16 de abril de 2023
El lawfare, literalmente «guerra jurídica», es un término que se refiere a la intromisión del Poder Judicial en la política partidaria tomando partido por un partido, sin que por eso se le parta su idea de la ética. De este lawfare se ven ejemplos a diario, sobre todo en los fueros donde es importante que se den ciertos resultados. El problema es que esta herramienta, para mucha gente, suele estar mal vista. Gente que sostiene que no le gusta que le mientan, lo cual, a la luz de la experiencia histórica, es una clarísima fake news. Pero si analizamos su uso con objetividad, veremos que la cosa no es tan mala como parece. Como ejemplos vaya aquí un breve listado de las ventajas objetivas del uso del lawfare.
• Ahorro de tiempo. Antes, en un juicio, la prueba era algo importante. Si no había prueba no había delito. Cualquiera que haya vivido en la Roma de Justiniano o haya visto la serie de Perry Mason lo sabe. Pero el problema es que a veces hallar una prueba que se pueda probar se hace difícil. Lleva tiempo, trabajo, sangre, sudor y lágrimas. En cambio ahora, utilizando las herramientas del lawfare la prueba ya no es necesaria. Si no hay, se inventa. Incluso a veces ni siquiera hay que tomarse el trabajo de inventarla, con que un juez o fiscal diga «No tengo las pruebas, pero tengo la íntima convicción» alcanza y sobra para mandar en cana a cualquiera. El ahorro de tiempo y esfuerzo es innegable.
• Prevención del delito. Antes, en general, los jueces actuaban luego de cometido el delito. En el mejor de los casos si sabían que se estaba por cometer ese delito. Hoy, gracias al lawfare no hace falta que se cometa realmente delito alguno… ni que se esté preparando. Basta que algún medio serio no tan serio emita una fake news inculpando de algo a alguien a quien se quiere inculpar de algo, para que un fiscal tome la posta, la declare cierta y comience el circo.
• Es moderna. Ut supra vimos cómo el lawfare se relacionaba con las fake news, ambos conceptos muy modernos, muy cool y muy bien recibidos por un sector de nuestra sociedad. Pero esto no es nada comparado con lo que ya está llegando. La IA (Inteligencia Artificial para los no iniciados) ya nos permite trabajar con las deepfakes, como el video que hicieron del papa Francisco luciendo una tremenda campera blanca para la nieve o el otro que mostraba cuando la gorra de allá metía en cana a la fuerza a Donald Trump. Ambas fake news totales, pero con una apariencia de realidad que voltea. Diríamos que el que no se la cree, es porque no quiere. O sea: tenemos la tecnología de nuestro lado.
Como se ve, más no se puede pedir.