30 de marzo de 2016
La historia de los Pioneros de Rochdale, fundadores de la primera cooperativa de consumo en 1844, es un ejemplo de perseverancia frente a la crisis de la economía inglesa en plena Revolución Industrial. Algo similar, aunque a escala mucho menor, a lo que ocurre en el presente: cierre de empresas, pérdida de la fuente de trabajo y marginación social.
Aquellos precursores del cooperativismo contemporáneo se organizaron solidariamente para enfrentar la adversidad. Y lo lograron, pero más allá del éxito obtenido, su objetivo estratégico era transformar el mundo.
En eso radica la esencia del movimiento cooperativo, para quienes somos fieles al legado de sus iniciadores e inspiradores intelectuales. Pensadores como Tomás Moro, Charles Fourrier y Robert Owen, entre otros, imaginaron un mundo de hombres y mujeres libres, donde cada uno aportara a las necesidades colectivas según su capacidad y recibiera de acuerdo con sus necesidades.
Para ello diseñaron formas de organizar la producción, distribución y comercialización de bienes y servicios en función de satisfacer las demandas de los asociados y la comunidad.
El fin perseguido no era –no es tampoco en la actualidad– la obtención del lucro, es decir, la renta del capital, sino la prestación de un servicio.
Este enfoque profundamente humanista no es una utopía imposible de alcanzar, sino un desafío para las generaciones actuales y futuras. Porque ante la crisis civilizatoria que vive la sociedad humana en su conjunto, donde el 1% de la población concentra la riqueza equivalente o mayor que la del 99% restante, hace falta pensar seriamente en un cambio de fondo.
El cooperativismo aporta principios, valores y realizaciones exitosas que demuestran la viabilidad de otro paradigma claramente diferenciado del perverso modelo neoliberal.
Para salvar al mundo hay que cambiarlo con la prédica y el ejemplo, participando activamente en la batalla cultural, fortaleciendo la integración institucional y operativa de las empresas cooperativas, estableciendo alianzas con las múltiples organizaciones de la sociedad civil y acumulando la mayor energía posible para transformar la realidad.