuela.
La segunda parte del ATA/2023 está dedicada a las amenazas globales, que afectan a todos los países. Por supuesto, el cambio climático y la degradación medioambiental ocupan un sitial privilegiado en el informe, seguido por los desafíos de posibles nuevas pandemias y los peligros de las guerras bacteriológicas. En relación a este particular nada dice el informe sobre el reconocimiento público hecho por el Pentágono de «haber operado 46 biolaboratorios en Ucrania que manejan patógenos peligrosos, luego de descartar durante meses tales cargos como propaganda rusa de guerra». En todos los casos, las amenazas tienen como protagonistas algunos de los Gobiernos enemigos: China, Rusia, Irán o Corea del Norte, siempre detrás de todas las iniciativas tendientes a destruir a Estados Unidos o al menos menoscabar su liderazgo y su prestigio internacional.
Un párrafo aparte se dedica en el ATA/2023 al tema de los así llamados «Extremistas Violentos por Motivos Raciales o Étnicos» (EVMRE), o sea los grupos de la derecha radical prohijados por el propio expresidente Donald Trump y sus asesores en Estados Unidos, comandados por Steve Bannon, cosa que se omite en el informe. Según este, los EVMRE «representan la amenaza más letal para las personas y los intereses de los EE.UU. y son una amenaza importante para sus varios aliados y socios a través de ataques y propaganda que propugna la violencia. Los EVMRE transnacionales son en gran medida un movimiento descentralizado de adherentes a una ideología que propugna el uso de la violencia para promover la supremacía blanca, el neonazismo y otras creencias culturales nacionalistas excluyentes».
Recapitulando: un informe que ratifica la voluntad guerrerista de Washington; que estigmatiza a los países enemigos, sobre todo China y Rusia; que alerta sobre las múltiples amenazas que penden sobre Estados Unidos y sus aliados, pero sin que se aporte el menor indicio autocrítico que permita comprender los orígenes y posibles desenlace de la grave crisis que conmueve la arena internacional. Podría haberse esperado algo más de un país que tiene 18 (¡sí, 18! ) agencias de inteligencia independientes, coordinadas (es un decir, porque la tarea es imposible) por un Director Nacional de Inteligencia. Obvio que la única manera de justificar tamaño derroche de personal y recursos es concibiendo al mundo como un infinito repositorio de todo tipo de enemigos y amenazas. Y cuando no las hay se las inventa.

1. Texto disponible en: 2023 SOUTHCOM Posture Statement FINAL.pdf
2. Office of the Director of National Intelligence, “Annual Threat Assessment of the U.S. Intelligence Commmunity”, disponible en: https://www.dni.gov/files/ODNI/documents/assessments/ATA-2023-Unclassified-Report.pdf

Estás leyendo:

Opinión POR ATILIO BORON

La paranoia estadounidense

Dejar un comentario

Tenés que estar identificado para dejar un comentario.