Cultura | EL PRESENTE DEL ARTE DIGITAL

Reciclaje de estilos

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Rubén H. Ríos

Desde su prehistoria hasta la irrupción de la inteligencia artificial, la corriente se nutre de la innovación tecnológica sin despegarse de la tradición estética.

Collage. «Todos los días: los primeros 5.000 días», de Beeple, está compuesto de 5.000 imágenes.

En el lejano año de 1953, en Cherokee, el matemático Ben Laposky dio a conocer sus Electronic Abstractions, creadas en la pantalla de un oscilógrafo de tubos de rayos catódicos, es decir, por medio de un instrumento electrónico de visualización para la representación gráfica de señales eléctricas, algo así como la máquina en estado puro de los actuales programas de diseño. Estas imágenes hoy se consideran la prehistoria del arte digital. A partir de entonces, surgieron científicos, matemáticos e ingenieros convertidos en artistas que, utilizando nuevos recursos tecnológicos, fueron aportando sus obras, por entonces pioneras. Entre aquellos precursores cabe destacar al físico Georg Nees, autor de los primeros gráficos de computadora digital en forma aleatoria y discípulo del principal teórico de la estética de la información, el filósofo alemán Max Bense.

La exposición Computergrafik, de Nees, realizada en 1965 en la Studien-Galerie de la Technische Hochschule de Stuttgar, por lo tanto, representa el acta de nacimiento del actual arte digital, un procedimiento informático de generación de imágenes que parece poner en crisis la misma noción de «arte». Esto es, hay quienes creen que el software que edita pintura, la realidad virtual y la realidad aumentada (o la mixtura de ambas), los programas gráficos y de fotomontaje, la animaciones y videojuegos, las instalaciones interactivas y obras inmersivas en 3D, entre otros procesos digitales, no es «arte» o dudan de ello. Mientras tanto, los objetos estéticos producidos o creados por la inteligencia artificial, mal que les pese, han ganado un lugar en el imaginario social y en el mercado.

Para el reconocido artista Edgardo Giménez, «el arte digital amplía el arte. Se pueden lograr cosas maravillosas con las tecnologías digitales. El arte tiene que despertar la imaginación, y eso puede lograrse de muchas maneras. Siempre estará sujeto al cambio: el arte tecnológico amplía el tradicional. No ha cambiado, por lo tanto, la compresión del arte. Por ejemplo, las obras inmersivas de realidad virtual o realidad aumentada continúan a las instalaciones o ambientaciones predigitales. Yo trabajo con programadores gráficos y las posibilidades de innovación son muchas. Esta manera de hacer arte recién comienza, veremos cómo sigue. Stephen Hawking decía que la inteligencia artificial era peligrosa pero, por ahora, en la creación estética, está demostrando que no lo es tanto».

Valores relativos
El más famoso de estos productos de arte digital es el Retrato de Edmond de Belamy, una imagen de red generativa adversarial concebida por el colectivo parisino Obvious, a partir de la base de datos de obras de arte de WikiArt. La impresión sobre lienzo se vendió por 432.500 dólares durante una subasta de Christie’s en 2018. Unos años más tarde, en 2021, la misma casa británica de subastas vendió por la cifra de 69 millones de dólares la obra Todos los días: los primeros 5000 días, de Beeple, seudónimo de Mike Winkelmann. La peculiaridad de este collage compuesto de 5.000 imágenes es que fue vendida como NFT o «token no fungible» (también usado por Edgardo Giménez con sus Fancy Monas), que son identificadores únicos de propiedad para objetos no físicos. El NFT está conectado a una cadena de bloques, la tecnología que también utilizan las criptomonedas. La venta de la obra de Beeple dio comienzo a una intensa ola de NFT. En diciembre de 2021, el artista digital Pak vendió una serie de piezas NFT por 91,8 millones de dólares, lo que bien podría considerarse el precio más alto pagado hasta ahora por una obra.

En opinión del ensayista y curador Rafael Cippolini, «el arte tokenizado no me interesa demasiado: he visto algunas obras interesantes y nada más. Es un nuevo mercado del arte vinculado con las criptomonedas y otro coleccionismo, pero a mí me interesan más las imágenes. Por supuesto, el arte realizado a partir de pixeles me resulta atractivo. La pintura tiene una gran tradición, claro, y va mucho más allá de la imagen, porque incluye otras dimensiones, como la factura. En el arte digital todo está por explorarse, ha mutado mucho desde el comienzo de internet. Por otra parte, la valoración de una imagen digital no difiere de otro arte seriado, como la fotografía o el grabado, y es igualmente válida».

De cualquier manera, desde la época del computer-art, dejando de lado los experimentos visuales de Laposky, la corriente no se ha caracterizado por la renovación estética. En general, prevalece la abstracción y las tendencias pop y surrealistas. El Retrato deEdmond de Belamy es casi una excepción porque consigue una especie de impresionismo, una combinación de la fantasmagoría preimpresionista de Música en las Tullerías de Manet y del puntillismo de Seurat. Por su parte, Todos los días: los primeros 5.000 días plasma una mezcla del miniaturismo de El Bosco con íconos y símbolos pop, llevada a una función exponencial. No se diría, en ningún caso, que se trata de una generación de formas nuevas, sino de un reciclado de estilos, de una combinatoria probabilística, de un fashion stylist que sutura las piezas dadas de manera adecuada. La inteligencia artificial generativa será todo lo aleatoria que se quiera (ya lo exigía el mencionado Max Bense), pero de allí no se sigue que sea inevitablemente creadora de algo diferente.

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