21 de agosto de 2022
Tarde invernal, lo que es esperable para estas fechas. Rebequita y Tobías comparten su ya clásico encuentro ante la mesa de un bar.
–¿Qué te gustaría pedir, Rebequita de mi alma en pena?
–Ay, Tobías, si yo lo supiera; mirá, estoy entre un pasaje a la Luna en pulman, una noche con un galán de Hollywood venido a menos, o un pebete de jamón y queso, tostado.
–¡Rebequita, no te extralimites! Un pebete de jamón y queso, y encima tostado, no es lo que esta cultura «algo retrógrada, pero es lo que hay» le permite pedir a una mujer recatada como tú.
–Tobías de mis brócolis saborizados. Si me permito desear un buen sánguche, es porque estoy, moral y éticamente, desde una concepción materialista dialéctica, en condiciones de consumirlo.
–El problema no es lo que se consume, sino cómo se lo abona. Un sánguche equivale al 70% de mis ingresos… 71, 72, 75… calculo que voy a tener que trabajar un año para pagar tu pebete tostado en cuotas, seis meses de queso solo, tres años de jamón crudo y tomate, con mayonesa.
–¡Pero Tobías! ¡Lo pago yo! ¡Traje mis propios billetes!
Rebequita introdujo la mano en su cartera y sacó de allí un billete de color verde.
–¿Ves, oís, mirás, percibís, Tobías de mis recónditos escepticismos? ¡Voy a pagar mi sánguche, el café con leche y un canapé con una horchata de chufas para vos, con este billete dolarizado que acabo de exteriorizar de mi cartera!
Tobías que no cabía en sí, ni en do, ni en re sostenido, miró el billete.
–Pero Rebequita, este billete tiene tu rostro impreso.
–Así es, es un dólar-Rebequita… Y no es tipo comprador ni vendedor, sino meriendador.
–Pero Rebequita de mi corazón propio, ¡los dólares tienen figuras de la historia de Estados Unidos!
–Ay Tobías, ¡vos hablás de los dólares importados! Los que hice yo, son dólares nacionales y populares. ¿No sabías que los dólares importados estaban escaseando y que encima, por rara paradoja, si querías comprar dólares, necesitabas tener dólares, lo que es en sí mismo un boxitracio?
–¿Querrás decir un oxímoron?
–Puede ser, son dos animalitos parecidos. Mirá, si faltan dólares, no hay que esperar a que te los traigan de afuera. Me los hice yo misma, y ¡listo el pollo al verdeo! Además estos no se fugan, porque afuera no sirven. Bueno, ¿quéres que te convide un chip de salame y caviar?
Tobías se quedó en silencio. Estas cuestiones de mercado, lo superaban.