18 de January de 2025
Rebequita y Tobías disfrutan de un día de playa: el sol quemante, las olas, el viento, el frío del mar, la arena que se les pegotea por todo el cuerpo, los vecinos de carpa (a la izquierda) con cuatro niños que no paran de saltar, llorar y arrojar arena; los de la derecha que hablan de economía y lloran. Y para rematar el disfrute, vendedores ambulantes.
–¡Heladoooos, heladooos, calentitos los helados! ¡Bombón, cucurucho, vasito, tacita, valija!… ¡Casata con sus tres exquisitos sabores: Rico, Pasable y Derretido! ¡Bañado en chocolate o en sudor! ¡Tenemos de frutilla, vainilla o pesadilla! ¡Compren, compren, que si no, no llego a fin de mes!
–¡Sáaaaaaanguches, a los sánguches de mortadela de la punta, agujeros de queso y lechuga recuperada! Incluyen mayonesa reducida en calorías con agua de la canilla. Cómprelo en pan caucásico o afrodescendiente. ¡Sánguches, sánguches! ¡Con estos sanguches se alimenta una familia… la mía!
–¡A las Consignas, muchachos! ¡Nuevas o usadas, de derecha, centro o izquierda, para lucirse en el próximo acto! ¡Si esta no es la promo, la promo dónde está!
–¡Prepagas, carita la prepaga! Oferta de temporada: ¡pagan cuatro se enferman dos! ¡Flamantes médicos de cabecera casi recibidos! ¡Indigestiones, contagios, alergias! Diagnóstico inmediato con 40 por ciento de efectividad! ¡Si no lo hace por su salud, hágalo por la mía!
–¡Champán de alta gama, automóviles importados, edificios, castillos, financieras, empresas multinacionales, pozos petroleros, acuíferos, PIBs, países completos con o sin sus habitantes, ecosistemas, galaxias! ¡Usted nos paga una seña y nosotros se lo conseguimos! ¡Cincuenta años estafando a la gente nos avalan!
–¡Felicidad, felicidad, seguimos ofreciendo el mejor producto de mercado a un precio increíble! Eso que usted siempre soñó, pero nunca realizó, eso que ni siquiera se animó a soñar, eso que usted quería hacer, pero la realidad, la sociedad, su familia, su pareja, su superyó o la ley se lo impedían. ¡Satisfacción garantizada! ¡Si nuestra felicidad no lo satisface, le devolvemos su tristeza!
Rebequita estaba a punto de llamar al señor que ofrecía felicidad, pero vio que Tobías le hizo un gesto del tipo «para qué comprar felicidad ajena, si podemos hacer la nuestra».
De pronto, vio llegar a un nuevo vendedor, que no decía nada, pero al que todos se le acercaban. De puro curiosa se arrimó y vio que la gente le preguntaba qué era lo que vendía. El hombre no abrió la boca, pero con un gesto que hizo les dio a entender cuál era su producto: ¡silencio!