13 de enero de 2021
El paisaje del fútbol no los tiene a los hinchas, esos que engalanan las tribunas con sus camisetas del corazón. La pandemia de coronavirus obligó a los fanáticos a seguir a sus equipos por televisión, donde se oyen canciones grabadas de las hinchadas o gritos destemplados de jugadores y técnicos. Pero ellos se las ingenian para decir presente. Cuando juega Huracán, en el Palacio Ducó, un grupo de simpatizantes despliega «los trapos» antes de que comience el partido, mientras otros se reúnen en bares cercanos para alentar al Globo. El ritual se repite en otras categorías. En Mendoza, la popular de Gimnasia y Esgrima luce cuidadosamente decorada de blanco y negro para maquillar la ausencia de público. Se trata de estar cerca de los colores queridos. Al cabo, y como reflexionaba Enrique Santos Discépolo en la película El Hincha: «¿Qué sería del fútbol sin el hincha? Una bolsa vacía».