21 de mayo de 2021
El director de películas emblemáticas como Nazareno Cruz y el Lobo, Gatica y Aniceto ha sido objeto de trabajos diversos que van de la biografía al ensayo.
Primer plano. Los textos se acercan a un artista que dejó una obra desmesurada. (Télam)
No, mi amor. Yo estaba indeciso entre ser ladrón de autos, de bancos, tragasables, saltimbanqui o lo que fuera con tal de no trabajar». Ese pasaje pertenece a Pasen y vean (1995) de Adriana Schettini y acaso sea lo más parecido a una biografía que existe sobre Leonardo Favio. La periodista pregunta y él cuenta, recuerda, olvida, inventa, evoca. El libro exuda ternura y celebración: Favio recorre su infancia, los vericuetos para financiar sus películas, sus modos de filmar, su relación con el peronismo, la espera de un atardecer en pos de la escena buscada, sus maestros, el cine y más. A la distancia, Pasen y vean se descubre como una obra esencial al momento de pensar en su vida y su obra, pero no es la única: son varios los libros que se ocupan del artista.
Sin renunciamientos, el cine según Leonardo Favio, de Hugo Biondi (2007), es, de alguna manera, una vuelta a su pago chico. Suerte de registro coral, los que toman la posta son el propio Favio, sus amigos de la infancia y los protagonistas de sus películas. El arco narrativo de los testimonios traza una parábola vital que, aunque por momentos se empantane un poco entre tantas declaraciones, pintan al director, al vecino, al artista.
Publicado por la Biblioteca Nacional en 2011, La memoria de los ojos encuentra su origen en un ciclo de cine que lo tenía como protagonista. A partir de allí se pensó este recorrido dado exclusivamente a su filmografía, en el que distintos autores y autoras analizan su lugar y su peso en la historia, además de desmenuzar el estilo y las búsquedas de su cine. Por otra parte, la edición presenta una cuidada curaduría de imágenes y fotos. «Su obra me resulta desmesurada y al mismo tiempo intimista», dice el periodista Martín Wain, promotor y editor del trabajo. «La desmesura es parte de su apuesta siempre en grande. Ya desde su primer corto, El amigo, aparecen esos personajes que, como suele decir Graciela Borges, siempre cubrió con un manto de piedad», agrega. «Favio sintetizó de algún modo su mirada con una frase que pusimos al inicio del libro: “El cine es como el amor: si te atrapa, no hay manera de escapar. Uno se empecina hasta volverse muchas veces desgraciado. Por eso creo que el cineasta es una víctima del arte que eligió”».
Historia en pantalla
Yamila Volnovich es la autora de Leonardo Favio. ¿Es posible un cine revolucionario? Imaginar un pueblo, filmar la vida: arte y política en El dependiente, Nazareno Cruz y el lobo y Aniceto (2020), un trabajo de corte ensayístico. Es un recorrido fino e historizado que aborda varias tangentes al momento de pensar esas obras. Halla un determinado imaginario estético en esas películas y, por ende, un manifiesto político. En definitiva, su manera de intervenir en el mundo. «Las películas de Favio son acontecimientos de la historia argentina que, más que representar hechos, circunstancias o personajes, producen una identificación epidérmica, táctil», escribe Volnovich.
La autora aporta nuevos modos de pensar el cine de Favio. Hacia el final del libro, hay una entrevista al productor Javier Leoz, quien llegó a trabajar con él. «Favio tenía esa extraña combinación: “Yo para mí y a su vez el yo para los demás”, que replica en varias de sus formas y que se puede traducir en una vida muy austera y una obra expresionista. Fue un hombre sin red, se lanzaba de forma compulsiva hacia sus objetivos sin medir los riesgos y eso es lo que confirma el gran artista que fue», cuenta Leoz.
El mapa bibliográfico que orbita alrededor del planeta Favio es variado y, de alguna manera, complementario. No se trata de un modelo para armar, sino de un acercamiento para empezar a entender el peso de un artista que dejó una desmesurada y hermosa obra