24 de junio de 2015
El músico bahiano publicó un volumen que reúne una serie de textos escritos entre 1960 y 2005, en los que posa su aguda y original mirada sobre el arte, la política y el entretenimiento.
El mundo no es chato, el libro de Caetano Veloso que acaba de editar Marea, vuelve a subrayar la ausencia de una figura de esas características en la música argentina. Por sentido crítico, por ironía, por estatura intelectual, el bahiano se transformó en una suerte de imprescindible faro de la cultura pop brasileña de los últimos 50 años. Los textos funcionan como un complemento de su obra cancionística. Después de su totalizador Verdad tropical –en el que aborda el nacimiento del Tropicalismo, el movimiento de fines de los 60 que él mismo fundó junto con Gilberto Gil, Jorge Mautner y otros–, El mundo no es chato confirma tanto sus inquietudes analíticas, como la precisa belleza de su prosa.
El libro compila textos escritos para diarios, revistas, discos propios y ajenos, conferencias y prólogos, entre 1960 y 2005. Son 45 años de un pensamiento propio, que muchas veces redundó en la provocación, en una incorrección política nada inocente, en el chiste y el chisme. La lupa de Caetano se posa sobre acontecimientos del arte, la política y el entretenimiento. Algunos textos fueron escritos con la urgencia del momento; otros, con la sedimentación que otorga el paso del tiempo. Sorprenden, precisamente, los urgentes: cómo pudo vislumbrar tendencias que se avecinaban. Una muestra de su lucidez es la nota publicada en O Pasquim el 26 de febrero de 1970, titulada «El sonido de los 70», en la cual da al pasar su opinión del «dream is over»: «Las entrevistas absurdas a John Lennon, su supercasamiento con Yoko Ono, tienen un parentesco con el surgimientos de los supergrupos, con el desprecio que Jimi Hendrix Experience y Cream demostraron por sus propias carreras de conjuntos: todos parecen querer destruir las certezas estéticas que vinieron con ellos».
Los intereses del bahiano son vastos y muchas veces parten de plataformas autorreferenciales. El libro está dividido en capítulos temáticos: Brasil (con reflexiones que van del racismo a Carmen Miranda), Música (loas a Milton Nascimento y Gilberto Gil, los Doces Bárbaros, Cazuza), Discos (notas orientativas de álbumes propios), Cine (críticas, y una declaración de amor hacia Federico Fellini y Giulietta Masina), Teatro, literatura & cía (de Clarice Lispector a las cartas de Paulo Leminski), Gente (quizás su costado más frívolo, con una exaltación a la belleza de la modelo Gisele Bundchen), Extranjero (con referencias a Lisboa, París, Londres) y, finalmente, La prosa.
El pensamiento de Caetano apunta a desarticular lugares comunes, prejuicios y supuestos. O para usar sus palabras, para «derribar certezas estéticas». Se para en el medio de extremos. Se deja tironear con placer algo morboso por la intelectualidad y la ortodoxia política y defiende productos comerciales, o las posibilidades o grietas que brinda el imperialismo. En «Carmen Miranda dadá» escribe: «Para la generación de brasileños que llegó a la adolescencia en los años 50 y a la edad adulta en el auge de la dictadura militar brasileña y la ola internacional de la contracultura, Carmen Miranda fue, primero, motivo de un mismo orgullo y vergüenza y, después, símbolo de la violencia intelectual con que queríamos encarar nuestra realidad, de la mirada implacable que queríamos echar sobre nosotros mismos».
En «Livro», a propósito de la suerte de respuesta no tan solapada de su canción «Para ninguém» al «Paratodos» de Chico Buarque, dice: «A veces pienso que mi profesión ha sido perseguir a Chico Buarque. Pero es una persecución amorosa. Y ha dado tan buenos resultados hace ya tanto tiempo que esta vez, al contrario de lo que ocurrió con “Você não entende nada” –canción que llamé “Sem açúcar” porque en esa época se decía que había entre nosotros una rivalidad vulgar–, no temí por el nombre “Para ninguém” en la canción que, como el “Paratodos” de Chico, lista virtudes de colegas. Lloré tanto cuando Chico me mostró en su casa “Paratodos”, que estaba seguro de que nunca haría nada para manchar ese sentimiento».
Oswald de Andrade, Bob Dylan, Visconti, Pelé, Jimi Hendrix, Dominguinhos, Tom Jobim, Fernando Pessoa, Elis Regina, Federico García Lorca, entre muchos otros, atraviesan El mundo no es chato. Escribe en el prólogo el poeta carioca Eucanaã Ferraz: «La escritura de Caetano impresiona sobre todo por su visión de los matices en medio de una cosa y otra, por su búsqueda, extremada y nunca concluida, por un punto dónde instalar la palabra, apto para ejercer su razón ética, estética y política». A Veloso se le va la vida para buscar, instalar o inventar la palabra exacta. Su ilusión de eternidad pasa por ahí. Algo dijo ya en su disco Livro cuando escribió, sin más: «Los libros son objetos trascendentes». El mundo no es chato le hace honor a esa sentencia.
—Mariano del Mazo