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Una vuelta más

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Gustavo Veiga

La definición quedó para el balotaje del 13 de abril, tras un resultado parejo entre el actual mandatario, Daniel Noboa, que se sentía ganador, y la correísta Luisa González.

Revolución ciudadana. La candidata referenciada en Rafael Correa superó las expectativas previas y llega fortalecida a la segunda vuelta.

Foto: NA

Ecuador abrió el calendario electoral del año en Latinoamérica con un empate técnico. Daniel Noboa, el actual presidente de derecha y Luisa González, la candidata de centroizquierda y continuadora de la línea política de Rafael Correa, terminaron la primera vuelta separados por menos de un 1% porcentual. Los comicios se definirán en segundo turno el 13 de abril. Hubo una altísima participación de la población que superó el 83% y el desenlace se polarizó como estaba previsto. También se votó la renovación total de la Asamblea Nacional donde el oficialismo sacó una diferencia más amplia sobre Revolución Ciudadana, la oposición más representativa. Muy lejos quedó el Movimiento indigenista Pachakutik que apenas superó el 5%, pero que se transformará en el árbitro del balotaje ante un desenlace tan reñido.

Las elecciones dejaron por segunda vez cara a cara en un final abierto al empresario bananero nacido en Miami y a la abogada que aspira a ser la primera presidenta de la historia en Ecuador. En octubre de 2023 Noboa derrotó a González para completar el período que dejó vacante Guillermo Lasso cuando renunció cercado por denuncias de corrupción. Aquella victoria siguió a una primera vuelta que había ganado la política correísta. La sorpresa comenzó cuando el joven candidato alcanzó el segundo turno y se transformó en la expresión unificada de toda la derecha ecuatoriana.

Solo así fue posible su llegada al poder en un país donde el avance del narcotráfico, las fake news y el asesinato del periodista y aspirante a la presidencia, Fernando Villavicencio, impidieron que Revolución Ciudadana volviera a conducir el Gobierno.

Aquel crimen que los medios alineados con la derecha atribuyeron a la fuerza de Correa y González, horadó el caudal electoral de la oposición. Villavicencio había sido muy crítico del expresidente y esa fue la coartada para endosarle su homicidio por encargo y vínculos difusos con el narco que perjudicaron a su heredera política.


Dinastía
En Ecuador la definición de una elección no está tan determinada por el origen político de los presidenciables, ni por definiciones ideológicas a derecha e izquierda. Es cierto que Noboa representa al establishment económico, es hijo de un excandidato cinco veces derrotado en comicios anteriores y empresario como él (Álvaro Noboa) y está plenamente alineado con Estados Unidos como lo estuvieron sus antecesores Lenín Moreno y Lasso. La dinastía de estos exportadores de bananas podría estirarse en el Gobierno de acuerdo a cómo pesque votos el joven mandatario entre la atomizada oposición que presentó una docena de candidatos que no superaron el 1% de las voluntades electorales.

Solo los pueblos originarios reunidos en el Movimiento Pachakutik y la ecologista Andrea González superaron aquel techo. Entre los votantes de Leónidas Iza, el presidenciable de los primeros que sacó casi 500.000 sufragios, Noboa y González intentarán aumentar su caudal electoral para llegar al 50% más un voto. También buscarán atraer a los 2.193.731 integrantes del padrón que no se acercaron a las urnas en la primera vuelta. Aunque la participación de la ciudadanía fue muy alta. Sobre 12.400.021 personas en condiciones de votar, se presentaron 10.206.290 según estadísticas precisas del Consejo Nacional Electoral.

Oficialismo. Aspirante a la reelección, Noboa es criticado por la creciente inseguridad, los cárteles de la droga y la pobreza.

Foto: NA


Cortocircuitos internos
El 13 de abril se definirá quién gobierna Ecuador por los próximos cuatro años. Si gana Noboa podría darle algo más de aire a expresiones de la derecha que en 2024 fueron derrotadas sucesivamente en México, Uruguay y Venezuela. El presidente y heredero natural del hombre más rico del país llegó a los tumbos a la primera vuelta y aun así se mantuvo competitivo.

Con nula experiencia en la política hasta 2023, atraviesa todavía un conflicto no resuelto con su vicepresidenta, Verónica Abad, quien lo denunció por violencia de género y también por negarle el ingreso a su propio despacho. El Gobierno que integra tampoco respetó un fallo judicial que decidió restituirla en el cargo. Noboa, para evitar tener que delegar en ella el Poder Ejecutivo en cualquier circunstancia, violó la Constitución.

El Código de la Democracia (la ley electoral) señala que las autoridades que se presentan a la reelección inmediata deben pedir licencia del cargo. Sobre el presidente establece que debe ser sustituido por la vicepresidenta. Noboa no solo omitió ese detalle: pidió licencia un mes para hacer proselitismo, pero en lugar de transmitirle el mando a Abad, se lo concedió a la secretaria de la Administración Pública, Cynthia Gellibert, bajo la figura de vicepresidenta encargada.

Más allá de estos problemas políticos que lo dejaron en una situación incómoda, el presidente arrastra una agenda de temas de pronóstico delicado. Los índices de pobreza en Ecuador ascendían a fines de 2024 al 28%, pero en las áreas rurales ese porcentaje subía al 43,2%. Esas estadísticas han ido en aumento tras la salida del Gobierno de Rafael Correa (2007-2017) y se acentuaron en las presidencias de Moreno, Lasso y el propio Noboa. Los dos primeros todavía cargan con procesos judiciales por corrupción.

El mayor escándalo que atravesó la corta presidencia de Noboa fue provocado por el operativo en la embajada de México en Quito para apresar al exvicepresidente Jorge Glas. El Gobierno violó la Convención de Viena sobre relaciones diplomáticas que le valieron críticas casi unánimes en toda la región. Ni en pleno desarrollo del Plan Cóndor ejecutado por las dictaduras del Cono Sur se vio la irrupción de policías encapuchados a la caza de un asilado político en una sede diplomática. Por el hecho, Luisa González le pidió la renuncia al actual presidente.

En poco más de dos meses tendrá una nueva oportunidad de desplazarlo del Gobierno por la vía de las urnas. La estimula un dato para nada desdeñable. Su caudal de sufragios que llegó al 43,80% y que se ubicó a casi medio punto de Noboa con el 44,35% –poco más de 50.000 votos– fue el más alto para Revolución Ciudadana en una primera vuelta. A diferencia de las elecciones de 2023, ahora su fuerza política tiene más posibilidades de crecer que un presidente desgastado por la inseguridad, los cárteles de la droga, la pobreza y el manejo autoritario de los asuntos públicos.  

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