Multimedia

El castigo del agua

Tiempo de lectura: ...

Personas arrastradas por la furia del agua, miles de evacuados, destrucción de viviendas, puentes, acueductos y tendido eléctrico, pueblos aislados o sumergidos, cortes de ruta y de servicios son algunas de las trágicas postales del temporal que sacudió al norte y centro del país durante las últimas semanas. Originadas por la crecida de ríos y arroyos en distintas provincias, las inundaciones arrojaron –hasta el cierre de esta edición– 15 muertos: 1o en Córdoba, 2 en Santiago del Estero, 2 en Tucumán y 1 en San Luis; mientras miles de personas aún no pudieron regresar a sus hogares. Otros saldos auguran un futuro complejo. A las cuantiosas pérdidas materiales se añaden las secuelas psicológicas y sanitarias que suelen dejar este tipo de catástrofes. Córdoba, la provincia más castigada por el agua, vive una auténtica pesadilla desde que comenzaron las precipitaciones. La localidad de Idiazábal, situada a 230 kilómetros de la capital, quedó bajó el agua en su totalidad, por lo que 1.800 habitantes debieron ser trasladados a ciudades vecinas como Ordoñez y La laguna, que también sufrieron anegamientos y daños. Las imágenes de angustia e impotencia, con evacuación obligada, se iniciaron a mediados de febrero en localidades como Unquillo, Villa Allende, Mendiolaza y Río Ceballos, pertenecientes a las Sierras Chicas, y continuaron en otras como Villa María, epicentro del desastre tras la caída de nuevas lluvias. Allí, lejos del espíritu distendido del tradicional festival de la Doma y el Folclore que se realiza cada comienzo de año, el agua no dio tregua durante varias semanas con hechos impactantes como la segunda caída del puente que une a la ciudad con las Sierras Chicas. Otras provincias del centro y norte del país sufrieron la incesante caída del agua. En Tucumán, donde varias localidades quedaron aisladas, el avance de las aguas causó la muerte a dos bebés de 2 y 3 años. Destrozos y evacuados tambén se registraron en 17 ciudades y comunas santafesinas, en una situación que activó las tristes imágenes de las inundaciones de 2003. No menos relevantes fueron las consecuencias en Santiago del Estero, donde la gobernadora Claudia Ledesma de Zamora debió decretar la emergencia agropecuaria y climática por las lluvias en la capital e interior de la provincia, o en San Luis, que llegó a tener cerca de 2.000 evacuados (la localidad de Concarán fue una de las más afectadas). Sobre los extendidos daños en su provincia, el gobernador cordobés José Manuel de La Sota adjudicó la dramática situación al cambio climático y señaló que no hay relación directa comprobable entre las inundaciones y el desmonte. Sin embargo, organizaciones sociales y especialistas en medio ambiente advirtieron que las inundaciones en esa provincia se vinculan con la pérdida de cobertura forestal que no permitió contener las precipitaciones. Otras lecturas incorporan causas que apuntan en la misma dirección, como los emprendimientos inmobiliarios sin estudios de impacto ambiental, la Ley de Bosques que muchas provincias no aplican, la falta de previsión y la degradación del ecosistema agrario. Razones que dan cuenta de un fenómeno que golpea a pueblos enteros, castigados no solo por impredecibles avatares del clima.

Pablo Provitilo
Fotos: Bibiana Fulchieri, Télam, Dyn y Nicolás Varvara.

Estás leyendo:

Multimedia

El castigo del agua