14 de octubre de 2014
Es difícil superar la emoción cuando se trata de recordar, a 10 años de su fallecimiento, a un querido compañero, a un hombre excepcional, a quien nos ha dejado enseñanzas y realizaciones trascendentes. A la vez, es un orgullo compartir con los lectores algunos momentos inolvidables de los muchos que he tenido el honor de vivir junto a Floreal Gorini desde que lo conocí, allá por 1964, cuando él ya era un dirigente fundamental del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos y quien escribe se desempeñaba en la Caja de Crédito de Berisso, en la provincia de Buenos Aires.
Lo primero que impactaba de la personalidad de Floreal era su humildad. Un hombre nutrido de una notable cultura general, producto de su pasión por la lectura y de la enseñanza que recibió en su casa natal. Porque como él mismo lo relataba, tanto su padre, Don Emilio, como su madre, María, practicaban a diario la solidaridad, y esta postura los llevó también, desde nuestro país, a acompañar a los republicanos españoles durante los años de la sangrienta Guerra Civil que se extendió entre 1936 y 1939.
Por entonces Floreal tenía 14 años –nació el 15 de octubre de 1922–. Tomó con pasión la tarea solidaria que lo marcó definitivamente. Y sumó su pensamiento transformador, que Floreal enriqueció con infinidad de lecturas, con la disciplina propia de un autodidacta.
Recuerdo que tenía especial interés en la historia. También era un apasionado del teatro, al que le asignaba un valor importante en la transmisión de valores y como un medio formidable para el desarrollo de la cultura popular, algo que lo inspiró, entre otras cuestiones, para la creación de Centro Cultural de la Cooperación que desde su muerte lleva su nombre.
A la par de su modestia proverbial, Floreal contaba con la energía y sagacidad de un gran dirigente. Sabía escuchar a sus compañeros teniendo la capacidad de analizar en profundidad las circunstancias de cada momento histórico, fijar un rumbo y sumar al conjunto de colaboradores para alcanzar los objetivos trazados.
Con sus reflexiones y argumentos convincentes, Floreal lideró el movimiento integrado en el Instituto Movilizador para sortear la multiplicidad de obstáculos que impusieron las dos dictaduras que padecimos los argentinos en la segunda mitad del siglo XX. Me refiero al gobierno de facto instaurado tras el golpe de Estado de 1966 y, una década más tarde, a la dictadura cívico-militar genocida surgida el 24 de marzo de 1976.
Ambas referencias son ineludibles a la hora de trazar una semblanza de Floreal, porque frente a las medidas liquidacionistas del cooperativismo de crédito impuestas por los dictadores, la inteligencia y capacidad de conducción de Gorini posibilitaron que nuestro movimiento encontrara una estrategia que privilegiara la integración, incidiera sobre la opinión pública y lograra preservar la construcción de la economía solidaria expresada en el IMFC y sus cooperativas asociadas. De esa estrategia nace, entre otros, el Banco Credicoop.
Floreal era un dirigente integral, un líder con singular carisma que transmitía seguridad y respeto. Como dijo Carlos Heller en el emotivo homenaje realizado el 30 de octubre de 2004: «Aprendimos de su sabiduría y su paciencia para las construcciones; su mano tendida, su corazón siempre dispuesto, su cerebro abierto, su mirada atenta, sus oídos muy dispuestos para escuchar. La consulta a Floreal se tornaba necesaria por la sabiduría de sus perspectivas, por la amplitud de miradas, por el equilibrio imprescindible para volar sin dejar de ser realista».
Floreal nos dejó físicamente, pero lo tenemos presente en el día a día. Su pensamiento y su accionar nunca dejarán de recorrer el camino de la solidaridad. Como corolario de esta breve semblanza quiero resaltar la frase que está a la entrada de nuestra sede. «El avance hacia la concreción de la Utopía requiere muchas batallas, pero sin duda, la primera es la batalla cultural». Quiero expresarte, Floreal, que si bien los dirigentes contribuimos en lograr ese objetivo, es el Centro Cultural de la Cooperación e Idelcoop, quienes trabajan todos los días para que esa utopía se pueda convertir en realidad. Este es mi sencillo homenaje a tu querida memoria.