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Con apenas 20 años, el delantero formado en San Lorenzo dio el salto al primer nivel internacional gracias a sus desempeños y su perseverancia para superar adversidades.

 

Foto: Rojo/AFP/Dachary

Nacido en Rosario el 9 de marzo de 1995, se revela como una de las grandes apariciones del fútbol argentino en los últimos años. En su breve trayectoria se cuentan logros deportivos cimentados en su esfuerzo dentro y fuera de la cancha . Es que, como muchos de los jóvenes que nacieron durante la década de los 90, Correa transitó una infancia con carencias y dificultades en un barrio humilde de la ciudad santafesina. A los 12 años decidió viajar a Buenos Aires, escapando de una realidad agobiante y en busca de cumplir su sueño. La pensión de San Lorenzo lo acogió, lo formó y, hoy, este joven de 20 años disfruta de un gran presente en el Atlético de Madrid de España. Incluso ya debutó en la Selección argentina, compartiendo el frente de ataque nada menos que con Lionel Messi y Carlos Tévez.
Varios fueron los obstáculos que debió sortear este rosarino para trascender en el fútbol. A los 10 años, sufrió la pérdida de su padre y, a los 12, la de su hermano mayor. Ese fue el empujón que lo condujo a Buenos Aires, siendo apenas un niño en edad escolar: «Tuve una infancia muy dura por la muerte de mi padre y de mi hermano. Es muy difícil cuando sos de un barrio humilde. Te cuesta todo el doble, todos te tiran abajo y te dicen que vas a terminar siendo un drogadicto, o en la cárcel», relató en una entrevista en el programa Estudio fútbol de TyC Sports.
En ese marco, su llegada a San Lorenzo resultó clave por diversos factores. Por un lado, el club lo contuvo en un momento complicado, por otro, le abrió las puertas para construir una carrera en el fútbol. Con apenas 18 años debutó en el cuadro azulgrana, y al poco tiempo obtuvo el Torneo Inicial en 2013 y la Copa Libertadores en 2014. Sus goles y sus gambetas desequilibrantes llamaron la atención de importantes instituciones de Europa. Tan contundente fue su irrupción en el fútbol argentino que Atlético de Madrid no dudó y decidió comprarlo, pese a haber disputado un puñado de partidos en Primera.
Sin embargo, otro escollo apareció en la vida de Correa, en este caso un problema de salud. En la revisión médica con el conjunto español, que había pagado 10 millones de dólares por su pase y había aceptado dejarlo a préstamo unos meses en San Lorenzo para que continuara formándose, se le detectó un quiste en un ventrículo. La solución: una operación a corazón abierto.
Correa viajó a Estados Unidos para realizarse la cirugía en el hospital Monte Sinaí de Nueva York, considerado el mejor del mundo en la especialidad de cardiología. La intervención se realizó sin problemas y el rosarino comenzó una etapa de recuperación que lo mantuvo fuera de las canchas por seis meses. Entre otras competencias, Correa no pudo participar de las semifinales y la final de la Copa Libertadores en la que San Lorenzo finalmente se consagró campeón por primera vez en su historia, ni tampoco del Mundial de Clubes, donde el Ciclón enfrentó nada menos que al Real Madrid de España.
«Después de la operación, le dije a mi representante que nunca volvería a Estados Unidos», señaló. Sin embargo, poco más de un año después, el delantero retornó al país norteamericano, pero esta vez como integrante de la selección argentina, en la que debutó con un gol ante Bolivia en el amistoso (7 a 0) jugado en Houston el pasado 4 de setiembre. «Un año pasó lo de la operación y ahora estoy acá para vivir este momento único», contó el delantero.

 

Otro horizonte
El futuro de Correa deviene auspicioso, no solo por su voluntad para superar serias dificultades sino también por sus desempeños recientes. Además de su exitoso debut en la selección mayor, en enero pasado fue la gran figura del equipo juvenil que ganó el Sudamericano Sub-20 (lo eligieron como el mejor futbolista de ese certamen). Un triunfo que le permitió al país clasificar al Mundial de la categoría y también a los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016. Por otra parte Gerardo Martino, entrenador de la selección argentina, lo tiene muy en cuenta para que sea un integrante más del plantel.
Correa, cabe señalar, es parte de una generación de futbolistas nacionales que vienen abriéndose paso en el fútbol europeo e intentan ganarse un lugar en la selección argentina. Junto con él figuran nombres como Paulo Dybala (Juventus, 21 años), Mauro Icardi (Inter, 22), Luciano Vietto (Atlético de Madrid, 21), Guido Carrillo (Mónaco, 24) y Erik Lamela (Tottenham, 23), por citar algunos.
Para esta temporada el delantero tendrá como objetivos asentarse en el conjunto español –en el que seguramente jugará muchos partidos teniendo en cuenta el exigente calendario del equipo madrileño– y comenzar a ser parte habitual de las convocatorias de la albiceleste, que en octubre comienza su camino hacia el Mundial de Rusia 2018. No sería extraño observar a Correa en algunos de los encuentros que deberá jugar el equipo albiceleste en las eliminatorias sudamericanas.
Ya sea en la Selección o en la competitiva liga española, el delantero podrá finalmente enfocarse en su carrera deportiva tras haber vivido situaciones que lo pusieron contra las cuerdas y al filo de abandonar la actividad que más disfruta. «Con esfuerzo, todo es posible», suele decir Correa, un jugador que reúne condiciones –no solo futbolísticas– para reafirmar la estirpe argentina en cualquier estadio del mundo.

Germán Esmerado

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